“La palabra de Jesús es la Palabra del Padre”
Jn 7, 40-53
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Lectio Divina
LA RESURRECION DE LAZARO
Se da una conexión progresiva en los grandes textos de Juan leídos a lo largo de estos
últimos domingos de cuaresma. Después de haber hablado del don de Dios (el agua viva),
Jesús, verdadera Luz, ha abierto los ojos al ciego de nacimiento. Estas acciones simbólicas
anunciaban el bautismo, es decir, el renacimiento por el agua y el Espíritu. Hoy, otra acción
simbólica nos habla de las consecuencias del bautismo: la vida nueva e imperecedera.
Entre las múltiples consideraciones posibles, nos detenemos en el llanto de Jesús junto a la
tumba de su amigo Lázaro. Si sabía que iba a devolverle la vida, ¿por qué llora? Sus
lágrimas, tan reales, tienen también un valor simbólico. Se trata de todas las miserias
humana -cuyo culmen es la muerte corporal-, que producen en Jesús esas lágrimas de
compasión. Todo el misterio de la redención es un misterio de compasión y de amor.
La resurrección de Lázaro provocará directamente la condena a muerte de Jesús, que libra
a los demás de la muerte a precio de su propia muerte.
Los judíos dirán: "¡Ha resucitado a Lázaro, que se salve a sí mismo!". Pero si Jesús se
salvara a sí mismo, no podría salvarnos. El amor es don. En Jesús vence el amor
precisamente al no salvarse a sí mismo, sino muriendo por nosotros. Pues el amor, para
vencer, debe saber perder: ésta es la ley fundamental del cristiano. No podemos obtener
ningún bien para los demás sin perder nosotros mismos por amor.
ORACION
Señor Jesús, eres nuestro amigo. Sabemos que nos amas muchísimo y que con frecuencia
haces con nosotros lo mismo que con tus amigos de Betania. Cuántas veces y en cuántas
circunstancias te llamamos, y tú no acudes enseguida. Tus demoras nos dejan
preocupados. Tus retrasos nos hacen morir.
Pero tú sabes por qué. Tú sabes lo que favorece a tus amigos. Tú sabes lo que más
conviene a los que amas. Todo lo dispones para hacer que creamos, para llevarnos a una
fe más madura y a una esperanza más firme. Mejor es tu llanto por nosotros que nuestro
vivir tranquilo. Mejor es morir para resucitar escuchando tu grito que nos llama. Señor
Jesús, cuando por nuestra miseria estemos muertos, desintegrados, no permitas que
dejemos de creer que tú lo puedes todo, porque lo quieres por la fuerza de tu amor y tu
obediencia al Padre.
El Padre siempre te escucha porque se complace en ti. Tú, que eres la vida y compartes
nuestro morir cotidiano, tú nos harás salir del sepulcro, de todos los sepulcros en los que
caemos por la debilidad de nuestra fe.El Señor les Bendiga