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EN CAMINO
5to domingo de Cuaresma, ciclo “A”.
- 1ra lect.: Ez 37,12-14
- Sal 129
- 2da lect.: Rom 8,8-11
- Evangelio: Jn 11,1-45
Por, Neptalí Díaz Villán CSsR.
Resurrección y Vida
El profeta Ezequiel ejerció su ministerio público durante el exilio forzado de su
pueblo en Babilonia; exilio que se prolongó 49 años (587 – 538 a.C.). Aunque muchos
judíos perdieron su identidad cultural y religiosa, y se unieron a la nueva cultura
dominante, otros pusieron resistencia pacífica y lucharon con todas sus fuerzas para
volver a su tierra. Pero, con el paso de los años los ánimos se fueron diezmando.
Algunos ancianos y enfermos, los más débiles, empezaron a morir en Babilonia.
Recordemos que para el judío su tierra era algo sagrado, pues Dios se la había dado a
Abraham y sus descendientes. El judío debía vivir en su tierra y, una vez muerto, debía
ser sepultado allí mismo y descansar junto a sus padres. Sobrevivir, morir y ser
sepultado fuera de Israel era una experiencia muy tortuosa. Las tumbas en las cuales
reposaban sus seres queridos reflejaban el estado de ánimo del pueblo. La inercia de los
cadáveres representaba el cruel sentimiento que atravesaba la vida de los judíos
extraditados. Ante esa circunstancia aparece la profecía de Ezequiel, un antiguo
sacerdote del templo de Jerusalén, convertido en profeta durante el exilio.
Su voz profética se convierte en la fuerza de Dios en medio del más profundo
desánimo. Ezequiel denuncia los errores de su gente y anuncia la fidelidad de Dios y la
alianza con su pueblo. Descubre la voz de Dios que promete una transformación
radical de la situación y el retorno a su tierra. De esta manera debían reconocer a Dios.
Una vez más confirmamos que conocer a Dios no es tener unas ideas, por muy claras
que sean, o confesar un credo por muy ortodoxo que pueda ser. Conocer a Dios es
experimentar en nuestra propia vida su acción salvadora. Es comprobar en nuestra
propia carne que Él llena de vida nuestros huesos secos y transforma nuestro llanto en
alegría. “Pueblo mío, yo voy a abrir sus tumbas y a sacarlos de ellas y voy a llevarlos otra vez a la
tierra de Israel. Y cuando abra sus tumbas y los saque de ellas, ustedes, pueblo mío, reconocerán que yo
soy el Señor. Pondré mi espíritu de vida en ustedes para que vuelvan a vivir, y los estableceré en su
tierra. Entonces reconocerán que yo, el Seor, lo prometí y lo cumplo. Yo, el Seor, lo garantizo.” (Ez
37,12-14)
Según la ACNUR (Alto Comisionado de la Naciones Unidas para los Refugiados),
hay en el mundo cerca de 27 millones de desplazados. Actualmente, la lista la encabeza
Sudán, seguida por Colombia con 3.5 millones de desplazados. Según la Consultoría
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para los Derechos Humanos y el Desplazamiento (Codhes), una organización privada
colombiana dedicada al estudio de este fenómeno, esa cifra se eleva por encima de los
cuatro millones en Colombia. 1
En Latinoamérica, el caso más triste es el de Colombia , y por eso vale la pena
mirarlo más de cerca. Se trata de personas expulsadas violentamente de sus tierras y
obligadas a marchar a los asentamientos urbanos. Seres humanos que se desarraigan de
su ambiente vital y de su identidad cultural, y los obligan a engrosar los cinturones de
miseria en las grandes ciudades, caldo de cultivo para la prostitución, la delincuencia, el
sicariato, etc. Los causantes de dicho desplazamiento interno, e n el caso colombiano,
son los grupos paramilitares, guerrilleros, narcotráfico y delincuencia civil, así como por
los enfrentamientos entre diferentes bandos, incluida la fuerza pública. Quienes obliga n
a desplazar a millones de campesinos, lo hacen con el fin de despejar rutas para el
narcotráfico o para limpiarle el camino a las multinacionales y su afán de explotar las
riquezas naturales: petróleo, esmeraldas, metales o la biodiversidad del ambiente.
Desplazan, especialmente, para quedarse con las tierras de los pequeños propietarios y
agrandar las haciendas de los terratenientes en las cuales se desarrollan actualmente
macroproyectos de agricultura y ganadería.
Muchos desconocen totalmente el drama q ue viven estos seres humanos y se
molestan no tanto por el dolor que padecen, sino por el estorbo que hacen en las calles
por las cuales deambulan sin rumbo con sus niños famélicos, llenos de parásitos.
