SÁBADO DESPUÉS DEL DOMINGO 1º DE CUARESMA
(II Domingo de Cuaresma en la liturgia actual)
Sermón 3º
«Éste es mi Hijo predilecto, en quien me he complacido: escuchadlo» Mateo 17,5 1
1.- Esta historia no la admite la locura de la filosofía antigua, y si de ésta
hablaron los antiguos, fue mintiendo, como Ovidio en sus «Metamorfosis» . Y así dice
San Pedro en su [carta] canónica: No os hemos hecho conocer el poder y la venida de
nuestro Señor Jesucristo, siguiendo fábulas ingeniosas, sino como testigos oculares de
su grandeza (2 P 1,16). Obra fue excelente [la de Cristo], porque fue animar y enseñar a
sus discípulos la grandeza de la Iglesia, y así la llamó «Reino de Dios»: En verdad os
digo que algunos de los aquí presentes no verán la muerte hasta que vean el Reino de
Dios (Lc 9,27). [En la Transfiguración] ven la muestra y la grandeza del Reino de Dios.
[Dice el evangelista que] escogió tres, porque tiene Dios discreción en repartir sus
dones y comunicar sus revelaciones, y quiere que de unos vengan a otros, y guarden en
la tierra el mismo concierto del cielo.
2.- Hablaban con Jesús dos hombres, Moisés y Elías, los cuales aparecían
resplandecientes, y hablaban de su muerte que había de tener lugar en Jerusalén (Lc
9,31). Grande aviso, que en el día de los placeres nos acordemos de los trabajos. Es
medicina para la soberbia y freno para el hombre no se desmande.
3.- Dijo Pedro a Jesús: «Maestro, si quieres, haremos tres tiendas, una para ti,
otra para Moisés y otra para Elías» (Ibíd. 33). ¡Oh, cuán poco sabe un hombre de los
negocios de Dios! A solas, sin Cristo, no tiene voto la carne. Piensa que acierta en el
hito, y da a cien leguas de allí. Bienaventurado llamó a San Pedro Cristo, y luego
Satanás (cfr. Mt 16,17 y 23). Bienaventurado por lo que le comunicó Dios; Satanás por
lo que quiso tantear con su juicio, cuando dijo: ¡Dios te libre, Señor! (Ibíd. 22); que era
una palabra digna de todo loor. Aquí erró [San Pedro], [para] que entiendas y aprendas a
tener prudencia en saber conocer a los hombres.
No porque uno haga bondad luego lo canonices; ni porque haga un pecado, luego
le asientes en el libro del infierno; ni porque no es sabio una vez, luego siempre lo ha de
ser; ni porque es ignorante en una ocasión, siempre lo ha de ser. Saúl [fue] pecador
[queriendo matar a David], pero bueno fue echar [a los magos y adivinos] 2 (cfr. 1 R
28,3). David fue bueno, pero pecador en matar a Urías (cfr. 2 R 11,15). Pilatos [fue]
malísimo, pero [tuvo] apariencia de bondad al querer librar a Cristo (cfr. Lc 23,16). [En
nuestro caso], parece que aquí merecía reprensión San Pedro, y no se la dieron porque
dijo: Si quieres, ... [Con ello] se nos enseña que en el deseo de nuestros apetitos siempre
nos sujetemos a Dios. Unos hay que pecan contra Dios desenfrenados, a escala vista; y
otros que querrían hacer de Dios lo que ellos quieren, y que Dios lo quisiere así. Así San
Pedro.
1 Obras y sermones , vol. II, pp.241-244. En la edición de 1688-90, este sermón figura en el tomo II, bajo el título
«Sermón en la Transfiguración del Señor» . Pero allí mismo se indica al margen que este mismo evangelio lo comentó
san Luis en este primer sábado de Cuaresma y en el domingo siguiente. Con el fin de que el lector tenga recogidas las
enseñanzas del santo sobre el evangelio de la Transfiguración en un mismo lugar, colocamos aquí dicho sermón, que
como el siguiente, se trata de unos breves fragmentos que comentan algunas frases del evangelio del día.
2 En el original «los aríolos».
4.- Aún estaban hablando, cuando una nube luminosa los cubrió, y se oyó una
voz desde la nube que decía: «Éste es mi Hijo predilecto, en quien me he complacido:
escuchadlo» (Mt 17,5). Tomadlo por Maestro. Y la primera lección fue de humildad:
No contéis a nadie esta visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los
muertos (Ibíd. 9). ¡Cuán contrario [es] el estilo humano de querer los hombres publicar
sus hechos, sus honras; [y] querer ser sublimados, o en sí, o en sus hijos.
