JUEVES SANTO
SERMON 4º DEL MANDATO 1
Fragmentos sobre el mismo Evangelio
"Si no te lavare los pies, no tendrás parte conmigo" Juan 13,8
1.- El gran amor de nuestro Señor hacia los hombres le obligó a pronunciar en su despedida este
divino Sermón, a dejar su santísimo Cuerpo en la Eucaristía y a lavar los pies de sus discípulos. Dice
San Juan: Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin (Jn 13,1). Este
amor que Cristo mostró al final de su vida es como el reloj, que funciona de continuo
acompasadamente, pero en el momento de dar la hora lo hace con ímpetu. Pues eso mismo hizo Cristo
a lo largo de su vida. En la encarnación mostró su amor, y lo mismo en el momento de su nacimiento,
etc., pero a la hora de morir todas sus ruedas se dispararon. Por otra parte, Cristo se comportó en esta
ocasión como Noé, que plantó una viña y se embriagó en ella (cfr. Gn 9,20). Pues así Cristo, plantó la
viña de la Iglesia y, por amor a ella, quiso morir y realizar tantas hazañas. Además, Cristo se portó
como el unicornio. Es sabido que, para atrapar a éste, se colocan dos doncellas cerca de él; una con un
arpa, y la otra con un vaso. La del arpa, con su música, lo embauca, lo atrae hacia sus faldas y allí lo
mata. Y la que lleva el vaso, con éste recoge la sangre. La doncella del arpa representa a la Sinagoga
que con su música le cantaba a Cristo: Ven, Señor, y no tardes 2 . ¡Cielos!, derrama d desde arriba
vuestro rocío, y lluevan las nubes al justo; ábrase la tierra y brote el Salvador (Is 45,8) . Muéstranos,
Señor, tu misericordia y danos tu salvación (Sal 84,8). Pero la Sinagoga mató a Cristo, y la Iglesia
Católica recoge su sangre en un vaso, o mejor dicho, en siete vasos que son los siete sacramentos.
2.- Nuestro Señor se hubo con su Iglesia como un padre que ama mucho a su hijo, pero éste
llega un momento en que lo abandona, como hizo el hijo pródigo del Evangelio. Y para reducirlo, el
padre le envía, primero, unos mensajeros que le amenazan con desheredarle si no vuelve; pero el hijo
no les hace caso y no se cura con este envío. Luego el padre le envía otros mensajeros, y a través de
ellos le promete que, si vuelve, le perdonará. Pero el hijo, ni por esas, hace caso. Y finalmente el buen
padre se determina a ir en persona, y se echa a sus pies, y con lágrimas le ruega que vuelva. Y el hijo, al
ver a su padre rendido a sus pies, se le enternece el corazón, y regresa y le sirve. Pues, ¡oh hermanos!,
esto mismo hizo nuestro Padre Dios con los hombres. Primero, para atraerlos y salvarlos, les envió
unos criados, amenazándoles con grandes castigos si no volvían sobre sí. Y en este sentido los castigó
con el diluvio, y anegó a Sodoma, a Natán y a Abirón. Mas viendo que ni por éstas recapacitaban, les
envió otros criados ofreciéndoles muchos regalos y beneficios, como fue el sacarlos de Egipto, el darles
el pan del maná en el desierto, el guiarlos con una columna de nubes, y el abrirles el mar Rojo para que
lo atravesasen a pie firme. Pero, ni por ésas. Por eso, al final se determinó a echarse él mismo a sus
pies. Y esto es lo que hace hoy lavando los pies de sus discípulos. De esta manera el hijo rebelde, como
forzado, se rindió a Dios y le sirvió. Y esto hizo que luego los mártires padeciesen la muerte por Cristo
y que los cristianos dejasen el mundo.