Porque hacen de cada semáforo un circo ambulante, un mercado persa en el que se
ofrecen frutas, dulces y baratijas, y porque rayan el vidrio panorámico de los carros
cuando, con un trapo viejo, ofrecen limpiarlos a cambio de una moneda, mientras el
color verde anuncia que es hora de dejar a esos “apestosos” desplazados. Los
victimarios piden ser tratados como héroes e, incluso, como mártires de la democracia.
Tratan por todos los medios de justificar sus acciones violentas y de legitimar las
propiedades que les robaron a los desplazados y en las que hoy hay extensos cultivos de
palma africana, ganadería, etc.
No falta quienes pescan en río revuelto y hacen fiesta con los recursos que deben
llegar para ayudar a desplazados, pero que desaparecen “por arte de magia”, como
sucede con tantas cosas en nuestros países.
Por fortuna y por gracia de Dios, también hay gente que, como Ezequiel, al
contemplar la dura realidad se convierten en profetas de nuestro tiempo. Hay personas
e instituciones nacionales o extranjeras, religiosas o laicas que con un compromiso
profundo por la vida defienden la dignidad pisoteada de estos hermanos nuestros que
son el rostro sufriente de Jesús que nos interpela y nos llama.
A nivel personal digamos que ante cualquier circunstancia de muerte por la cual
podamos pasar, Dios siempre estará presto para abrir nuestras tumbas y conducirnos a
una vida digna y plenamente feliz. Y ante circunstancias duras por las cuales pasan
tantos hermanos nuestros, en nuestros países o en cualquier parte del mundo, tenemos
1 Revista Semana Jueves 16 Diciembre 2010.
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la obligación ética, humana y cristiana de solidarizarnos y de buscar juntos una
humanidad más justa, digna y equitativa.
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El mensaje de la familia a Jesús fue concreto y muy significativo; manifiesta la
identidad de la comunidad con respecto a Él. Se trata de una familia (comunidad) que
se siente amada por Jesús: “Señor, el que tú amas está enfermo.” (v.3). El texto dice luego
que Jesús quería mucho a Marta, a su hermana y a Lázaro (v. 5). Sin lugar a dudas, se
trata de la comunidad del discípulo amado, autora del Cuarto Evangelista, conocido con
el nombre de San Juan.
Cuando llegó Jesús, Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro. (v.17) La muerte
aquí no es tanto biológica sino simbólica. Se trata de la pérdida del sentido en el camino
de Jesús y el abandono del verdadero discipulado.
Marta es presentada como la líder principal que sale al encuentro del Maestro.
¿Cuál es el tremendo problema de la comunidad para que se estén dando realidades de
muerte? Que Jesús estaba ausente. “Marta dijo a Jesús: „Si hubieras estado aquí, mi hermano no
habría muerto‟”. (v.21) Marta es la líder que analiza la situación de su comunidad y
descubre cuál es el problema. Es la teóloga práctica que conoce a Dios, reflexiona sobre
la forma como Él actúa en la vida humana y está en una actitud de búsqueda. Es la
discípula que entra en contacto íntimo, en diálogo, y en comunión con Jesús. Éste, por
su parte, se le revela a esta mujer líder.
Y aquí encontramos, además, una perla que ha estado muy oculta en nuestra
Iglesia piramidal, jerarquizada y dominada por varones. Veamos el texto: “Marta dijo a
El evangelio que hoy leemos es un texto elaborado por las comunidades del
discípulo amado. Es un hermoso testimonio de lo que puede hacer Jesús en la vida del
ser humano que camina con él. Muchos escrituristas especialistas en literatura antigua y
bíblica afirman que esa manera de escribir es más propia de mujeres que de varones,
por el estilo, los detalles y la delicadeza de algunas escenas en las cuales aparece el
discípulo amado, de una manera muy tierna frente a Jesús, como, por ejemplo, la del
lavatorio de los pies en la cual el discípulo se recuesta en su pecho.
Hace ocho días en el evangelio de la sanación del ciego de nacimiento veíamos la
persecución desatada contra las comunidades cristianas por parte de los judíos. Esa era
una hermosa vivencia interna que generaba conflicto con el mundo externo. En el texto
de hoy vemos las crisis dentro de la misma comunidad, así como la puja con los judíos.
Aquí vemos situaciones de muerte que afectan a la comunidad y una experiencia
resucitadora con la presencia de Jesús que les da vida.
Las comunidades del discípulo amado están representadas en este texto por Marta,
María y Lázaro: dos mujeres y un varón. Aquí vemos claramente una comunidad
compuesta en su mayoría por mujeres y liderada por ellas. La comunidad vivía una
crisis interna, en una situación de muerte existencial que la hacía corromperse y oler
mal.
