EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Lucas 15,1-3.11-32.
Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo.
Los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: "Este hombre recibe a los
pecadores y come con ellos".
Jesús les dijo entonces esta parábola:
Jesús dijo también: "Un hombre tenía dos hijos.
El menor de ellos dijo a su padre: 'Padre, dame la parte de herencia que me
corresponde'. Y el padre les repartió sus bienes.
Pocos días después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país
lejano, donde malgastó sus bienes en una vida licenciosa.
Ya había gastado todo, cuando sobrevino mucha miseria en aquel país, y comenzó a
sufrir privaciones.
Entonces se puso al servicio de uno de los habitantes de esa región, que lo envió a
su campo para cuidar cerdos.
El hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que comían los cerdos, pero
nadie se las daba.
Entonces recapacitó y dijo: '¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en
abundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre!
Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: Padre, pequé contra el Cielo y
contra ti;
ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros'.
Entonces partió y volvió a la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos, su
padre lo vio y se conmovió profundamente; corrió a su encuentro, lo abrazó y lo
besó.
El joven le dijo: 'Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no merezco ser llamado
hijo tuyo'.
Pero el padre dijo a sus servidores: 'Traigan en seguida la mejor ropa y vístanlo,
pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies.
Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos,
porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue
encontrado'. Y comenzó la fiesta.
El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música y los
coros que acompañaban la danza.
Y llamando a uno de los sirvientes, le preguntó que significaba eso.
El le respondió: 'Tu hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero
engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo'.
El se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para rogarle que entrara,
pero él le respondió: 'Hace tantos años que te sirvo sin haber desobedecido jamás ni
una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta con mis
amigos.
¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus bienes con
mujeres, haces matar para él el ternero engordado!'.
Pero el padre le dijo: 'Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo.
Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a
la vida, estaba perdido y ha sido encontrado'".
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
Isaac de la Estrella (?-v. 1171), monje del Cister
2º sermón por Todos los Santos § 13-2
« Entonces volviéndose a sí mismo, se dijo...: ' Aquí muero de hambre. Voy
a volver a casa de mi padre' »
«Bienaventurados los que lloran porque serán consolados» (Mt 5,5). Por esta
palabra el Señor quiere hacernos comprender que el camino de la alegría es el
llanto. Por la desolación se va a la consolación; es perdiendo su vida como la
encuentra, rechazándola como se la posee, odiándola como se la ama,
despreciándola como se la conserva (cf Lc 9, 23s). Si quieres conocerte a ti mismo y
dominarte, entra en ti mismo y no te busques fuera... Entra pues en ti mismo,
pecador, entra donde existes verdaderamente: en tu corazón. En el exterior, eres un
animal, a imagen del mundo...; dentro, tu eres un hombre, a imagen de Dios (Gn
1,26), y por tanto capaz de ser deificado.
Por lo tanto, hermanos, ¿el hombre que entra en sí mismo, no se descubrirá
lejos, como el hijo pródigo, en una región distinta, en una tierra extranjera, en la
que se sienta y llora con el recuerdo de su padre y de su patria?... « Oh Adán,
¿dónde estás? » (Gn 3,9) Quizás todavía en la sombra para no verte: coses juntas
hojas de vanidad para cubrir tu vergüenza (Gn 3,7),mirando lo que está alrededor
de ti y lo que es tuyo, porque tus ojos están muy abiertos sobre tales cosas. Pero
mira dentro, mírate: es allí donde se encuentra el mayor motivo de vergüenza...
Es evidente, hermanos: vivimos fuera de nosotros mismos... Es por ello que la
Sabiduría tiene interés siempre de invitarnos a la casa del duelo más que a la casa
del banquete (Eccl 7,3), es decir recordarle en sí mismo al hombre que estaba fuera
de sí, diciéndole: « Bienaventurados los que lloran» y en otro pasaje: « Desdichados
de vosotros que reís ahora » (Lc 6,25)... Hermanos míos, gimamos en presencia del
Señor: que su bondad le lleve a perdonarnos... Dichosos los que lloran, no porque
lloran, sino porque serán consolados. El llanto es el camino; el consuelo es la
beatitud.
“servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”