Primer Domingo de Cuaresma - Ciclo A
Mons Fulton Sheen
Las Tentaciones de Cristo
La primera tentación
Conociendo que nuestro Señor tenía hambre, Satán señaló unas
piedras pequeñas y oscuras que parecían panes redondos y le dijo:
Si eres Hijo de Dios,
ordena que estas piedras se cambien en pan.
Mt 4, 3
La primera tentación de nuestro Señor fue la de convertirse en
una especie de reformador social y dar pan a las multitudes del
desierto que no pudieran encontrar en él más que piedras. La visión
del mejoramiento social sin una regeneración espiritual ha constituido
una tentación a la que han sucumbido por completo muchos hombres
importantes de la historia. Mas, tratándose de Él, esto no habría sido
un sacrificio adecuado para el Padre; el hombre tiene necesidades
más profundas que la del trigo convertido en pan. Y existen gozos
más grandes que el del estómago repleto.
El maligno espíritu le estaba diciendo: “Empieza con la primacía
de lo económico! ¡Olvida todo lo referente al pecado!” Todavía sigue
diciendo lo mismo con diferentes palabras: “Mi comisario entra en la
escuela y ordena a los niños que recen a Dios pidiéndole pan. Y, al no
ser atendidas las oraciones, entonces mi comisario alimenta a los
niños. El dictador da pan; Dios no lo da, porque Dios no existe, no
existe el alma; sólo hay cuerpo, el placer, el sexo, el animal y, cuando
morimos, todo ha terminado”. Satán estaba tratando de hacer que
nuestro Señor sintiera el horrible contraste entre la divina grandeza