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Jesús: „Si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. 22 - Pero aun así, yo sé que puedes
pedir a Dios cualquier cosa, y Dios te la concederá.‟ 23 - Jesús le dijo: „Tu hermano resucitará.‟ 24 -
Marta respondi: „Ya sé que será resucitado en la resurreccin de los muertos, en el último día.‟ 25 -
Le dijo Jesús: „Yo soy la resurreccin (y la vida). El que cree en mí, aunque muera, vivirá. 26 - El
que vive, el que cree en mí, no morirá para siempre. Crees esto?‟ 27 - Ella contest: „Sí, Seor; yo creo
que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.‟”
¿Saben lo que significa esto? Ésta es nada menos que la confesión mesiánica, que
para los evangelios sinópticos la hace únicamente Pedro (Mt 16,13-20; Mc 8,27; Lc
9,18). Recordemos que después de la confesión mesiánica Jesús le da a Pedro las llaves
del Reino, es decir, el liderazgo en la Iglesia. El cuarto Evangelista no desconoce ni
rechaza el liderazgo de Pedro (Jn 21), pero pone bien presente el liderazgo de mujeres
como Marta, María, hermana de Lázaro, y de María la Magdalena, entre otras.
Recordemos que para el Cuarto Evangelista lo más importante con respecto a
Jesús es el discipulado, el cual debe convertirse en una experiencia dinámica y
transformadora de personas. En este momento de crisis por el cual pasaba la
comunidad, el Maestro seguía llamando. Y es precisamente ahí, en la crisis, cuando el
llamado de Jesús se hace más patente y cuando se redescubre la necesidad de ser
verdaderos discípulos: “28 - Después Marta fue a llamar a su hermana María y le dijo al oído:
„El Maestro está aquí y te llama.‟ 29 - Apenas lo oyó, María se levantó rápidamente y fue a donde él.
30 - Jesús no había entrado aún en el pueblo, sino que seguía en el mismo lugar donde Marta lo había
encontrado. 31 - Los judíos que estaban con María en la casa consolándola, al ver que se levantaba
aprisa y salía, pensaron que iba a llorar al sepulcro y la siguieron. 32 Al llegar María a donde estaba
Jesús, en cuanto lo vio, cay a sus pies y le dijo: „Seor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría
muerto.‟”
Luego encontramos otro signo que nos deja ver cómo esta comunidad se sentía
profundamente enraizada en el corazón de Jesús. La crisis de la comunidad causaba
llanto al Maestro: “33 - Al ver Jesús el llanto de María y de todos los judíos que estaban con ella,
su espíritu se conmovió profundamente y se turbó. 34 - Y pregunt: „Dnde lo han puesto?‟ Le
contestaron: „Seor, ven a ver.‟ 35 - Y Jesús lloró. 36 - Los judíos decían: „Miren cmo lo amaba!‟”
En varias ocasiones el relato nos presenta la forma como los judíos rivalizan con
la obra de Jesús. Para ellos Lázaro estaba muerto, y lo único que se podía hacer era
consolar a María y no más. Estaban siempre atentos para criticar a Jesús: “37 - Pero
algunos dijeron: „Si pudo abrir los ojos al ciego, no podía haber hecho algo para que éste no muriera?‟”
El sepulcro de piedra cerrado y el mal olor del cuerpo de Lázaro hacía pensar a
Marta que la situación era muy difícil de cambiar, casi imposible. Pero en medio de
cualquier circunstancia, por medio de Jesús, Dios sigue manifestando su gloria que es la
salvación del ser humano: “38 - Jesús, conmovido de nuevo en su interior, se acercó al sepulcro.
Era una cueva cerrada con una piedra. 39 - Jesús orden: „Quiten la piedra.‟ Marta, hermana del
muerto, le dijo: „Seor, ya tiene mal olor, pues lleva cuatro días.‟ 40 - Jesús le respondió: "¿No te he
dicho que si crees verás la gloria de Dios?”
