Conocer a Dios y vivir de Él.
06/04/2011
Evangelio
Del santo Evangelio según san Juan 5, 17-30
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos (que lo perseguían por hacer curaciones en
sábado): “Mi Padre trabaja siempre y yo también trabajo”. Por eso los judíos
buscaban con mayor empeño darle muerte, ya que no sólo violaba el sábado, sino
que llamaba Padre suyo a Dios, igualándose así con Dios.
Entonces Jesús les habl en estos términos: “Yo les aseguro: El Hijo no puede
hacer nada por su cuenta y sólo hace lo que le ve hacer al Padre; lo que hace el
Padre también lo hace el Hijo. El Padre ama al Hijo y le manifiesta todo lo que
hace; le manifestará obras todavía mayores que éstas, para asombro de ustedes.
Así como el Padre resucita a los muertos y les da la vida, así también el Hijo de la
vida a quien él quiere dársela. El Padre no juzga a nadie, porque todo juicio se lo ha
dado el Hijo, para que todos honren al Hijo, como honran al Padre. El que no honra
al Hijo tampoco honra al Padre.
Yo les aseguro que, quien escucha mi palabra y cree en el que me envió, tiene vida
eterna y no será condenado en el juicio, porque ya pasó de la muerte a la vida.
Les aseguro que viene la hora, y ya está aquí, en que los muertos oirán la voz del
Hijo de Dios, y los que la hayan oído vivirán. Pues así como el Padre tiene la vida
en sí mismo, también le ha dado al Hijo tener la vida en sí mismo; y le ha dado el
poder de juzgar, porque es el Hijo del hombre.
No se asombren de esto, porque viene la hora en que todos los que yacen en la
tumba oirán mi voz y resucitarán: los que hicieron el bien para la vida; los que
hicieron el mal, para la condenación. Yo nada puedo hacer por mí mismo. Según lo
que oigo, juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad
del que me envi”.
Oración introductoria
Señor mío, Tú eres mi destino y la razón de toda mi existencia. Creo en Ti porque
en el Bautismo me diste el don de la fe. En este momento, con un acto libre de mi
voluntad, quiero entregarme completamente a Ti en esta oración, ve mi esfuerzo,
confío en tu Divina Providencia y espero tu gracia salvadora.
Petición
Señor mío y Dios mío, dame tu gracia para conocer y cumplir siempre tu voluntad.
Meditación
«Hay una fuerte corriente de pensamiento laicista que quiere apartar a Dios de la
vida de las personas y la sociedad, planteando e intentando crear un „paraíso‟ sin
Él. Pero la experiencia ensea que el mundo sin Dios se convierte en un „infierno‟
(…). En cambio, cuando las personas y los pueblos acogen la presencia de Dios, le
adoran en verdad y escuchan su voz, se construye concretamente la civilización del
amor (…). Hay cristianos que se dejan seducir por el modo de pensar laicista, o son
atraídos por corrientes religiosas que les alejan de la fe en Jesucristo. Otros, sin
dejarse seducir por ellas, sencillamente han dejado que se enfriara su fe (…)
Entablad y cultivad un diálogo personal con Jesucristo, en la fe. Conocedle
mediante la lectura de los Evangelios y del Catecismo de la Iglesia Católica; hablad
con Él en la oracin, confiad en Él. Nunca os traicionará. (…) Así podréis adquirir
una fe madura, sólida, que no se funda únicamente en un sentimiento religioso o
en un vago recuerdo del catecismo de vuestra infancia. Podréis conocer a Dios y
vivir auténticamente de Él» (Mensaje del Santo Padre Benedicto XVI para la XXVI
Jornada Mundial de la Juventud 2011).
Reflexión apostólica
«El amor siempre busca la mayor unión entre las personas. Y nuestra unión filial
con Dios, como dice san Juan, se manifiesta y crece en la medida que cumplimos su
voluntad. Por lo cual, el amor a Dios impulsa en todo momento a conocer y hacer
su voluntad divina, aunque sea costosa, pero siempre por amor: hacer lo que Dios
quiera y querer lo que Él permita para nuestro bien, fundiendo la propia voluntad
con la de Dios» (Manual del miembro del Movimiento Regnum Christi , n. 141).
Propósito
Leer diariamente el Catecismo de la Iglesia Católica durante, al menos, 5 minutos.
Diálogo con Cristo
Señor Jesús, permite que crezca mi amor. Con frecuencia te he preguntado dónde
puedo encontrarte, cómo puedo buscarte. Gracias porque hoy me doy cuenta de
que Tú sólo me pides obediencia y sumisión a tu voluntad para poder hallarte en
todas las personas de mi entorno familiar y social. Ésa es tu voluntad. Que te ame
especialmente en ese miembro de mi familia con el que más cuesta comunicarme o
con ese compañero de trabajo o de estudio que tanto me impacienta. Dame un
corazón magnánimo para que sepa amar a todos como Tú me has enseñado que
debo amarlos.
«La voluntad de Dios debe ser para nosotros la razón y el sentido de toda nuestra
vida, como lo fue para Cristo, quien viniendo a este mundo consagró su existencia
con aquellas palabras: «Heme aquí que vengo para hacer, oh Dios, tu voluntad»
( Cristo al centro, n. 2312)