EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Lunes de la II Semana de Pascua
Libro de los Hechos de los Apóstoles 4,23-31.
Una vez en libertad, los Apóstoles regresaron adonde estaban sus hermanos, y les
contaron todo lo que les habían dicho los sumos sacerdotes y los ancianos.
Al oírlos, todos levantaron la voz y oraron a Dios unánimemente: "Señor, tú hiciste
el cielo y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos;
tú, por medio del Espíritu Santo, pusiste estas palabras en labios de nuestro padre
David, tu servidor: ¿Por qué se amotinan las naciones y los pueblos hacen vanos
proyectos?
Los reyes de la tierra se rebelaron y los príncipes se aliaron contra el Señor y contra
su Ungido.
Porque realmente se aliaron en esta ciudad Herodes y Poncio Pilato con las
naciones paganas y los pueblos de Israel, contra tu santo servidor Jesús, a quien tú
has ungido.
Así ellos cumplieron todo lo que tu poder y tu sabiduría habían determinado de
antemano.
Ahora, Señor, mira sus amenazas, y permite a tus servidores anunciar tu Palabra
con toda libertad:
extiende tu mano para que se realicen curaciones, signos y prodigios en el nombre
de tu santo servidor Jesús".
Cuando terminaron de orar, tembló el lugar donde estaban reunidos; todos
quedaron llenos del Espíritu Santo y anunciaban decididamente la Palabra de Dios.
Salmo 2,1-3.4-6.7-9.
¿Por qué se amotinan las naciones y los pueblos hacen vanos proyectos?
Los reyes de la tierra se sublevan, y los príncipes conspiran contra el Señor y
contra su Ungido:
"Rompamos sus ataduras, librémonos de su yugo".
El que reina en el cielo se sonríe; el Señor se burla de ellos.
Luego los increpa airadamente y los aterra con su furor:
"Yo mismo establecí a mi Rey en Sión, mi santa Montaña".
Voy a proclamar el decreto del Señor: El me ha dicho: "Tú eres mi hijo, yo te he
engendrado hoy.
Pídeme, y te daré las naciones como herencia, y como propiedad, los confines de la
tierra.
Los quebrarás con un cetro de hierro, los destrozarás como a un vaso de arcilla"
Evangelio según San Juan 3,1-8.
Había entre los fariseos un hombre llamado Nicodemo, que era uno de los notables
entre los judíos.
Fue de noche a ver a Jesús y le dijo: "Maestro, sabemos que tú has venido de parte
de Dios para enseñar, porque nadie puede realizar los signos que tú haces, si Dios
no está con él".
Jesús le respondió: "Te aseguro que el que no renace de lo alto no puede ver el
Reino de Dios. "
Nicodemo le preguntó: "¿Cómo un hombre puede nacer cuando ya es viejo? ¿Acaso
puede entrar por segunda vez en el seno de su madre y volver a nacer?".
Jesús le respondió: "Te aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu no
puede entrar en el Reino de Dios.
Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu.
No te extrañes de que te haya dicho: 'Ustedes tienen que renacer de lo alto'.
El viento sopla donde quiere: tú oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni
adónde va. Lo mismo sucede con todo el que ha nacido del Espíritu".
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
Misal Romano
Oración de la catequesis bautismal de la Vigilia Pascual.
Un pueblo renace del agua y del Espíritu.
Dios santo, Padre de los creyentes
en el reparto de la gracia de adopción,
tú multiplicas sobre toda la tierra
los hijos de tu promesa;
por el misterio pascual, tú haces de tu siervo Abraham,
como lo habías prometido,
el padre de todas las naciones (Génesis 12:3).
Recuerda a tu pueblo
cómo responder a esa llamada.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Ahora de nuevo, Señor,
vemos brillar tus maravillas como en otro tiempo:
Mientras que antiguamente manifestabas tu poder
liberando un solo pueblo de la persecución de los Egipcios,
tu aseguras en lo sucesivo la salvación de todas las naciones
y los haces renacer a través de las aguas bautismales.
Haz que los hombres del mundo entero
lleguen a ser hijos de Abraham
y alcancen la dignidad de tus hijos.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Dios que no cesas de engrandecer a tu Iglesia
llamando a hombres que están lejos de ti,
dígnate guardar bajo tu protección
a aquellos que tu purificas en las aguas del bautismo.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Señor Dios nuestro,
poder inalterable y luz sin ocaso,
mira con bondad
el sacramento maravilloso de la Iglesia entera.
Como lo has previsto desde toda la eternidad,
mantén en la paz
la obra de salvación de los hombres.
Que el mundo entero reconozca la maravilla:
aquello que fue abatido ha resucitado
aquello que se quedó antiguo se ha renovado,
y todo recobra su primera integridad
en Aquel que es el principio de todo,
Jesucristo, tu Hijo y Señor nuestro.
Él que reina por los siglos de los siglos.
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