"Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación".
Mc 16, 9-15
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
Lectio Divina
UNA EXPERIENCIA FUERTE DE CRISTO
Es mejor obedecer a Dios que a los hombres: se trata de un criterio que hemos de
desenterrar frente a la prepotencia del mundo. Este, a través de los medios de
comunicación y de otros medios todopoderosos, pretende nivelar el modo de pensar y de
valorar típico del cristianismo, tomando como rasero el nivel del consumo y de los
horizontes exclusivamente intramundanos. La identidad cristiana está padeciendo una
agresión cada vez más abierta, aunque la mayoría de las veces soft y solapada, que hace
pasar por normal y obvio lo que con frecuencia no es más que un comportamiento
detestable.
En nombre de la voluntad superior de Dios es preciso entablar un verdadero «combate
cultural» destinado a desenmascarar el peligro de la homologación pagana. Pero éste
presupone un «combate espiritual» en nombre de una experiencia fuerte de Cristo. No se
puede acallar la experiencia de la salvación, la experiencia de ser amados y acompañados
en la vida por el amor de Dios. No se puede vivir como si este amor no existiera ni actuara
en la historia. Hay aquí una invitación ulterior al testimonio abierto y valiente, que no quiere
imponer nada, pero que tampoco quiere recibir imposiciones para ocultar lo más querido, lo
más dulce, lo más importante que mueve nuestra vida.
ORACION
Ilumina, Señor, mi mente y mi corazón, para que me dé cuenta de con cuánta frecuencia
obedezco en realidad más a los hombres que a ti, de lo contaminado que estoy por la
mentalidad de este mundo, de la gran cantidad de seducciones de que soy víctima, de la
gran cantidad de sirenas que me fascinan. A veces me doy cuenta, casi de improviso, de
que, de hecho, estoy pensando y juzgando según los criterios del mundo y no según los
tuyos. Descubro que me inclino a los ídolos fáciles, ligeros, envolventes, omnipresentes.
Ilumina las profundidades de mi ser, los estratos más escondidos de mi personalidad, los
puntos menos conscientes de mi sensibilidad, para que tenga el valor de proceder a una
revisión, de revisar mi modo de situarme frente a la mentalidad corriente. Haz, Señor, que tu
Palabra descienda a los subterráneos de mi psique, a las sinuosidades de mi corazón, para
que piense siguiendo tus criterios, para que te obedezca, para que nunca -por inconsciencia
o por temor, por homologación o debilidad- tenga yo que obedecer a los hombres más que
a ti o en contra de ti.