Lunes 25 de Abril de 2011
Lunes de la octava de Pascua 2011
Hechos 2,14.22-23
El día de Pentecostés, Pedro, de pie con los Once, pidió atención y les dirigió
la palabra: "Judíos y vecinos todos de Jerusalén, escuchad mis palabras y enteraos
bien de lo que pasa. Escuchadme, israelitas: Os hablo de Jesús Nazareno, el
hombre que Dios acreditó ante vosotros realizando por su medio los milagros,
signos y prodigios que conocéis. Conforme al designio previsto y sancionado por
Dios, os lo entregaron, y vosotros, por mano de paganos, lo matasteis en una cruz.
Pero Dios lo resucitó, rompiendo las ataduras de la muerte; no era posible que la
muerte lo retuviera bajo su dominio, pues David dice, refiriéndose a él: "Tengo
siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré. Por eso se me alegra el
corazón, exulta mi lengua, y mi carne descansa esperanzada. Porque no me
entregarás a la muerte ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. Me has enseñado
el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia."
Hermanos, permitidme hablaros con franqueza: El patriarca David murió y lo
enterraron, y conservamos su sepulcro hasta el día de hoy. Pero era profeta y sabía
que Dios le había prometido con juramento sentar en su trono a un descendiente
suyo; cuando dijo que "no lo entregaría a la muerte y que su carne no conocería la
corrupción", hablaba previendo la resurrección del Mesías. Pues bien, Dios resucitó
a este Jesús, de lo cual todos nosotros somos testigos. Ahora, exaltado por la
diestra de Dios, ha recibido del Padre el Espíritu Santo que estaba prometido, y lo
ha derramado. Esto es lo que estáis viendo y oyendo."
Salmo responsorial: 15
R/Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; / yo digo al Señor: "Tú eres mi
bien." / El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; / mi suerte está en tu mano.
R.
Bendeciré al Señor, que me aconseja, / hasta de noche me instruye
internamente. / Tengo siempre presente al Señor, / con él a mi derecha no
vacilaré. R.
Por eso se me alegra el corazón, / se gozan mis entrañas, / y mi carne
descansa serena. / Porque no me entregarás a la muerte, / ni dejarás a tu fiel
conocer la corrupción. R.
Me enseñarás el sendero de la vida, / me saciarás de gozo en tu presencia, /
de alegría perpetua a tu derecha. R.
Mateo 28,8-15
En aquel tiempo, las mujeres se marcharon a toda prisa del sepulcro;
impresionadas y llenas de alegría, corrieron a anunciarlo a los discípulos. De pronto,
Jesús les salió al encuentro y les dijo: "Alegraos." Ellas se acercaron, se postraron
ante él y le abrazaron los pies. Jesús les dijo: "No tengáis miedo: id a comunicar a
mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán."
Mientras las mujeres iban de camino, algunos de la guardia fueron a la
ciudad y comunicaron a los sumos sacerdotes todo lo ocurrido. Ellos, reunidos con
los ancianos, llegaron a un acuerdo y dieron a los soldados una fuerte suma,
encargándoles: "Decid que sus discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo
mientras vosotros dormíais. Y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros nos lo
ganaremos y os sacaremos de apuros." Ellos tomaron el dinero y obraron conforme
a las instrucciones. Y esta historia se ha ido difundiendo entre los judíos hasta hoy.
COMENTARIOS
Las mujeres buscan en el sepulcro a Jesús el crucificado, es decir, piensan
que Jesús está definitivamente muerto. De hecho, habían ido a visitar el sepulcro
sin esperar nada extraordinario, pensando que allí estaba encerrado el cuerpo de
Jesús.
El ángel ha corrido la losa para que pueda constatarse que Jesús no está en
el sepulcro. Las mujeres deben ser testigos del hecho, para comunicarlo
inmediatamente a los discípulos.
Al contrario que en Mc, evangelio en el que no dicen nada a nadie "del miedo
que tenían", el miedo de las mujeres en el evangelio de Mateo está mezclado de
gran alegría, y van a cumplir el encargo, y ellas mismas tienen un encuentro con
Jesús. El saludo de éste («alegraos») es el ordinario de la cultura griega, traducido
en 27,29 por «salud». En este contexto, sin embargo, recuerda la recomendación
de Jesús a los discípulos para el tiempo de persecución (5,12): «alegraos y
regocijaos, que Dios os va a dar una gran recompensa». La recompensa allí
anunciada es la vida que supera la muerte, visible ahora en Jesús.
Jesús las exhorta a no temer. Su resurrección es sólo causa de alegría, repite
el encargo del ángel: "No tengáis miedo; id a avisar a mis hermanos que vayan a
Galilea; allí me verán" (v. 10). El Resucitado llama a los discípulos «sus hermanos».
Ahora, cuando está disponible el Espíritu, puede llamarlos así: el Espíritu los hace
hijos del mismo Padre.
"Mientras las mujeres iban de camino, algunos de la guardia fueron a la
ciudad e informaron a los sumos sacerdotes de todo lo sucedido. Éstos se reunieron
con los senadores, llegaron a un acuerdo y dieron a los soldados una suma
considerable (vv. 11-12)".
Mateo quiere subrayar de nuevo la mala fe de los dirigentes judíos. Lo mismo
que las mujeres han ido a dar la noticia a los amigos de Jesús, los guardias van a
sus enemigos. Ante el informe de los guardias, se reúne de nuevo el Gran Consejo
(cf. 26,3.59; 27,1.7.62) para tratar de contrarrestar los hechos. No les interesa lo
que realmente suceda, sino la repercusión que pueda tener en el pueblo. Se adivina
la ofensiva de las comunidades judías contra la primitiva predicación cristiana.
Encargándoles: -Decid que sus discípulos fueron de noche y robaron el
cuerpo mientras vosotros dormíais, y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros
lo calmaremos y os sacaremos de apuros. Los soldados aceptaron el dinero y
siguieron las instrucciones. Por eso corre esta versión entre los judíos hasta el día
de hoy (vv. 13-15).
Encargan a los soldados que difundan un rumor y les prometen su apoyo
ante Pilato, si fuese necesario. El gobernador es vulnerable después de la sentencia
que le han obligado a pronunciar (27,26). Los pretorianos eran mercenarios y están
dispuestos a ser sobornados. Aceptan el dinero como lo había aceptado Judas (26,
l4-l6). Insiste Mateo en el poder corruptor del dinero, arma del sistema opresor.
Con dinero se habían apoderado de Jesús; con dinero quieren impedir la fe en él: el
dios falso se opone al Dios verdadero. El efecto del rumor llega hasta los
tiempos de Mateo.
Juan Alarcón, s.j.
(Extracto de FUNDACIÓN ÉPSILON)