EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Mateo 9,14-15.
Entonces se acercaron los discípulos de Juan y le dijeron: "¿Por qué tus discípulos no
ayunan, como lo hacemos nosotros y los fariseos?". Jesús les respondió: "¿Acaso los
amigos del esposo pueden estar tristes mientras el esposo está con ellos? Llegará el
momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
Papa Benedicto XVI
Mensaje para la Cuaresma 2009
"Entonces ellos ayunaron"
En el Nuevo Testamento, Jesús indica la razón profunda del ayuno... «no solo de
pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios» (Mt 4,4). El
verdadero ayuno, por consiguiente, tiene como finalidad comer el «alimento
verdadero», que es hacer la voluntad del Padre (cfr. Jn 4,34). Si, por lo tanto, Adán
desobedeció la orden del Señor de "no comer del árbol de la ciencia del bien y del
mal" (Gn 2,17) con el ayuno el creyente desea someterse humildemente a Dios,
confiando en su bondad y misericordia...
En nuestros días, parece que la práctica del ayuno ha perdido un poco su valor
espiritual y ha adquirido más bien, en una cultura marcada por la búsqueda del
bienestar material, el valor de una medida terapéutica para el cuidado del propio
cuerpo. Está claro que ayunar es bueno para el bienestar físico, pero para los
creyentes es, en primer lugar, una "terapia" para curar todo lo que les impide
conformarse a la voluntad de Dios...
Con el ayuno y la oración le permitimos que venga a saciar el hambre más
profunda que experimentamos en lo íntimo de nuestro corazón: el hambre y la sed
de Dios.
Al mismo tiempo, el ayuno nos ayuda a tomar conciencia de la situación en la
que viven muchos de nuestros hermanos. En su Primera carta San Juan nos pone en
guardia:"Si alguno que posee bienes del mundo, ve a su hermano que está
necesitado y le cierra sus entrañas, ¿cómo puede permanecer en él el amor de
Dios?" (3,17). Ayunar por voluntad propia nos ayuda a cultivar el estilo del Buen
Samaritano, que se inclina y socorre al hermano que sufre (Lc 10, 29 s). Al escoger
libremente privarnos de algo para ayudar a los demás, demostramos concretamente
que el prójimo que pasa dificultades no nos es extraño.
Precisamente para mantener viva esta actitud de acogida y atención hacia los
hermanos, animo a las parroquias y demás comunidades a intensificar durante la
Cuaresma la práctica del ayuno personal y comunitario, cuidando asimismo la
escucha de la Palabra de Dios, la oración y la limosna. Este fue, desde el principio, el
estilo de la comunidad cristiana.
“servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”