DOMINGO/2/CUARESMA/A 20/MARZO/2011
Génesis 12,1-4a
En aquellos días, el Señor dijo a Abrán: "Sal de tu tierra y de la casa de tu
padre, hacia la tierra que te mostraré. Haré de ti un gran pueblo, te bendeciré, haré
famoso tu nombre, y será una bendición. Bendeciré a los que te bendigan,
maldeciré a los que te maldigan. Con tu nombre se bendecirán todas las familias
del mundo." Abrán marchó, como le había dicho el señor.
Salmo responsorial: 32
R/Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti
La palabra del Señor es sincera, / y todas sus acciones son leales; / él ama la
justicia y el derecho, / y su misericordia llena la tierra. R.
Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, / en los que esperan en su
misericordia, / para librar sus vidas de la muerte / y reanimarlos en tiempo de
hambre. R.
Nosotros aguardamos al Señor: / él es nuestro auxilio y escudo. / Que tu
misericordia, Señor, venga sobre nosotros, / como lo esperamos de ti. R.
2Timoteo 1,8b-10
Querido hermano: Toma parte en los duros trabajos del Evangelio, según la
fuerza de Dios. Él nos salvó y nos llamó a una vida santa, no por nuestros méritos,
sino porque, desde tiempo inmemorial, Dios dispuso darnos su gracia, por medio de
Jesucristo; y ahora, esa gracia se ha manifestado al aparecer nuestro Salvador
Jesucristo, que destruyó la muerte y sacó a la luz la vida inmortal, por medio del
Evangelio.
Mateo 17,1-9
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro,a Santiago y a su hermano
Juan y se los llevó aparte a una montaña alta. Se transfiguró delante de ellos, y su
rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y
se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él. Pedro, entonces, tomó la
palabra y dijo a Jesús: "Señor, ¡qué bien se está aquí! Si quieres, haré tres tiendas:
una para ti, otra para Moisés y otra para Elías." Todavía estaba hablando cuando
una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía: "Éste
es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo." Al oírlo, los discípulos cayeron de
bruces, llenos de espanto. Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo: "Levantaos, no
temáis."
Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo. Cuando bajaban de
la montaña, Jesús les mandó: "No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del
hombre resucite de entre los muertos."
COMENTARIOS
GÉNESIS. Dios elige libremente a Abrahán, para llevar a cabo, por medio de
él, su plan salvífico. La escena, sumamente escueta, tiene como actor principal a
Dios; el patriarca sólo escucha, no dice nada; y finalmente responderá a la
llamada.
Dios dirige su palabra al patriarca en forma de mandato: “Vete” . Abrahán
debe romper con toda su vida anterior y con todos los lazos naturales. A cambio,
debe dirigirse a una tierra que no conoce y que no posee. Sólo sabe que Dios se la
dará a conocer. Por medio de su mandato, el Señor invita a Abrahán a establecer
una nueva relación con Dios basada en la confianza. Vivir caminando, siguiendo un
plan que sólo está en manos de Dios.
MATEO. El relato describe una serie de fenómenos que evocan el mundo de
lo celeste: rostro, vestidos… Todo el conjunto está plagado de alusiones a los dos
personajes que se aparecen: Moisés y Elías. Ellos son los representantes de la ley y
los profetas, a los que el Hijo viene a dar plenitud. Pedro reacciona ante lo que ve,
con el deseo de permanecer.
La voz desde la nube retoma exactamente las palabras que escuchábamos en
el bautismo. Sin embargo, este episodio aporta una novedad sobre aquél: el
imperativo escuchadlo . La reacción ahora es de espanto. La luz les ha llenado de
sombra.
Jesús devuelve a la calma con su habitual no temáis . Y descienden de nuevo
a la vida, al seguimiento.
Al bajar, su conversación orienta hacia la resurrección de entre los muertos ;
será entonces cuando entiendan.
Los discípulos necesitaban descubrir toda la verdad de Jesús, no para
aferrarse a ella sino para comunicarla a los hombres “cuando el Hijo del hombre
haya resucitado de entre los muertos”. Antes, han de bajar del monte al valle
de la vida y de los hombres y seguir los pasos de Jesús.
Juan Alarcón, s.j. .
(Extracto de SAL TERRAE: HOMILÉTICA)