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La Transfiguración de Jesús
Apuntes de +Carmelo Juan Giaquinta, arzobispo emérito de Resistencia,
para la homilía del domingo 1° de Cuaresma “A”, Mt 17,1-9, (20-3-2011 )
I. Dos primeros domingos: síntesis del misterio de Cristo
1. En el segundo domingo de Cuaresma siempre leemos el
pasaje de la Transfiguración de Jesús. De este modo, los
dos primeros domingos constituyen un condensado de todo el
misterio de Cristo: el que fue tentado como todos los
hombres, es el resucitado. Y, consecuentemente, lo son del
misterio del discípulo de Cristo. Una manera muy pedagógica
de comenzar el camino cuaresmal hacia la Pascua.
II. La transfiguración anticipo de la resurrección
2. Tengamos presente el contexto en el cual el evangelista
Mateo inserta el pasaje de la transfiguración: a) ha tenido
lugar la profesión de Pedro en Jesús Mesías (cf Mt 16,13-
20); b) Pedro, felicitado por Jesús, se resiste a que el
Mesías sufra la pasión y la muerte (vv.21-23); c) Jesús
anuncia que también su discípulo ha de asumir su propia
cruz (vv. 24-26); d) anuncia su glorificación (vv. 27-28).
A continuación Mateo agrega: “Seis días después, Jesús tomó
a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó a un
monte elevado. Allí se transfiguró en presencia de ellos”
(Mt 17,1-2). El pasaje de la transfiguración está
íntimamente relacionado con el anterior y forman una
unidad. Constituye un enunciado completo del misterio
pascual: muerte y resurrección de Jesucristo.
III. Moisés y Elías: la Ley y los Profetas
3. Viniendo a la escena de la Transfiguración: dado que
este año en el tiempo ordinario leemos el Evangelio según
San Mateo, que hace referencia permanente a que en Jesús se
cumple lo anunciado en las Escrituras, me parece oportuno
resaltar las dos figuras que, en la visión, conversan con
él: “De pronto se les aparecieron Moisés y Elías, hablando
con Jesús” (Mt 17,3). Ambos son los prototipos que
representan las dos grandes partes de la Santa Escritura:
la Ley y los Profetas. El mismo Jesús se refiere así a
ellas: “Todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes,
háganlo por ellos: en esto consiste la Ley y los Profetas"
(Mt 7,12).
El hecho de que Moisés y Elías aparezcan conversando con
Jesús, dice de manera muy plástica que ellos, lo mismo que
toda la Escritura, están referidos a él. Preparan, así, la
escucha de la voz celestial, que subraya de modo
incontrastable que es a Jesús a quien hemos de escuchar: “Y
se oyó una voz que decía desde la nube: Éste es mi Hijo muy
querido, en quien tengo puesta mi predilección: escúchenlo”
(M7 17,5).