Advertid qué imagen de vuestro descuido [para las cosas de Dios], y [qué] grande
cuidado el de Cristo [en ellas]. Cristo ora, y duermen sus discípulos (cfr. Mt 26,39-40).
Trata Cristo de nuestros negocios, y nosotros dormimos. Cristo fue transfigurado, y los
profetas aparecen revestidos de gloria y majestad (Lc 9,31), [mientras] los apóstoles no,
porque se durmieron. [Pues, hermanos], dormíos y veréis lo que perdéis, que no es
menos que la visión beatífica. [Dice San Pablo]: Levántate tú que duermes, y resucita
de la muerte, y te alumbrará Cristo (Ef 5,14).
5.- Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan (Mt 17,1). Escogió a
solos tres, [porque] muchos son los llamados, pero pocos los elegidos (Mt 20,16).
Poquitos escaparon del diluvio; poquitos [de la destrucción] de Sodoma; y en la tierra
de promisión entraron Josué y Caleb [y poquitos más] (cfr. Nm 26,65).
6.- Los subió a un monte alto, a solas (Ibíd. 17,1). Cosa es de advertir, que para
las honras se esconde Jesucristo en un monte; [mientras que] las afrentas [las recibe] en
público, para dar lección a los suyos que las obras de honra y estima propia se han de
esconder: Que tu izquierda no sepa lo que hace tu derecha (Mt 6,3). Empero, las obras
de su propio menosprecio [hay que hacerlas] en público, para que resulte un mayor bien
suyo.
[Nehemías]: La puerta del pescado la fabricaron los hijos de Asnaa, y ellos la
cubrieron, y asentaron sus puertas, y cerrojos, y barras (Ne 3,3). [Esto es], un buen
edificio, aunque lo edifiquen [con] puertas [que] dan salida y entrada a la ciudad, [ha de
tener] cerraduras. De esta manera ha de ser nuestro edificio espiritual, que, aunque en
tus obras, cristiano, has de dar buen ejemplo y manifestarlas para que glorifiquen a
vuestro Padre que está en los cielos (Mt 5,16); empero esas puertas [han de tener]
juntamente cerraduras y cerrojos para las cerrar, [porque] has de huir de la vanidad y
vanagloria, y [que] a escondidas sean vuestras obras gloriosas. Así el labrador esconde
la semilla bajo de la tierra, para que no se la coman las aves. [Y lo mismo], para que no
se mate la candela al tiempo de mucho viento, escondéisla en una linterna. Aplica...
7.- Y se les aparecieron Moisés y Elías hablando con Jesús (Mt 17,3). Por
muchas causas eligió Dios a estos dos profetas más que a otros. La primera, para que de
todas partes se viese el testimonio de su excelencia, dignidad y bondad. Del cielo, la voz
del Padre; del limbo, [la de] Moisés; del paraíso terrenal, [la de] Elías; [y] de la tierra,
[la de] los tres apóstoles, para dar a entender, que de tal manera se ha de haber el justo
para conseguir la vida eterna, que todos testifiquen su virtud. [Por una parte, dice San
Pablo] el mismo Espíritu de Dios está dando testimonio a nuestro espíritu, de que
somos hijos de Dios (Rm 8,16). [Así] los del infierno, esto es, los malos hombres se
edifican, [según aquello] que brille así vuestra luz delante de los hombres, para que
vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos (Mt
5,16). Más, para que entendiesen [todos] que era institutor de la Ley, por eso con
Moisés; y que era celador de la honra de Dios, por eso con Elías. Más, para dar a
entender que tenía la mansedumbre y humildad de Moisés, y el celo y justicia de Elías.
8.- Aparecieron Moisés y Elías hablando con él (Mt 17,3). San Lucas hablaban
de su muerte que había de tener lugar en Jerusalén (Lc 9,31). Todas las obras que el
Señor hizo, en que mostró su divinidad y excelencia, las acompañó con grande
humildad y sujeción. [Al nacer] los ángeles [cantaron]: Gloria a Dios en el cielo (Lc
2,14); y su majestad [se manifestó] en un establo. Aparece la estrella, viene los Reyes
llamándole rey; y hállanle entre brutos animales. En el bautismo, el Padre [declara]:
Éste es mi Hijo, el predilecto (Lc 3,22); y estaba sujeto a su siervo Juan [el Bautista]. En
el día de su muerte las piedras estaban mostrando su dolor, quebrantándose unas con
otras, y el sol se oscureció; y él como si fuera pecador [exclama]: Dios mío, Dios mío,
¿por qué me has desamparado (Mc 15,34).
