“Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el demonio”
Mt 4, 1-11
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
1. JESÚS FUE LLEVADO POR EL ESPÍRITU AL DESIERTO, PARA SER
TENTADO POR EL DEMONIO
Nos encontramos con uno de los relatos más misteriosos e incomprensible o
enigmático de los evangelios según san Mateo, en el se expone un elemento diabólico;
la tentación.
Comienza el relato con la expresión entonces, con esta forma se esta vinculando que
sucedió luego del bautismo de Jesús y la expresión se transforma en un simple
cambio de escena. Jesús, sometido en todo a la acción del Espíritu Santo, el relato
dice que “fue llevado Jesús por el Espíritu al desierto para ser tentado por el demonio”.
Va al desierto para ser “tentado”. La palabra usada lo mismo puede significar
“tentacin” en el sentido de solicitar al pecado, que indicar, simplemente, ser sometido
a prueba.
El desierto aparece en la literatura judía y oriental como lugar donde moraban los
malos espíritus, y en especial los demonios como los dicen otros relatos evangélicos.
Pero tiene también otro sentido mesiánico, además de lugar de penitencia y
aislamiento. Las comunidades de esenios y Qumrán son un claro ejemplo de ello.
El demonio significa, conforme a su etimología “echador,” en sentido de acusador,
calumniador o tentador. Se decía que su oficio era triple, solicitar al hombre al pecado
(cf. Zac 3:1; Job 2:6ss), acusarlo luego ante el tribunal de Dios y aplicar la muerte en
castigo al pecado; de ahí llamarle en la literatura rabínica, “el ángel de la muerte.”
2. SI ERES HIJO DE DIOS, DI QUE ESTAS PIEDRAS SE CONVIERTAN EN
PAN
El tiempo que se establece para esta tentación es de cuarenta días y cuarenta noches.
Podemos fijar atención en esta cifra, es de ambiente bíblico, así es como se menciona
en el diluvio (Gen 7:12), también en la estancia de Moisés en el Sinaí (Ex 24:18), lo
mismo en los años de Israel en el desierto (Núm 14:33-34).
Dice el relato; “Y, habiendo ayunado cuarenta días y cuarenta noches, al fin tuvo
hambre. Y acercándose el tentador, le dijo: “Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras
se conviertan en pan”, con cuya respuesta esperaba saber si era el Mesías o no.
Sugerencia bajo una capa de piedad: que no sufra un privilegiado hijo de Dios.
“Hijo de Dios” se refiere, como en otros casos (Mt 8:29; 27:40.43; Mc 1:1), al Mesías,
esto se comprende en especial porque con el bautismo se le proclam “su” Hijo (cf. Mt
9:25). Se esperaba entonces que el Mesías, al modo de Moisés, haría descender otra
vez del cielo una lluvia de “maná”, del que se comería en aquellos aos.
Probablemente pueda en el evangelista san Mateo un recuerdo de esto.
3. „EL HOMBRE NO VIVE SOLAMENTE DE PAN, SINO DE TODA
PALABRA QUE SALE DE LA BOCA DE DIOS”.
Jesús le contesta con un argumento de la Escritura: “Está escrito.” La palabra de Dios
cierra toda discusin. “El hombre no vive slo de pan, sino de toda palabra que sale de
boca de Dios” (Dt 8:3). Jesús alude aquí al sentido espiritual de confianza en la
omnipotencia de Dios, en función de otra vida superior, a la que hay que atender con
preferencia. Es lo que Jesús recordará más tarde junto al pozo de Siquem: “Mi alimento
es hacer la voluntad de aquel que me envi” (Jn 4:34). Por eso dijo a sus discípulos:
“Yo tengo una comida que vosotros no sabéis” (Jn 4:32).
Jesús pudo hacer el milagro. Pero éste no debe hacerse inútilmente. El abandono al
Espíritu y a la Providencia fue el medio para rechazar la tentación.
4. “LE LLEVÓ ENTONCES EL DIABLO A LA CIUDAD SANTA”
Continua el relato con esta forma; “Le llev entonces el diablo a la Ciudad Santa” ¿es
el diablo quien tiene la iniciativa?, es un enigma, pero la expresión muestra que este
sujeto tiene la iniciativa, pero sin exigir una acción física. Desde allí, el diablo interviene
para que Jesús esté en la “Ciudad Santa,” Jerusalén, y sea “puesto” sobre el “pináculo”
del Templo, probablemente era la techumbre desde donde se lograría mejor la
espectacularidad de la propuesta que el maléfico hace.
En una de las concepciones rabínicas se contaba precisamente que el Mesías se
revelaría estando de pie, sobre el techo del Templo, para anunciar a Israel que su
redención había llegado. En aquel ambiente, y a la hora de los sacrificios, hubiese sido
un prodigio tal que acusaría ser él el Mesías.
5. “TAMBIN ESTÁ ESCRITO: „NO TENTARÁS AL SEOR, TU DIOS”.
De nuevo Jesús rechaza la tentacin con la Escritura: “No tentarás al Seor tu Dios,”
que se refiere al Dt 6:16, y se alude con él al pasaje del Éxodo cuando, faltos de agua
en el desierto, exigían los israelitas a Moisés un milagro. “¿Por qué tentáis a Yahvé?”
les dijo Moisés (Ex 17:2). Nuevamente Jesús, confiando en la providencia de Dios,
rechaz la tentacin. No era “confiar” en Dios arrojarse temerariamente, exponiendo su
vida, y esperar que Dios milagrosamente lo salvase. Los ángeles protegen al “justo”
(Sal 91:11ss), pero no al temerario suicida. Y esto suponiendo que no le propusiese
tirarse, por lo descabellado, desde una altura 180 metros , (altura estimada según el
historiador Judío Flaviano Josefo)
6. “TE DAR TODO ESTO, SI TE POSTRAS PARA ADORARME”.
