II Domingo NAVIDAD - A
Evangelio: Jn 1,1-18 La Palabra se hizo carne
El domingo que puede caer entre el uno de Enero, fiesta de la Maternidad
divina de María, y la fiesta de la Epifanía, tiene su liturgia propia. En este día la
Ig lesia sigue invitando a los cristianos a mantener la alegría y la gratitud por el
Nacimiento de Cristo. Su mensaje es tan profundo e inabarcable, como
sugerente y enternecedor, y siempre estimulante para la fe, la caridad y los
compromisos cristianos.
El Evangelio de la Misa de hoy es el prólogo de San Juan, verdadero
tratado teológico sobre la Encarnación y la Redención, que también se ha leído
y proclamad precisamente el día de la Navidad, después de haber leído en las
misas previas los textos o relatos del Nacimiento de Cristo.
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Oración para cada día de la semana
Señor, Jesús, siguen resonando los villancicos en mi corazón para
cantarte,
adorarte, alabarte y manifestarse los mejores sentimientos,
que caben en mi corazón, bueno, noble y generoso.
¡Qué bien han sabido nuestros antepasados cristianos expresar la alegría y el
gozo,
la súplica y la alabanza, la gratitud y los compromisos, con los villancicos!
Quiero, Señor, hacerlos todos oración y alabanza, cántico y aplauso,
himnos
y vítores a tu Nacimiento,¡Tantos recuerdos cada año en estos días, tantos
buenos sentimientos me suscitan cuando te contemplo en la cuna de Belén;
tantas alegrías personales y compartidas con la familia, y con los amigos y
vecinos, en cada Navidad,
que no puedo menos de agradecerte haber celebrado tu Navidad un año más.
A la vez te pido, Señor, que procure hacer de cada día una Navidad,
viviendo tu mensaje de paz y de amor, en mi familia, con mis amigos y colegas
de trabajo y diversión; y que me preocupe y trabaje apostólicamente
para bien de todos; y que sobre todo, cuantos me rodean habitualmente
puedan disfrutar siempre de la fe y de la caridad cristiana que llevo en el
corazón.
El Evangelio me recuerda que “tu Palabra se hizo carne y acampó entre
nosotros”, que te hiciste altavoz, historia, compañero de la vida, presencia
entre nosotros.Que nadie la desconozca, o la menosprecie,
que todos la escuchen, la acepten, la vivan y la disfruten.
Quiero, Señor, vivir siempre en tu Amor; e, iluminado y guiado por tus
enseñanzas,
caminar por la verdadera senda que marcan tus mandamientos,
para que nunca tropiece, me desoriente, o me pierda,
ni sufra por caminos oscuros, azarosos o endiablados.
Ayúdame “saborear”, “sentir” y disfrutar de tus palabras: “A cuantos le
recibieron,
les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre”.
Padre Segismundo Fernandez Rodríguez