“Yo tampoco te condeno le dijo Jesús. Vete, no peques más en adelante”.
Jn 8, 1-11
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
1. ¿ESTÁN EN CONCIENCIA EN CONDICIONES DE CONDENAR?
Cada vez que leo este fragmento del Evangelio de san Juan, no me puedo apartar de la
idea de donde estaba el hombre con el cual se cometía el adulterio, pues también tenía que
responder por la falta, talvez estaba oculto en la multitud acusadora, o con una piedra
escondida en las manos. El evangelista no lo dice. La acusada esta indefensa ante la
ignominia, esta en una situación y estado de quien ha perdido el respeto de los demás, en
este caso por su conducta, considerado como acto vergonzoso, pero y los acusadores,
¿están en conciencia en condiciones de condenar?
Como en otras ocasiones, los escribas y fariseos, intentan tenderle una trampa a Jesús,
tratando de enfrentarlo al pueblo y hacerlo aparecer como alguien que quebranta la ley, así
entonces tener motivos para acusarlo y condenarlo.
2. “ENTONCES SE SENTÓ Y COMENZÓ A ENSEÑARLES”
Jesús fue al monte de los Olivos. Al amanecer volvió al Templo, y todo el pueblo acudía a
él. Se está en los días de la fiestas de los Tabernáculos (Jn 7:1.14; 8:2.12). Jesús tenía
costumbre de retirarse, cuando estaba en Jerusalén, a pasar la noche al monte de los
Olivos (Mt 24:3; 26:30 par.) y especialmente pernoctaba en Getsemani (Jn 18:2). Pero ya
muy de mañana volvió otra vez al templo, para aprovechar el concurso de los peregrinos y
ensear. El evangelio dice, “Y todo el pueblo acudía a El”, lo que hace notar el gran
concurso de gentes que le escuchaban. Esta misma afluencia es una clara indicación de ser
uno de los días festivos.
Jesús estaba en uno de los atrios del templo “Entonces se sent y comenz a ensearles”
No pretende decir el evangelista que estuviese sentado en las cátedras de los doctores,
sino en uno de los escaños o pequeña alfombra en donde se sentaban los discípulos
oyentes (Lc 2:46; Hech 22:3); y, aunque éste era el modo ordinario de enseñar allí, esta
precisión mira, sin duda, a participar lo que se describe mas adelante, cuando dice que
Jesús escribía con su dedo en tierra.
3. LE TRAJERON A UNA MUJER QUE HABÍA SIDO SORPRENDIDA EN ADULTERIO
En esta situacin, “Los escribas y los fariseos le trajeron a una mujer que había sido
sorprendida en adulterio”. No se dice cuándo, por los que podría pensarse que la traían al
tribunal para juzgarla y que, al pasar por allí y ver a Jesús, quisieron comprometerle. Pero
tampoco sería improbable el que se la trajesen ex profeso para enredarle en su resolución y
para hacerle caer en contradicción.
Se la pusieron “en medio de todos”, medio del círculo de gentes que lo rodeaban. No dicen
que ellos hayan sido los testigos. Pero, ya en sus manos, nadie duda que sea verdad el
delito del que la acusan.
4. “DECÍAN ESTO PARA PONERLO A PRUEBA, A FIN DE PODER ACUSARLO”
Asegurado el hecho, le plantean una cuestin más que de derecho, pues le “decían esto
para ponerlo a prueba, a fin de poder acusarlo” Le alegan lo que dice la Ley. Según Moisés,
la adúltera debía ser apedreada (Lev 20:10ss; Dt 22:23ss; Ez 16:40). En época más tardía
se legislará la estrangulacin. Y alegada la legislacin mosaica, le hacen, “tentándole,” la
siguiente pregunta: y ante este caso, “Y tú, ¿qué dices?". Con ello, resalta el evangelista,
buscaban poder “acusarle”. Era un dilema claro en el que querían meterle: si aprobaba la
legislación mosaica en aquel caso, podrían desvirtuarle, ante el pueblo, su misericordia; si
no la aprobaba, lo acusarían de ir contra la Ley de Moisés. La cuestión era malévolamente
planteada y hasta incluso apuntando a posibles complicaciones con el poder civil romano,
ya que la pena de muerte era de competencia exclusiva del procurador romano (Jn 18:31).
5. “INCLINÁNDOSE, ESCRIBÍA CON EL DEDO EN TIERRA.”