En la tercera tentación el diablo interviene para que Jesús vea los reinos del mundo y
su atracción, dice el relato que: De nuevo le llevó el diablo a un monte muy alto, y
mostrándole todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, le dijo: ““Te daré todo esto,
si te postras para adorarme”.
Los judíos contemporáneos de Jesús esperaban un Mesías político y nacional, que
aparecería con pompa, dominación y prodigios. Así se presentaron una serie de
pseudomesías, como se ve en los evangelios (Mc 10:35ss; Lc 24:21; Jn 6:15). No es
que el diablo tenga dominio sobre el mundo. Únicamente en el sentido de que influye
en sembrar el mal, Jesús le llam “príncipe de este mundo” (Jn 12:31), y San Pablo le
llega a llamar “Dios de este mundo” (2 Cor 4:4). Por eso Jesús, citando de nuevo la
Escritura (Dt 6:13), desenmascara la falta de sus poderes y le ordena que se aparte:
„Adorarás al Seor, tu Dios, y a El slo rendirás culto”. Slo a Dios se puede adorar y
temer como fuente y dador de todo poder.
7. “VINIERON LOS ÁNGELES Y LE SERVÍAN,”
Y el diablo se retir, como dice Lucas, “temporalmente.” No directamente, pero sí
indirectamente, tentó luego a Jesús a través de los fariseos y saduceos, queriendo
intimidarle en el desarrollo de su mesianismo; de las turbas, que querían hacerle rey
temporal; de los que intervinieron en la pasión. Todos colaboraron a aquel momento,
del que Jesús dijo: “Viene el príncipe de este mundo contra mí” (Jn 12:31). Entonces el
Padre, por el abandono de Jesús en su providencia, hizo lo que antes El no quiso
realizar: “vinieron los ángeles y le servían,” es decir, le trajeron alimento: (Mt 8:13;
25:44, etc.) tiene aquí este sentido.
8. “CONFIAD, YO HE VENCIDO AL MUNDO” (Jn 16:33).
Sobre estas tentaciones mesiánicas, se lee que muchos han pensado que fue una
victoria ejemplar y eficiente de Jesús sobre las tentaciones y pecados genéricos de los
hombres, tales como la gula, la vanagloria y la soberbia, que cita San Juan (1 Jn 2:16).
Así se podía Jesús compadecer de nosotros y animarnos en la lucha: “Confiad, yo he
vencido al mundo” (Jn 16:33). Para otros significan la absoluta impecabilidad de Jesús:
“¿Quién de vosotros me argüirá de pecado?” (Jn 8:46). Otros querían ver que en el
desierto donde Israel fue tentado y pecó, Jesús supera aquella conducta.
Si desconfiamos de Dios, nosotros mismos nos separamos de él. Esta es la mayor de
las tentaciones. La tentación de la desconfianza está en el origen de la trágica caída de
los primeros padres y aparece a lo largo de todas las etapas de la historia de salvación.
La encontramos desde el primer libro de la Biblia (Gn 3), donde la serpiente tentadora
induce a Adán y Eva a desconfiar de Dios, hasta el Apocalipsis (cc. 3 y 12), donde el
dragón se encona contra la Iglesia, dispuesto a devorar a los santos, los hijos
engendrados en la gracia. La envidia empuja continuamente al maligno, aunque ya
vencido por Cristo, a la tentativa desesperada de hacer caer a los hijos de Dios. Por
eso el cristiano debe estar siempre alerta, dispuesto al combate que tiene que
mantener con la armadura que Dios le procura (cf. Ef 6,12-18).
9. LA IGLESIA ESTÁ SOMETIDA A LA TENTACIÓN LO MISMO QUE
TODO CRISTIANO
La Iglesia está sometida a la tentación lo mismo que todo cristiano; pero si
perseveramos en la fe y en la oración, el Señor nos promete el auxilio para que no
sucumbamos a la tentación (cf. Ap 3,10-12). La tentación es necesaria porque,
después de la primera caída, todos deben someterse a la prueba. Nuestro corazón
adolece de inconstancia y necesita robustecerse mediante una terapia intensiva y
estimulante: la tentación libera nuevas y prodigiosas energías espirituales. El amor, en
la prueba, se purifica y fortalece.
El Señor nos promete su ayuda: no seremos tentados por encima de nuestras Fuerzas;
el apóstol nos dice: "Dios es fiel, no permitirá que seáis tentados por encima de
vuestras fuerzas; al contrario, junto con la prueba os proporcionará fuerzas suficientes
para superarla" (1 Cor 10,13). El ancla de salvación es la cruz, a la que debemos estar
fuertemente abrazados. Cristo padeció por nosotros la tentación y ha vencido (A. M.
Cánopi, Si, Padre. Meditazioni sul Padre nostro, Milán 1999, 114-116).
El Espíritu de Dios conduce a Jesús al desierto: tierra de soledad donde todo calla y el
silencio amplifica las voces que percibe el corazón; tierra de libertad donde Dios puede
hablar o callar. También el demonio, el tentador el que divide a los hombres, puede
encontrarnos en el desierto.
"Estemos firmes en la prueba: nuestra fuerza es el amor de Cristo" (de la liturgia).
La Paz de Cristo Jesús viva en sus corazones