Domingo 20 de marzo de 2011
Domingo de Ramos
Is 50,4-7:
Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una
palabra de aliento. Cada mañana me espabila el oído, para que escuche como los
iniciados. El Señor Dios me ha abierto el oído; y yo no me he revelado ni me he
echado atrás.
Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que mesaban mi
barba. No oculté el rostro a insultos y salivazos. Mi Señor me ayudaba, por eso no
quedaba confundido; por eso ofrecí el rostro como pedernal, y sé que no quedaré
avergonzado.
Salmo responsorial: 21
R/ Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Al verme, se burlan de mí, hacen visajes, menean la cabeza: "Acudió al
Señor, que lo ponga a salvo; que lo libre, si tanto lo quiere." R.
Me acorrala una jauría de mastines, me cerca una banda de
malhechores; me taladran las manos y los pies, puedo contar mis huesos.
R. Se reparten mi ropa, echan a suertes mi túnica. Pero tú, Señor, no te quedes
lejos; fuerza mía, ven corriendo a ayudarme. R.
Contaré tu fama a mis hermanos, en medio de la asamblea te
alabaré. Fieles del Señor, alabadlo; linaje de Jacob, glorificadlo; temedlo, linaje
de Israel. R.
Fil 2, 6-11:
Hermanos: Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su
categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango, y tomó la condición de
esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó sobre todo, y le concedió el "Nombre-sobre-todo-
nombre"; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se dobla -en el cielo, en la
tierra, en el abismo-, y toda lengua proclame: "¡Jesucristo es Señor!", para gloria
de Dios Padre.
Mt 26, 14 - 27, 66 : Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
COMENTARIOS
ISAÍAS. Este breve fragmento forma parte del llamado “tercer canto del
siervo”. El protagonista es un personaje desconocido del que se destaca, sobre
todo, su absoluta disponibilidad a la voluntad y designios de Dios. Por su medio el
Señor librará al pueblo elegido de la opresión a la que se ve sometido por culpa de
sus pecados. La tradición cristiana, desde muy pronto y por su similitud con la vida
y muerte de Jesús, releyó estos cantos a la luz de la Pascua , reconociendo en ellos
las palabras proféticas que anunciaban la misión redentora del Maestro. Jesús,
como este siervo, fue dócil a la voluntad divina; maltratado hasta la muerte, llevó a
cabo la salvación que Dios ofrecía a la humanidad por medio de su persona; nada ni
nadie le hizo abandonar esta misión, que la desarrolló hasta el extremo de entregar
su vida por ella.
La fuerza divina no se expresa en este siervo por medio de la violencia, ni de
ningún otro poder destructivo. El instrumento del siervo, su fuerza salvadora,
radica en la palabra. Por medio de ella sostendrá al abatido .
Es una palabra de discípulo, es decir, de alguien que escucha atentamente y
sigue los dictados de quien le enseña, en este caso Dios mismo. Su oído está atento
“maana tras maana” a la voz de Dios.
A pesar de los insultos y los ultrajes, el siervo siente que sus palabras y sus
acciones están apoyadas por el Señor.
ANTES DE LEER LA PASIÓN DEL SEÑOR, les sugiero algunas ideas para
que las tengamos, como telón de fondo, mientras recordamos los sufrimientos del
Señor:
Mateo ilumina los acontecimientos porque pretende transmitirnos su
significado. Con alusiones directas e indirectas al Antiguo Testamento nos ayuda a
percibir mucho más que un ajusticiamiento. Nos hará ver quién es el ajusticiado,
cómo se sitúa a sí mismo ante lo que se le viene encima, qué importancia tiene la
reaccin de los distintos personajes… y, sobre todo, el proyecto de Dios y su
repercusión para la comunidad que escucha la historia.
Otro rasgo notable en la pasión es la posibilidad de percibir la inmensa
calidad ética del Maestro. Los ecos del Sermón del Monte, su exigencia de una
justicia mayor , devolviendo bien por mal, perdonando, encarnando en su persona al
manso, al sufrido, al que trabaja por la paz y la justicia, la confianza en Dios como
Padre y la centralidad de su voluntad. Jesús se muestra como el mejor modelo para
sus discípulos.
Juan Alarcón, s.j.
(Extracto de Sal Térrea HOMILÉTICA)