Jesús, que estaba “sentado,” sin duda, en un pequeo y bajo estrado de los oyentes, o
sobre una estera o alfombra, “inclinándose, escribía con el dedo en tierra.” ¿Qué significado
tiene esto? El sentido de este gesto no ha sido dilucidado con certeza. San Jerónimo
proponía, conforme a una interpretación material de Jeremías (Jer 17:13), que escribía en
tierra los nombres de los acusadores y sus culpas. Sin embargo, el gesto podría muy bien
ser el de una persona que no quería intervenir en un asunto que se le propone (Lc
12:13.14). Y la prueba de esto es que nadie leyó lo que El escribía. Era, sin duda, el gesto
de una persona que no quiere inmiscuirse en un asunto ajeno y menos aún en la trampa
que le tendían.
6. "AQUÉL DE USTEDES QUE NO TENGA PECADO, QUE ARROJE LA PRIMERA
PIEDRA"
Por eso ellos “insistían en preguntarle.” Pero ante la malicia de su intento, Jesús les da una
doble leccin de justicia y de misericordia. E “incorporándose” en su asiento, pero sin
ponerse de pie, mirándolos y acaso señalándolos con el dedo, les dijo: "Aquél de ustedes
que no tenga pecado, que arroje la primera piedra" En la represión de la apostasía
mandaba la Ley que los testigos denunciadores arrojasen los primeros las piedras contra el
condenado enjuicio (Dt 13:9; 17:7). A esto es a lo que alude la frase de Jesús. No es que
Jesús negase el juzgar ni que los jueces cambiasen su oficio; pues siempre está en pie el
“dad al César lo que es del César” (Mt 22:21 par.). Pero condenaba, en los que eran
“sepulcros blanqueados,” que estaban “llenos de hipocresía e iniquidad” (Mt 23:27.28), un
falso celo por el cumplimiento de la Ley en otros cuando ellos no la cumplían.
7. LES DABA A SU CONCIENCIA UN MAYOR VOLUMEN DE ACUSACIONES.
Mas su palabra, que era acusación, pronto hizo su efecto. Empezaron a marcharse los
acusadores, “uno a uno, comenzando por los más ancianos.” Rodeado de gentes que lo
admiraban y que podían estallar abiertamente a su favor, máxime si la acusación proseguía
contundente, vieron que el mejor partido era abandonar aquella situación enojosa. Y
empezaron a salirse hábilmente, inadvertidamente, uno a uno, comenzando por los más
“ancianos.” Acaso los más jvenes, con un celo más exaltado, eran los que querían
mostrarse más celadores; pero, mientras, los más “ancianos,” con más experiencia de la
vida y de las multitudes, y posiblemente de otras intervenciones del mismo Jesús, fueron los
primeros en salirse de aquella situación torpe y peligrosa. Y también una vida más larga de
“fariseísmo” les daba a su conciencia un mayor volumen de acusaciones.
8. “JESÚS QUEDÓ SOLO CON LA MUJER, QUE PERMANECÍA ALLÍ.”
Se quedó El solo, y la mujer en medio. La contraposición se hace entre los acusadores y la
mujer, por lo que este quedarse ellos solos no excluye la presencia de la turba que lo
estaba escuchando cuando le trajeron aquella mujer.
Y hecha la lección de justicia contra los acusadores, da ahora la gran lección de la
misericordia. Si ellos no pudieron, en definitiva, “condenarla,” cuando era lo que intentaban,
menos lo hará Jesús, que vino a salvar y perdonar. Por eso le dijo: "Mujer, ¿dónde están tus
acusadores? ¿Nadie te ha condenado?". Ella le respondió: "Nadie, Señor".
"Yo tampoco te condeno -le dijo Jesús-. Pero, contando con un arrepentimiento y un
propsito en ella. “Vete, no peques más en adelante". Y la adúltera encontró a un tiempo la
vergüenza, el perdón, la gracia y el cambio de vida.
9. NO HAY PECADO QUE EL SEÑOR NO PERDONE SI ACUDIMOS A EL
La respuesta de Jesús, dejo totalmente confundido a sus perseguidores, por una parte, se
puso del lado de la ley, por tanto ya no podían acusarlo, por otra parte perdona a la
acusada. Algo natural en El, Jesús con su bondad, confunde la malicia de los hipócritas
acusadores.
Este fragmento del Evangelio, nos muestra a un Jesús siempre bondadoso, amable,
compasivo con los pecadores, pero duro al mismo tiempo con los soberbios y los hipócritas.
En este relato, Jesús se nos muestra como alguien absolutamente misericordioso,
manifestado en el perdón amplio y generoso en la mujer acusada. Si Jesús hubiese
condenado a la mujer, esta habría sido lapidada hasta morir, al no hacerlo, comprendemos
que nadie esta condenado a morir por haber pecado. No hay pecado que el Señor no
perdone si acudimos a El. No es la gravedad de la falta lo que mira el Señor, sino que la
honestidad de nuestro arrepentimiento.
Vuelvan a mí de todo corazón, porque soy bondadoso y compasivo, dice el Señor. (Jn 12,
12-13)
El Señor les Bendiga