EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Sábado de la IV Semana de Cuaresma
Libro de Jeremías 11,18-20.
El Señor de los ejércitos me lo ha hecho saber y yo lo sé. Entonces tú me has
hecho ver sus acciones.
Y yo era como un manso cordero, llevado al matadero, sin saber que ellos urdían
contra mí sus maquinaciones: "¡Destruyamos el árbol mientras tiene savia,
arranquémoslo de la tierra de los vivientes, y que nadie se acuerde más de su
nombre!".
Señor de los ejércitos, que juzgas con justicia, que sondeas las entrañas y los
corazones, ¡que yo vea tu venganza contra ellos, porque a ti he confiado mi causa!
Salmo 7,2-3.9-10.11-12.
Señor, Dios mío, en ti me refugio: sálvame de todos los que me persiguen;
líbrame, para que nadie pueda atraparme como un león, que destroza sin remedio.
El Señor es el Juez de las naciones: júzgame, Señor, conforme a mi justicia y de
acuerdo con mi integridad.
¡Que se acabe la maldad de los impíos! Tú que sondeas las mentes y los corazones,
tú que eres un Dios justo, apoya al inocente.
Mi escudo es el Dios Altísimo, que salva a los rectos de corazón.
Dios es un Juez justo y puede irritarse en cualquier momento.
Evangelio según San Juan 7,40-53.
Algunos de la multitud que lo habían oído, opinaban: "Este es verdaderamente el
Profeta".
Otros decían: "Este es el Mesías". Pero otros preguntaban: "¿Acaso el Mesías
vendrá de Galilea?
¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David y de Belén, el pueblo
de donde era David?".
Y por causa de él, se produjo una división entre la gente.
Algunos querían detenerlo, pero nadie puso las manos sobre él.
Los guardias fueron a ver a los sumos sacerdotes y a los fariseos, y estos les
preguntaron: "¿Por qué no lo trajeron?".
Ellos respondieron: "Nadie habló jamás como este hombre".
Los fariseos respondieron: "¿También ustedes se dejaron engañar?
¿Acaso alguno de los jefes o de los fariseos ha creído en él?
En cambio, esa gente que no conoce la Ley está maldita".
Nicodemo, uno de ellos, que había ido antes a ver a Jesús, les dijo:
"¿Acaso nuestra Ley permite juzgar a un hombre sin escucharlo antes para saber lo
que hizo?".
Le respondieron: "¿Tú también eres galileo? Examina las Escrituras y verás que de
Galilea no surge ningún profeta".
Y cada uno regresó a su casa.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
Juan Pablo II
Encíclica « Dives in misericordia », 7
« Este es el Mesías »
El mensaje mesiánico de Cristo y su actividad entre los hombres terminan con la
cruz y la resurrección. Debemos penetrar hasta lo hondo en este acontecimiento
final que, de modo especial en el lenguaje conciliar, es definido mysterium
paschale, si queremos expresar profundamente la verdad de la misericordia, tal
como ha sido hondamente revelada en la historia de nuestra salvación. En este
punto de nuestras consideraciones, tendremos que acercarnos más aún al
contenido de la Encíclica Redemptor Hominis. En efecto, si la realidad de la
redención, en su dimensión humana desvela la grandeza inaudita del hombre, que
mereció tener tan gran Redentor, al mismo tiempo yo diría que la dimensión divina
de la redención nos permite, en el momento más empírico e « histórico », desvelar
la profundidad de aquel amor que no se echa atrás ante el extraordinario sacrificio
del Hijo, para colmar la fidelidad del Creador y Padre respecto a los hombres
creados a su imagen y ya desde el « principio » elegidos, en este Hijo, para la
gracia y la gloria.
Los acontecimientos del Viernes Santo y, aun antes, la oración en Getsemaní,
introducen en todo el curso de la revelación del amor y de la misericordia, en la
misión mesiánica de Cristo, un cambio fundamental. El que « pasó haciendo el bien
y sanando », « curando toda clase de dolencias y enfermedades » Él mismo parece
merecer ahora la más grande misericordia y apelarse a la misericordia cuando es
arrestado, ultrajado, condenado, flagelado, coronado de espinas; cuando es clavado
en la cruz y expira entre terribles tormentos. Es entonces cuando merece de modo
particular la misericordia de los hombres, a quienes ha hecho el bien, y no la
recibe. Incluso aquellos que están más cercanos a Él, no saben protegerlo y
arrancarlo de las manos de los opresores. En esta etapa final de la función
mesiánica se cumplen en Cristo las palabras pronunciadas por los profetas, sobre
todo Isaías, acerca del Siervo de Yahvé: « por sus llagas hemos sido curados »
« A quien no conoció el pecado, Dios le hizo pecado por nosotros »,escribía san
Pablo, resumiendo en pocas palabras toda la profundidad del misterio de la cruz y a
la vez la dimensión divina de la realidad de la redención. Justamente esta redención
es la revelación última y definitiva de la santidad de Dios, que es la plenitud
absoluta de la perfección: plenitud de la justicia y del amor, ya que la justicia se
funda sobre el amor, mana de él y tiende hacia él.
“servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”