EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Jueves de la V Semana de Cuaresma
Libro de Génesis 17,3-9.
Abrám cayó con el rostro en tierra, mientras Dios le seguía diciendo:
"Esta será mi alianza contigo: tú serás el padre de una multitud de naciones.
Y ya no te llamarás más Abrám: en adelante tu nombre será Abraham, para indicar
que yo te he constituido padre de una multitud de naciones.
Te haré extraordinariamente fecundo: de ti suscitaré naciones, y de ti nacerán
reyes.
Estableceré mi alianza contigo y con tu descendencia a través de las generaciones.
Mi alianza será una alianza eterna, y así yo seré tu Dios y el de tus descendientes.
Yo te daré en posesión perpetua, a ti y a tus descendientes, toda la tierra de
Canaán, esa tierra donde ahora resides como extranjero, y yo seré su Dios".
Después, Dios dijo a Abraham: "Tú, por tu parte, serás fiel a mi alianza; tú, y
también tus descendientes, a lo largo de las generaciones.
Salmo 105(104),4-5.6-7.8-9.
¡Recurran al Señor y a su poder, busquen constantemente su rostro;
recuerden las maravillas que él obró, sus portentos y los juicios de su boca!
Descendientes de Abraham, su servidor, hijos de Jacob, su elegido:
el Señor es nuestro Dios, en toda la tierra rigen sus decretos.
El se acuerda eternamente de su alianza, de la palabra que dio por mil
generaciones,
del pacto que selló con Abraham, del juramento que hizo a Isaac:
Evangelio según San Juan 8,51-59.
Les aseguro que el que es fiel a mi palabra, no morirá jamás".
Los judíos le dijeron: "Ahora sí estamos seguros de que estás endemoniado.
Abraham murió, los profetas también, y tú dices: 'El que es fiel a mi palabra, no
morirá jamás'.
¿Acaso eres más grande que nuestro padre Abraham, el cual murió? Los profetas
también murieron. ¿Quién pretendes ser tú?".
Jesús respondió: "Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. Es mi
Padre el que me glorifica, el mismo al que ustedes llaman 'nuestro Dios',
y al que, sin embargo, no conocen. Yo lo conozco y si dijera: 'No lo conozco', sería,
como ustedes, un mentiroso. Pero yo lo conozco y soy fiel a su palabra.
Abraham, el padre de ustedes, se estremeció de gozo, esperando ver mi Día: lo vio
y se llenó de alegría".
Los judíos le dijeron: "Todavía no tienes cincuenta años ¿y has visto a Abraham?".
Jesús respondió: "Les aseguro que desde antes que naciera Abraham, Yo Soy".
Entonces tomaron piedras para apedrearlo, pero Jesús se escondió y salió del
Templo.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
San Ireneo de Lyon (v. 130-v. 208), Obispo, Teólogo y Mártir
Contra las herejías IV, 5-7
"Abraham ha visto mi día y resplandece de alegría"
Como Abraham era profeta y con el Espíritu veía el día de la venida del Señor y
la economía de la pasión, por el cual él mismo como creyente y todos los demás que
como él creyeron serían salvos, se alegró con grande gozo. El Dios de Abraham no
era el «Dios desconocido» cuyo día él deseaba ver... El deseó ver este día a fin de
poder él también abrazar a Cristo; y se alegró, al verlo en forma profética por el
Espíritu.
Por eso Simeón, uno de sus descendientes, completaba la alegría del patriarca
cuando dijo: «Ahora dejas a tu siervo ir en paz, Señor, porque mis ojos han visto tu
Salvación que preparaste ante todos los pueblos, Luz para la revelación a las
naciones y gloria de tu pueblo Israel» (Lc 2,29-32). Y los ángeles anunciaron un
grande gozo a los pastores que velaban en la noche (Lc 7,10). E Isabel exclamó:
«Proclama mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador» (Lc 2,47).
De este modo el gozo de Abraham descendió a los de su linaje que velaban, vieron a
Cristo y creyeron en él. Pero también a la inversa, el gozo de sus hijos se remontó
hasta Abraham.
El Señor dio testimonio de ello: «Abraham, vuestro padre, deseó ver mi día, lo
vio y se alegró» (Jn 8,56). No lo dijo tanto por Abraham, cuanto para mostrar que
todos los que desde el principio conocieron a Dios y profetizaron sobre la venida de
Cristo, del mismo Hijo recibieron la revelación, el cual en los últimos tiempos se hizo
visible y palpable, y vivió en medio de la raza humana. De este modo suscitó de las
piedras hijos de Abraham y cumplió la promesa que Dios le había hecho, de
multiplicar su linaje como las estrellas del cielo.
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