3.- Ahora bien, el unicornio tiene otra propiedad. Se cuenta que en Etiopía, donde él mora, hay
muchas aguas ponzoñosas, y cuando él las toca con su cuerno, las sanea, de forma que los animales que
le siguen y beben de esa agua, no mueren; mientras que los que no le siguen mueren en seguida nada
más probar el agua; y a sus hijos, que todavía no tienen cuernos, les sirve esta agua. Pues de igual
manera, Cristo, con su virtud propia, comunicó la gracia al bautismo, y con su Pasión a todos los demás
sacramentos, para que el pueblo cristiano, como hijo suyo, tenga vida. Dice el Salmista: El amado será
como el hijo del unicornio (Sal 28,6). Pues este hijo amado es la Iglesia Católica. Ahora bien, antes de
1 Obras y sermones , vol. I, pp.467-470. En una nota marginal se lee: "Este sermón lo predicó San Luis en el Lavatorio de
los pies, siendo Prior de San Onofre, en los años 1574-75; y en el Convento de Predicadores de Valencia, siendo Prior en el
año 1577"
2 Antífona de la liturgia del tiempo de Adviento)
este versículo, el Salmista escribe: La voz del Señor quebranta los cedros; el Señor quebranta los
cedros del Líbano (ibid. 5). Por eso le dijo a San Pedro: Si no te lavare los pies, no tendrás parte
conmigo (Jn 13,8). Es decir, que a todos los echará por el suelo, a los que fueren cedros soberbios, a los
que fueren animales que no le siguieron, como son los moros, los herejes, los gentiles y los malos
cristianos, todos los cuales no se aprovechan de las aguas de su Pasión y de la doctrina contenida en los
sacramentos.
4.- Observa que, concluido el lavatorio de los pies, el evangelista escribe: Después de haberles
lavado los pies, Jesús tomó su manto, se puso de nuevo a la mesa, y les dijo: ¿Sabéis lo que he hecho
con vosotros? (Jn 13,12). ¡Oh, qué gran misterio! Primero se quitó las vestiduras y lavó los pies a los
discípulos. Con este gesto se simbolizaba lo que ocurriría al día siguiente, esto es, que lo desnudarían y
lo colocarían sobre una cruz, y desde allí con su sangre lavaría las mancillas de todos los pecados. Y
luego, cuando al tercer día resucitó, se simbolizó que volvería a vestirse de nuevo, pero esta vez no con
ropas mortales, sino inmortales y gloriosas, como lo insinúa el Salmista cuando dice: El Señor tomó
posesión de su reino, revistiéndose de gloria, y armándose y revistiéndose de fortaleza (Sal 92,1). Con
estas vestiduras lo vio San Pablo cuando cayó del caballo y se quedó ciego; por eso dijo: Señor, ¿qué
quieres que haga? (Hch 9,6). Pues todos tenemos que contemplarlo un día así. Y aunque no logremos
verle con estos ojos corporales, por lo menos seamos como Isaac, que aunque no vio las ropas que traía
su hijo Jacob, al menos sintió el perfume y fragancia de ellas. Por tanto, sintamos la fragancia de los
misterios de Cristo y supliquémosle que nos lave, porque de lo contrario, como le dijo a San Pedro: Si
no te lavare, no tendrás parte conmigo (Jn 13,8).
5.- Es costumbre de algunos santos, como de nuestro Padre Santo Domingo y, recientemente,
del P. Maestro fr. Luis Micó, el que al final de sus días exhorten a sus discípulos a la práctica de las
virtudes. Pues lo mismo hizo Cristo. Habiendo mostrado siempre una gran caridad, al final de su vida la
demostró más cumplidamente que nunca. Como dice el evangelista: Los amó hasta el fin . Hizo como la
vela que, cuando se está acabando, da mayor resplandor. Y el Señor dejó el mejor vino para el
momento postrero 3 . Cristo fue además como el cisne, que canta mejor cuando va a morir. Y fue
también como el pelícano que, por dar vida a sus hijos, se desangra él mismo. Aplica estos ejemplos a
lo que estamos comentando y refiere la visión de Ezequiel (Ez 47), según la cual, del Templo salía un
río, que es la caridad, que a unos les llegaba hasta los tobillos, y son los que guardan los mandamientos;
a otros les llegaba hasta las rodillas, y son los que observan los consejos, se dan a la oración y
frecuentan los sacramentos, etc. Y a otros les llegaba hasta la cintura, que son los religiosos
consagrados a Dios. Pero la gran riada sólo se puede aplicar a Cristo, porque como dice el propio Jesús
en el evangelio de San Juan: Nadie tiene amor más grande, que el que da su vida por sus amigos (Jn
15,13). Por eso Cristo se entregó como comida para los hombres y murió por sus enemigos.
