EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Martes de la V Semana de Cuaresma
Libro de los Números 21,4-9.
Los israelitas partieron del monte Hor por el camino del Mar Rojo, para bordear el
territorio de Edóm. Pero en el camino, el pueblo perdió la paciencia
y comenzó a hablar contra Dios y contra Moisés: "¿Por qué nos hicieron salir de
Egipto para hacernos morir en el desierto? ¡Aquí no hay pan ni agua, y ya estamos
hartos de esta comida miserable!".
Entonces el Señor envió contra el pueblo unas serpientes abrasadoras, que
mordieron a la gente, y así murieron muchos israelitas.
El pueblo acudió a Moisés y le dijo: "Hemos pecado hablando contra el Señor y
contra ti. Intercede delante del Señor, para que aleje de nosotros esas serpientes".
Moisés intercedió por el pueblo,
y el Señor le dijo: "Fabrica una serpiente abrasadora y colócala sobre un asta. Y
todo el que haya sido mordido, al mirarla, quedará curado".
Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso sobre un asta. Y cuando alguien era
mordido por una serpiente, miraba hacia la serpiente de bronce y quedaba curado.
Evangelio según San Juan 8,21-30.
Jesús les dijo también: "Yo me voy, y ustedes me buscarán y morirán en su
pecado. Adonde yo voy, ustedes no pueden ir".
Los judíos se preguntaban: "¿Pensará matarse para decir: 'Adonde yo voy, ustedes
no pueden ir'?".
Jesús continuó: "Ustedes son de aquí abajo, yo soy de lo alto. Ustedes son de este
mundo, yo no soy de este mundo.
Por eso les he dicho: 'Ustedes morirán en sus pecados'. Porque si no creen que Yo
Soy, morirán en sus pecados".
Los judíos le preguntaron: "¿Quién eres tú?". Jesús les respondió: "Esto es
precisamente lo que les estoy diciendo desde el comienzo.
De ustedes, tengo mucho que decir, mucho que juzgar. Pero aquel que me envió es
veraz, y lo que aprendí de él es lo que digo al mundo".
Ellos no comprendieron que Jesús se refería al Padre.
Después les dijo: "Cuando ustedes hayan levantado en alto al Hijo del hombre,
entonces sabrán que Yo Soy y que no hago nada por mí mismo, sino que digo lo
que el Padre me enseñó.
El que me envió está conmigo y no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo
que le agrada".
Mientras hablaba así, muchos creyeron en él.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
San Juan Crisóstomo (v. 345-407), Padre de Antioquía después Obispo de
Constantinopla, doctor de la Iglesia
Catequesis Bautismal, n° 3, 16 s
<< Cuando se haya elevado el Hijo del hombre, entonces comprenderéis
que Yo Soy>>
¿Quieres saber el valor de la sangre de Cristo? Remontémonos a las figuras que
profetizaron y recorramos las antiguas Escrituras. Inmolad ¬¬–dice Moisés¬- un
cordero de un año; tomad su sangre y rociad las dos jambas y el dintel de la
casa. «¿Qué dices Moisés? La sangre de un cordero irracional, ¿puede salvar a los
hombre dotados de razón?» «Sin duda –responde Moisés-: no porque se trate de
sangre, sino porque en esta sangre se contiene una profecía de la sangre del
Señor.»
Si hoy, pues, el enemigo, en lugar de ver las puertas rociadas con sangre simbólica,
ve brillar en los labios de los fieles, puertas de los templos de Cristo, la sangre del
verdadero Cordero, huirá todavía más lejos.
¿Deseas descubrir aún por otro medio el valor de esta sangre? Mira de dónde
brotó y cuál sea su fuente. Empezó a brotar de la misma cruz y su fuente fue el
costado del Señor. Pues muerto ya el Señor, dice el Evangelio. Uno de los soldados
se acercó con la lanza y le traspasó el costado, y al punto salió agua y
sangre: agua, como símbolo del bautismo; sangre, como figura de la eucaristía. El
soldado le traspasó el costado, abrió una brecha en el muro del templo santo, y yo
encuentro el tesoro escondido y me alegro con la riqueza hallada. Esto fue lo que
ocurrió con el cordero: los judíos sacrificaron el cordero, y yo recibo el fruto del
sacrificio.
Del costado salió sangre y agua. No quiero, amado oyente, que pases con
indiferencia ante tan gran misterio, pues me falta explicarte aún otra interpretación
mística. He dicho que esta agua y esta sangre eran símbolos del bautismo y de la
eucaristía. Pues bien, con estos dos sacramentos se edifica la Iglesia: con el agua
de la regeneración y con la renovación del Espíritu Santo, es decir, con el bautismo
y la eucaristía, que han brotado ambos del costado. Del costado de Jesús se formó,
pues, la Iglesia, como del costado de Adán fue formada Eva.
Por esta misma razón, afirma San Pablo: Somos miembros de su cuerpo,
formado de sus huesos, aludiendo con ello al costado de Cristo. Pues del mismo
modo que Dios hizo a la mujer del costado de Adán, de igual manera Jesucristo nos
dio el agua y la sangre salida de su costado, para edificar la Iglesia. Y de la misma
manera que entonces Dios tomó la costilla de Adán, mientras éste dormía, así
también nos dio el agua y la sangre después que Cristo hubo muerto.
Mirad de qué manera Cristo se ha unido a su esposa, considerad con qué
alimento la nutre. Con un mismo alimento hemos nacido y nos alimentamos. De la
misma manera que la mujer se siente impulsada por su misma naturaleza a
alimentar con su propia sangre, y con su leche a aquel a quien ha dado a luz, así
también Cristo alimenta siempre con su sangre a aquellos a quienes Él mismo ha
hecho renacer.
“servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”