Así ahora. [Aparece] en gloria, [y hablan de su muerte]. Segunda consideración:
para que en esta mortal vivienda [en que vivimos], si nos pareciere que tenemos gloria,
la acompañemos con [la] memoria de la muerte y fin que habemos de tener. Más, para
que sepamos que en esta vida no hay cosa cumplida, cuando parecerte ha que tienes la
suma gloria, luego se ofrece un trabajo, etc.
9.- Señor, bueno es que nos estemos aquí (Mt 17,4). [San Pedro muestra] la
inclinación de la carne, [que busca] la gloria y descanso sin discreción. Luego huye de
los trabajos y tribulaciones. Cuando vio San Pedro a Cristo preso, luego lo desamparó;
empero, viéndole glorioso, [dice]: Señor, es bueno que nos estemos aquí . [Así sucedió
cuando] el Arca [de la Alianza fue trasladada] por David a casa de Obededom (cfr. 2 R
6,1-11).
10.- Si quieres, haré aquí tres tiendas (Mt 17,4). [Son] palabras de [un hombre]
justo, que aunque la inclinación y apetito natural le decía aquello, decíalo poniéndolo en
las manos de Dios y en su beneplácito: Si quieres . [Es decir], no ponía medios para
conseguir su deseo, hasta que tuviese el sí de la voluntad de Dios.
11.- Hagamos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías
(Ibíd.). ¿Y para vos, Pedro?... ¿La caridad bien ordenada no comienza por sí?... El amor
y la caridad del justo olvida su provecho, [cuando] toca a la honra de Dios y bien del
prójimo. [Por eso] Cristo, al tiempo de morir, [se muestra] todo empleado en la gloria
de su Padre y bien de los hombres, y conservación de sus discípulos.
12.- Al oír la voz del cielo, los discípulos cayeron sobre su rostro, presos de un
gran temor (Ibíd. 6). Cuanto más el alma sube en la contemplación y consideración de
la divina bondad, tanto [más] la gravedad y miseria del cuerpo cae en flaqueza y
enfermedad. ¡Oh, en cuán gran miseria hemos venido a caer, que no podemos sufrir la
suma bondad y felicidad para las que fuimos creados! [Profeta] Daniel: Habiendo
quedado sólo, vi esta grande visión, y me quedé sin aliento, y se me demudó el rostro, y
caí desmayado, perdidas todas las fuerzas (Dn 10,8). Y habiendo visto otra visión
[exclama]: Perdí las fuerzas, y estuve enfermo por algunos días (Ibíd. 8,27). Y lo
mismo le sucedió a Ezequiel: Esta visión era una semejanza de la gloria de Dios. Yo la
tuve y postréme atónito sobre mi rostro (Ez 2,1). San Pablo con la luz y resplandor de
Jesucristo, [camino de Damasco], dio consigo del caballo abajo, y quedó privado de la
vista (cfr. Hch 9,3-7). Y San Juan en el Apocalipsis [dice]: Así que vi al Hijo del
hombre, caí a sus pies como muerto (Ap 1,17). ¿Cuántas veces había visto San Juan en
esta vida a Cristo y no desmayó?... ¿Y una vez que lo vio fuera de ella se cae?
Para que el alma entienda los misterios divinos, es menester que duerma el
cuerpo. [Génesis]: El Señor Dios hizo caer sobre Adán un profundo sueño, y mientras
estaba dormido le quitó una costilla y llenó de carne aquel vacío (Gn 2,21). Los
profetas, durmiendo, entienden los misterios divinos, porque cuanto el alma sube en
perfección, tanto abaja la corrupción del cuerpo. Y así, nuestro miserable cuerpo no
puede sufrir la perfección del alma, ni tiene fuerzas para las cosas del cielo, [pero] para
las cosas de acá [es] muy fuerte.
