Fiesta, Santísima Trinidad - A
Evangelio de la Misa: Jn 3,16-18 - Un Padre y un Amigo
Hoy la Liturgia cristiana celebra y contempla el misterio de Dio s Uno y
Trino. De ese Dios tal como nos lo reveló Jesucristo, que aparentemente es un
misterio tan profundo como incomprensible de descifrar, pero que en la vida
práctica es tan conmovedor como asequible para quien, con humildad y ansias
de amor, se acerca a esta verdad de nuestra fe cristiana.
La Santísima Trinidad más que un misterio incomprensible es un libro
abierto lleno de tesoros espirituales a descubrir y a gozar.
_____________________________________________________
Oración para cada día de la semana
Señor, Jesús, que te has mostrado como el Hijo de Dios Padre,
que nos envías el Espíritu Santo, para que, en unidad de naturaleza divina,
y en la Trinidad de personas podamos entenderos y sobre todo trataros mejor.
Sé que no puedo comprenderlo del todo,
pero dame la humildad suficiente para reconocer mis limitaciones
y mi pequeñez humana. Solo desde la humildad se puede llegar a la verdad.
Esa verdad, que salva y libera, que consuela y compromete.
Por supuesto, Señor, necesito ser humilde, pero también instruido,
para descubrir la verdad de tu misterio en mi vida
de caridad y entrega, de santidad y solidaridad.
Señor, te veo como un Padre bueno y misericordioso, que nos ha creado
y nos gobierna, que nos mima y nos perdona con amor paternal.
Considerándome hijo tuyo, me siento especialmente confiado,
y más obligado a corresponder como un buen hijo en mi trabajo de cada día.
Que jamás pierda este sentimiento de hijo en mis oraciones
y sacrificios, en mis alegrías y mis penas.
Al encarnarte en las entrañas de María te hiciste uno de nosotros,
y desde entonces te podemos llamar y tratar también como hermano
y como amigo. Así lo quisiste desde que nos dijiste que eras el Hijo de Dios,
hecho hombre. Pues con esta confianza que me ofreces te pido, Señor,
que nunca me dejes solo en el camino de la vida.
También nos ofreces tu Espíritu Santo, que nos ilumina, nos fortalece,
nos perdona, nos transforma y compromete a una mayor santidad.
Dame, Señor fidelidad a tu Espíritu, para que mi santidad
sea auténtica y más apostólica, y también alegre y atractiva.
Padre Segismundo Fernandez Rodríguez