6.- Comenta cómo se postró a los pies de unos pescadores y de su enemigo Judas. Y cuando
expliques el diálogo entre Cristo y San Pedro, encarece especialmente aquellas palabras: ¿Tú vas a
lavarme a mí los pies?... Pues si no te los lavo, no tendrás parte conmigo . Pondera mucho lo que
significa no estar amparado por Cristo. Y a este respecto refiere lo que dice Job: Líbrame, Señor, y
ponte a mi lado, y que entonces pelee contra mí la mano de quien quiera (Jb 17,3). Por eso San Pedro
dijo a continuación: No sólo los pies, sino también las manos y la cabeza .
7.- Por otra parte, el Señor quiere que este hecho se tenga siempre presente en la memoria de sus
discípulos. Este es el significado de la pregunta que les hizo a continuación: ¿Sabéis lo que he hecho
con vosotros? (Jn 13,12). Cuenta Bernardo Guido que, en la conquista de Jerusalén, siendo capitán
Godofredo de Bolion, un soldado muy valiente, llamado Golferio, de nacionalidad Lemoniense, oyó
cómo un león gemía en el bosque. Se acercó a él y vio que una culebra le había enroscado todo el
cuerpo. Con su espada arremetió contra la culebra y la hizo pedazos. Y entonces el león, viendo el
beneficio que le había hecho el valiente soldado, se fue con él como un perro manso y le servía,
trayéndole montería y defendiéndole de sus enemigos. Pero llegó el momento en que dicho soldado
quiso regresar a su tierra y se embarcó. Mas como los marineros no quisieran embarcar al león, éste se
metió en el mar tras la nave, hasta que faltándole las fuerzas, se ahogó. Considera cuán grande fue la
gratitud de este león, animal sin conocimiento ni razón, hacia su benefactor, porque le había librado de
3 San Luis remite aquí a los escritos ¿sermones? de F RAY L UIS DE G RANADA con motivo del Jueves Santo.
la culebra. ¡Oh, ingratitud de los cristianos, que se olvidan de Cristo y no lo imitan, habiéndoles librado
no sólo de una culebra silvestre, sino de la culebra del demonio!
8.- Es tan grande el misterio y sacramento que celebramos en el día de hoy, que habría que ser
otro Moisés en persona, para alcanzar algo de lo que en él se contiene. Según el libro del Exodo, Dios
mandó a Moisés subir al monte, y en medio de la niebla le mostró el ejemplar del Tabernáculo que
debía construir, y le dijo: Mira bien y hazlo fabricar conforme al diseño que se te ha propuesto en el
monte (Ex 25,40). Es decir, que para entender algo del misterio que hoy se nos propone, el corazón ha
de estar remontado de todo negocio y cuidado, y cubierto por una niebla venida del cielo. Otrosí le
sucedió a Elías que, cuando cesó el fuego, el terremoto y la persecución de Jezabel, se cubrió el rostro
con su manto y en lo alto del monte Oreb gozó de la gloria de Dios (3 R 19,11-14). Y entre otras cosas
que allí se le mostraron había un Propiciatorio, con dos querubines esculpidos en oro fino a ambos
lados, y con el semblante en actitud de admiración y de asombro. Este Propiciatorio representaba a
Cristo nuestro Señor, del que afirma San Juan: El es la víctima de propiciación por nuestros pecados
(1 Jn 2,2,). Y es que, en verdad, no es posible entender la dignidad y el saber de Cristo, cuando
emprende una acción tan sorprendente como es arrodillarse ante sus discípulos, lavarles lo pies y, entre
ellos, a Judas el traidor. De aquí el que San Pedro, al ver al Señor a sus pies, atónito exclamó: ¿Tú me
vas a lavar a mí los pies?... No me los lavarás jamás (Jn 13,6 y 8). Es decir, que al considerar por una
parte lo excelso del ser de Dios y, por otra, su humildad tan profunda, quedó pasmado y como confuso.
