DOMINGO/5/CUARESMA/A 10/MARZO/2011
Ezequiel 37,12-14
Así dice el Señor: "Yo mismo abriré vuestros sepulcros, y os haré salir de
vuestros sepulcros, pueblo mío, y os traeré a la tierra de Israel. Y, cuando abra
vuestros sepulcros y os saque de vuestros sepulcros, pueblo mío, sabréis que soy el
Señor. Os infundiré mi espíritu, y viviréis; os colocaré en vuestra tierra y sabréis
que yo, el Señor, lo digo y lo hago." Oráculo del Señor.
Salmo responsorial: 129
R/Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa.
Desde lo hondo a ti grito, Señor; / Señor, escucha mi voz; / estén tus oídos
atentos / a la voz de mi súplica. R.
Si llevas cuentas de los delitos, Señor, / ¿quién podrá resistir? / Pero de ti
procede el perdón, / así infundes respeto. R.
Mi alma espera en el Señor, / espera en su palabra; / mi alma guarda al
Señor, / más que el centinela la aurora. / Aguarde Israel al Señor, / como el
centinela la aurora. R.
Porque del Señor viene la misericordia, / la redención copiosa; / y él redimirá
a Israel / de todos sus delitos. R.
Romanos 8,8-11
Hermanos: Los que viven sujetos a la carne no pueden agradar a Dios.Pero
vosotros no estáis sujetos a la carne, sino al espíritu, ya que el Espíritu de Dios
habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo no es de Cristo. Pues bien,
si Cristo está en vosotros, el cuerpo está muerto por el pecado, pero el espíritu vive
por la justificación obtenida. Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los
muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús
vivificará también vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en
vosotros.
Juan 11,1-45
En aquel tiempo, las hermanas de Lázaro mandaron recado a Jesús,
diciendo: "Señor, tu amigo está enfermo." Jesús, al oírlo, dijo: "Esta enfermedad no
acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de
Dios sea glorificado por ella." Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro.
Cuando se enteró de que estaba enfermo, se quedó todavía dos días en donde
estaba. Sólo entonces dice a sus discípulos: "Vamos otra vez a Judea." Jesús les
dijo claramente: "Lázaro ha muerto, y me alegro por vosotros de que no hayamos
estado allí, para que creáis."
Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Y dijo Marta a
Jesús: "Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún
ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá." Jesús le dijo: "Tu
hermano resucitará." Marta respondió: "Sé que resucitará en la resurrección del
último día." Jesús le dice: "Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí,
aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para
siempre. ¿Crees esto?" Ella le contestó: "Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el
Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo."
Jesús, viéndola llorar a ella y viendo llorar a los judíos que la acompañaban,
sollozó y, muy conmovido, preguntó: "¿Donde lo habéis enterrado?" Le
contestaron: "Señor, ven a verlo." Jesús se echó a llorar. Los judíos comentaban:
"¡Cómo lo quería!" Pero algunos dijeron: "Y uno que le ha abierto los ojos a un
ciego, ¿no podía haber impedido que muriera éste?" Jesús, sollozando de nuevo,
llega al sepulcro. Era una cavidad cubierta con una losa. Dice Jesús: "Quitad la
losa." Marta, la hermana del muerto, le dice: "Señor, ya huele mal, porque lleva
cuatro días." Jesús le dice: "¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?"
Entonces quitaron la losa. Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo: "Padre, te doy
gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo
por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado." Y dicho esto,
gritó con voz potente: "Lázaro, ven afuera." El muerto salió, los pies y las manos
atados con vendas, y la cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo: "Desatadlo y
dejadlo andar."
Y muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había
hecho Jesús, creyeron en él.
COMENTARIOS
EZEQUIEL. La profecía responde a una situación desesperada del pueblo en el
destierro de Babilonia. “Ellos andan diciendo: Se han secado nuestros huesos, se ha
desvanecido nuestra esperanza, todo se ha acabado para nosotros” (Ez 37,11). Es
la pregunta radical por la existencia en una situación dramática.
El profeta traslada la situación del pueblo a la imagen del sepulcro (vv.12-
14). En el destierro Israel es un muerto en vida. Pero Dios no quiere la muerte de
su pueblo, sino la vida; una existencia en su tierra, reconociendo al Señor como un
Dios soberano de la historia.
* El profeta retoma el esquema clásico del primer éxodo para describir la
accin de Dios como un Nuevo Éxodo. El Seor “hará salir” a su pueblo del sepulcro
como le hizo salir de Egipto. Hará entrar en ellos su propio Espíritu; el pueblo de
Dios no ha existido y no puede existir más que por el espíritu de Yahvé, por su
acción y por su gracia. La entrada del Espíritu en ellos, permitirá la entrada en la
tierra como antao (“os llevaré de nuevo al suelo de Israel”), y en una nueva
existencia en la que el pueblo conocerá íntimamente al Señor. El conocimiento del
Señor, el restablecimiento de su unión con Él, es la conclusión de todo el relato.
Intencionalmente el texto sólo habla de la reconstrucción histórica de Israel.
Pero esta página es un símbolo que desborda esa primera intención; ha dado
expresión a las ansias más radicales del hombre: la victoria de la vida sobre la
muerte.
JUAN. Todo nuestro texto está lleno de alusiones a la muerte. Esta escena
manifiesta de modo simbólico la gran paradoja: el que da la vida termina
ajusticiado.
La composición del pasaje está construida fundamentalmente a base de
diálogos. Son las palabras más que las acciones las que lo dirigen, mientras va
apareciendo su significado.
Al describir las circunstancias que ponen en marcha el relato, la consciencia
de Jesús expresa la voluntariedad de la decisión a la hora de afrontar su destino y
su jerarquía de valores: lo que puede es la fidelidad a sumisión de dar vida, su
cariño, su hacer las obras del Padre. A Jesús no le quitan la vida sino que la
entrega, y en esa entrega proporciona la vida.
El diálogo con Marta muestra la trascendencia de lo que Cristo significa: el
Dios de la vida vence sobre todo lo que la limita. El segundo diálogo, con María,
sirve para desvelar la interioridad de Jesús expresando la fuente de su hacer: el
amor concreto. En torno a la tumba tiene lugar la revelación de este importante
signo en dos momentos, la oración y la resucitación.
Hoy nos invita el Señor a que nos atrevamos a vivir esa Vida. Curiosamente
tenemos miedo a vivirla. Nos ofrece un entrenamiento de la Pascua , lanzarnos
desde nuestras muertes a la vida, desde el sepulcro, que es nuestro corazón
cuando se repliega sobre sí y se cierra en innumerables formas de egoísmo, al
sepulcro lleno de vida del resucitado. Cualquiera puede hacer la lista de los
sepulcros en que nos hemos sepultado: rutina, desengaos, miserias, desamores…
“¡Sal fuera!” -nos manda-, como a Lázaro. Sal de ti; deja de pensar en ti. Deja de
darte vueltas atándote de pies y manos con tus propias vendas; sal a mirar por
otros, por todos. Esa es la vida. La que vive Jesús.
Juan Alarcón, s.j.
(Extracto de Sal Térrea HOMILÉTICA)