La oración de Jesús manifiesta una confianza absoluta en la obra del Padre: “41 -
Y quitaron la piedra. Jesús levant los ojos al cielo y exclam: „Te doy gracias, Padre, porque me has
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escuchado. 42 - Yo sabía que siempre me escuchas; pero yo lo digo por esta gente, porque así creerán
que tú me has enviado.‟”
Así como llamó a María y ésta salió a su encuentro, luego llamó a Lázaro y éste
salió del sepulcro. Su crisis lo tenía con las manos y los pies atados, lo cual le impedía
trabajar por el reino y caminar con Jesús. La cabeza la tenía cubierta con un velo, por lo
cual estaba impedido para ver y para pensar. Cuando Lázaro salió, lo primero que dijo
Jesús fue que lo desataran y lo dejaran caminar, es decir, que le dieran otra oportunidad
dentro de la comunidad para que continuara su discipulado: “43 - Al decir esto, gritó con
fuerte voz: „Lázaro, sal fuera!‟ 44 - Y salió el muerto. Tenía las manos y los pies atados con vendas y
la cabeza cubierta con un velo. Jesús les dijo: „Desátenlo y déjenlo caminar.‟”
Al final del relato aparecen, de nuevo, los judíos. Unos creyeron en Jesús y se
convirtieron en discípulos, y otros siguen como rivales acérrimos a tal punto que
maquinaron para matarlo. “45 - Muchos judíos que habían ido a casa de María creyeron en Jesús
al ver lo que había hecho. 46 - Pero otros fueron donde los fariseos y les contaron lo que Jesús había
hecho. 47 - Entonces los jefes de los sacerdotes y los fariseos convocaron el Consejo y preguntaban:
„Qué hacemos? Este hombre hace muchos milagros. 48 - Si lo dejamos que siga así, todos van a creer
en él, y luego intervendrán los romanos y destruirán nuestro Lugar Santo y nuestra nacin.‟ 49 -
Entonces habló uno de ellos, Caifás, que era el sumo sacerdote aquel ao, y dijo: „Ustedes no entienden
nada. 50 No se dan cuenta de que es mejor que muera un solo hombre por el pueblo y no que perezca
toda la nacin.‟ 51 - Estas palabras de Caifás no venían de sí mismo, sino que, como era sumo
sacerdote aquel año, profetizó en aquel momento; Jesús iba a morir por la nación; 52 - y no sólo por
la nación, sino también para reunir a los hijos de Dios que estaban dispersos. 53 - Y desde ese día
estuvieron decididos a matarlo. 54 Jesús ya no podía moverse libremente como quería entre los judíos.
Se retiró, pues, a la región cercana al desierto y se quedó con sus discípulos en una ciudad llamada
Efraín.”
Vale la pena que apliquemos este texto a nuestra vida personal y comunitaria.
¿Puedo decir que mi familia y la comunidad con la cual realizo mi camino de fe se
siente amada por Jesús? Como discípulo ¿Me siento amado por Jesús? ¿En algún
momento de nuestra vida discipular, a nivel personal o a nivel comunitario, Jesús ha
estado ausente? ¿Hemos sido testigos de la gloria de Dios en nuestra vida? ¿Cuál es el
papel de las mujeres en nuestras comunidades cristianas y en nuestra Iglesia universal?
¿Se parece en algo a la comunidad del discípulo amado? ¿Por qué en nuestra comunidad
eclesial universal existen los Padres de la Iglesia y no las Madres de la Iglesia?, ¿La
Patrística y no la Matrística? ¿Eso tiene que ser así por los siglos de los siglos o puede
cambiar con la dinámica cultural, y apoyados en el evangelio?
Oración
Señor Jesús, te damos gracias por tu presencia en nuestras vidas. Gracias por
todas las experiencias bellas que hemos tenido contigo como personas, como familias,
como comunidades. Gracias por conducir nuestra existencia por buen camino, por
iluminar nuestra historia y hacer de ella una historia de salvación y de vida, en medio de
tantas realidades de muerte.
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Recocemos que entre nosotros también vivimos crisis, experiencias de división, de
maltrato, de indiferencia, de maldad, de muerte… Reconocemos que muchas veces
actuamos de espaldas a tu presencia, de espaldas al amor, a la verdad, al respeto por el
otro… y por eso experimentamos la ausencia de vida, la muerte existencial, el mal olor
de la falsedad, de la mentira, del desamor… y podríamos decir como Marta y María:
Jesús, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto… si estuvieras con
nosotros, si tu amor, tu paz, tu luz, tu Espíritu, estuviera con nosotros, no estuviéramos
pasando por éstas…
Pero sabemos que las crisis se convierten en oportunidades y que tu presencia
transforma de nuevo nuestra vida. Creemos en tu Palabra cuando dices: ¿no te digo que si
crees verás la gloria de Dios? Creemos que Tú abres nuestros sepulcros malolientes,
purificas nuestro ambiente, curas nuestras heridas y nos das fuerza y valor para
levantarnos y caminar comprometidos buscando juntos una humanidad nueva.
Abrimos nuestra vida, todo nuestro ser a la acción de tu Espíritu para que nos
renueves totalmente, para que vivas siempre en medio de nosotros y podamos ver la
gloria del Padre y Madre Dios. Amén.