Eso le sucede al que se sube a una torre, dos veces más alta que la Seo de Valencia, y desde allí mira a
lo profundo de abajo; sin duda que se le nublará la vista y se le turbará la cabeza. Y esto es lo que le
sucedió a San Pedro. Por un lado consideraba el ser infinito de Dios, tan grande que ni el mismo Dios
puede añadirle nada, ni quitarle nada, porque es perfectísimo; y por otro lado lo vio tan humillado, al
tenerlo arrodillado a sus pies, que estaba como atónito, pasmado y confundido.
9.- La verdad es que el mundo está fabricado tan sobre falso y la soberbia está tan empinada,
que el Señor quiso poner como fundamento de la vida humana la grandeza de la humildad. En este
sentido escribe San Bernardo: Sin la humildad no se salva nadie 4 . Y el profeta David afirma:
salvarás al pueblo humilde, y humillarás los ojos altaneros (Sal 17,28). Piensa en los regalos
particulares que le hizo a Judas, lavándole los pies con más cariño que a ningún otro y llamándole en el
huerto amigo. Y es que el Señor apreciaba sobremanera el valor de un alma creada a su semejanza,
según aquello del Génesis: Hagamos al hombre a imagen y semejanza nuestra (Gn 1,26). Por otra
parte, el Señor se comportó aquí como el mercader de la parábola: Que habiendo encontrado una perla
preciosa, vendió todos sus bienes y la compró (Mt 13,45).
10.- Además de la humildad, ¡oh, qué grande fue la caridad que nos mostró el Señor en este día!
El evangelista escribe: Sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre,
habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin (Jn 13,1). Y por eso quiso
quedarse con nosotros. Se fue, para que lo deseásemos y lo buscásemos; pero se quedó en el Santísimo
Sacramento para que lo gustáramos, y nos fortaleciéramos, y creciésemos en méritos por la fe. Y puso
en favor del hombre, aunque sólo existiera uno, todo lo que comprende su divinidad y su divinidad; es
decir, su cuerpo, su alma, su honra, su vida, su hacienda y su sangre, hasta morir en la cruz.
11.- Dice San Vicente 5 que la arpía es un ave que tiene el rostro de hombre, y es tan fiera,
que al primer hombre que encuentra lo mata; pero que después, cuando va al agua y se mira, reconoce
que ha matado a un semejante, y luego cada vez que ve a un hombre gime y llora y se estremece. Esto
mismo debíamos hacer cada uno de nosotros, porque como dice Isaías: Para expiación de las maldades
de mi pueblo lo he herido a él (Is 53,8). Nosotros fuimos los que lo clavamos en la cruz, como afirma
el mismo profeta: Por causa de nuestras iniquidades fue él llagado (ibid. 5). Por tanto, ya que vemos
su gran humildad y su gran caridad, y por otra parte nos manda: Os he dado ejemplo para que vosotros
hagáis lo mismo que yo he hecho con vosotros (Jn 13,15), tratemos de cumplir lo que nos tiene
ordenado y ayudémosle en lo que nos pide.
4 S AN B ERNARDO , Sobre los grados de humildad
5 Cfr. S AN V ICENTE F ERRER , Sermón 1º para el Domingo de Ramos .