QUÉDATE CON NOSOTROS, SEÑOR
(III DOMINGO DE PASCUA)
10 abril 2005
"Dos discípulos de Jesús iban andando aquel día, el primero de la semana, a una
aldea llamada Emaús... Iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras
conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con
ellos... Y, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se
refería a él en toda la Escritura... Quédate con nosotros, porque atardece... Y entró
para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la
bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron..."
(Lc 24, 13-33)
En este Año de la Eucaristía, el Papa Juan Pablo II nos ha regalado una Carta
titulada "Quédate con nosotros, Señor". Son las palabras de invitación que
dirigieron los discípulos de Emaús al Señor que los acompañaba. Vamos a recoger,
resumidas, las mismas palabras del Papa, para comprender el Evangelio de este
domingo.
"Quédate con nosotros, Señor. Esta fue la angustiada invitación que los dos
discípulos, de camino hacia Emaús, la misma tarde del día de la Resurrección,
dirigieron al Visitante... Llenos de pensamientos tristes, no imaginaban que aquel
desconocido fuera precisamente su Maestro resucitado... Entre las sombras del día
que ya declinaba y la oscuridad que se cernía sobre sus ánimos, aquel Viandante
era un rayo de luz...
Les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura... Sus palabras hacen que
"ardan" los corazones de los discípulos, los sustraen de la oscuridad de la tristeza y
de la desesperación, suscitan en ellos el deseo de permanecer con él... Es Cristo
mismo el que habla cuando en la Iglesia se lee la Sagrada Escritura...
Lo habían reconocido al partir el pan... Una vez que las mentes están iluminadas y
los corazones reconfortados, los signos hablan... toda santa Misa es memorial...
(que) actualiza el pasado... nos lanza hacia el futuro... La fe nos pide que estemos
ante la Eucaristía con la conciencia de estar ante el propio Cristo... en silencio y en
adoración... tanto dentro como fuera de la Misa...
Viviendo en plenitud la comunión eclesial... Es precisamente el único Pan
eucarístico lo que hace de nosotros un solo cuerpo... La Eucaristía es epifanía de
comunión... comunión jerárquica... comunión fraterna... La Iglesia reunida
alrededor de los Apóstoles, convocada por la Palabra de Dios (sobre todo el
domingo o día del Señor), es capaz de una compartición que no afecta tan sólo a
los bienes espirituales, sino a los mismos bienes materiales...
Y, levantándose al momento... para comunicar lo que habían visto y oído... El
encuentro con Cristo suscita la urgencia de testimoniar y de evangelizar... relación
recíproca entre banquete y anuncio... Dando gracias... en nuestra cultura
secularizada, que respira el olvido de Dios y cultiva la vana autosuficiencia del
hombre... en solidaridad para con toda la humanidad... haciéndose promotor de
comunión, de paz, de solidaridad... con un compromiso activo por la edificación de
una sociedad más justa y fraterna... saliendo al encuentro, con laboriosidad
fraterna, de alguna de las tantas pobrezas de nuestro mundo... Este es el criterio
básico con arreglo al cual se comprobará la autenticidad de nuestras celebraciones
eucarísticas.
Que el Año de la Eucaristía constituya para todos una ocasión válida para una toma
de conciencia renovada del tesoro incomparable que Cristo ha encomendado a su
Iglesia."
Miguel Esparza Fernández