13.- Cuando alzaron los ojos, no vieron a nadie, sino a Jesús solo (Mt 17,8). En
nuestras tribulaciones a sólo Jesús hallamos perseverando. El mundo si comienza no
acaba… los parientes [nos abandonan]. Jesucristo: Nos amó hasta el fin (Jn 13,1). Elías
y Moisés se van, sólo Cristo queda dando alegría y consuelo: Yo soy el primero y el
último (Ap 1,17). El primero en nuestra creación, y el primero en nuestro
aprovechamiento; y el postrero en nuestro consuelo en [medio de] nuestras flaquezas.
[Salmista]: Con él estoy en la tribulación; lo pondré a salvo y lo colmaré de gloria (Sal
90,15).
14.- Moisés y Elías hablaban con Jesús de su muerte, que había de tener lugar en
Jerusalén (Lc 9,21). Para que entendamos que en medio de nuestros placeres es
menester acordarnos, o cómo la vida es miserable, o de la pasión de nuestro Pastor. Y
así, porque tras este descuido en el mundo, muchas veces Dios quita la vida a un
caballero o a una dama de quince o veinte años. Y porque Jonás, estando debajo de la
hiedra, no se acordó que Dios se la podía quitar, sino que estaba holgando, y [de pronto]
viene Dios y sécala (cfr. Jon 4,6-7). Para que tú entiendas cómo te has de regir en los
placeres del mundo.
Y dijo Pedro: «Señor, bueno es que nos estemos aquí» (Mt 17,4). Muy mal hablas,
Pedro; no sabes lo que dices. Porque aquí, en esta vida, no se ha de edificar casa, sino
servir a Dios, porque todo se acaba. Y también dices mal, porque ¿qué hicieran los
pobres hermanos de José que padecían hambre, si los otros, que habían ido a Egipto a
por trigo, no volvieran? (cfr. Gn 42, 18 y ss.) Mira, ¿qué harían los otros discípulos, si
tú y los otros [que estaban] con Jesús, no volvéis a los otros?...
15.- A Baltasar en medio de su convite, [aparecióse] una mano, [que dejó escrito]:
«Mane», «Tecel», «Fares», que significaban: «Mane», ha numerado Dios los días de tu
reinado, y le ha fijado término. «Tecel», has sido pesado en la balanza y has sido
hallado falto. «Fares», dividido ha sido tu reino, y se ha dado a los medos y a los
persas (Dn 5,25-28). [Proverbios]: Mezclada anda la risa con el llanto; y el término del
gozo es el dolor (Pr 14,13). Jacob no vio aquella visión de la escalera [que unía el cielo
y la tierra] en el Tabernáculo, [ni] los regalos de su madre Rebeca, sino estando en el
desierto y reclinada su cabeza sobre una piedra (cfr. Gn 28,11-12). Ni tampoco gozó de
los abrazos de la hermosa Raquel hasta pasar catorce años a su servicio (cfr. Ibíd. 29).
Los hijos de Israel antes de entrar en la tierra de promisión sufrieron muchos trabajos. Y
así mandó el ángel a Lot que saliese de Regab y [de la] región de Sodoma, y le dijo:
Salva tu vida; no mires hacia atrás, ni te pares en ninguna región circunvecina; sino
ponte a salvo en el monte, no sea que también tú perezcas juntamente con los otros (Gn
19,17).
Un caballero que sube con su caballo [a lo] alto de un monte, alárgale las riendas,
y pónele espuelas. Así San Pablo daba la rienda [a sus sentimientos], cuando decía: Yo,
hermanos, no pienso haber tocado al fin de mi carrera. Mi única mira es, olvidando las
cosas de atrás, y atendiendo sólo y mirando a las de delante, ir corriendo hacia la
meta, para ganar el premio a que Dios llama desde lo alto por Jesucristo (Flp 3,13-14).
Y picaba con las espuelas [cuando añadía]: Castigo mi cuerpo y lo esclavizo, no sea que
habiendo predicado a los otros, venga yo a ser reprobado (1 Co 9,27). Cuando una
acémila o un asno anda cargado, y topa con un prado, huélgase y empieza a comer. Así
Cristo nos muestra hoy un prado, haciendo muestra de su gloria.
16.- [Para que] un campo que está cerca de un arroyo se riegue es necesario que
tenga un bocadero por donde le entre el agua, porque si no le tiene, seco se quedará. Así
el sordo [para Dios], se queda sin el regalo del regadío de su palabra y de su doctrina,
porque no tiene por donde [le entren]. [San Pablo]: La fe proviene del oír, y el oír
depende de la predicación de la palabra de Cristo (Rm 10,17).