4º Domingo de Pascua - A
Evangelio de la Misa: Jn 10,1-10 - El Buen Pastor
La parábola del Buen Pastor es una de las más expresivas para conocer a
Cristo, y sigue siendo fácilmente comprensible aún en los ambientes poco
rurales. Cristo se compara a Buen Pastor, que cuida de sus ovejas, que somos
nosotros. El nos procura cuidado y cariño, alimento y protección. Nos advierte de
los peligros de la vida y nos orienta para sortearlos, nos lleva a los mejores
pastos, que son su doctrina y su ejemplo y sobre todo el alimento espiritual de
la gracia santificante a través de los sacramentos. Ahora son los sacerdotes y
obispos, y el Pastor común, el Papa, quienes hacen las veces de Cristo-Pastor
entre nosotros. No se les puede ver y juzgar de otra manera.
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Oración para cada día de la semana
Señor, que nos aleccionaste con la elocuente parábola
del Buen Pastor, para que mejor te conozcamos, y te tratemos,
y más fácilmente acudamos a Ti.
Gracias, Señor, por los cuidados que nos proporcionas,
para que el error, o los enemigos de la fe y de la verdad no nos dañen.
Gracias por el alimento de la Palabra de Dios,
que yo debo conocer en profundidad;
y por alimento de la Eucaristía que nutre y fortalece mi vida interior.
Deseo participar siempre en la Eucaristía dominical,
y también frecuentemente a diario, pues ahí nos ofreces
la Mesa de la Palabra y la Mesa de tu Cuerpo y Sangre.
Sin ellos sé que no puedo vivir y perseverar en la fe y el amor cristiano.
Dame hambre de tu Palabra y de tu Cuerpo Eucarístico.
Hazme obediente y fiel a tus enseñanzas, que ahora siguen predicando
los sacerdotes, nuestros pastores en medio del Pueblo de Dios.
Te pido por el Papa actual, Benedicto XVI, el Pastor de toda la Iglesia,
para que sea fiel a su misión y nos aliente con su palabra
y su ejemplo de santidad y entrega.
Te pido por todos los obispos, sucesores de los Apóstoles,
para apacentar las parcelas de la Iglesia, o Diócesis, que hay en todo el mundo,
para que sean diligentes y valientes defensores de la Palabra de Dios.
También deseo encomendarte a los sacerdotes:
primero para que no nos falten y por tanto abunden las vocaciones sacerdotales;
y en segundo lugar para que sean ejemplares en su conducta
y en su dedicación de servir al Pueblo de Dios.
Padre Segismundo Fernandez Rodríguez