EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Juan 14,6-14.
Jesús le respondió: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino
por mí.
Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen
y lo han visto".
Felipe le dijo: "Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta".
Jesús le respondió: "Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no
me conocen? El que me ha visto, ha visto al Padre. ¿Como dices: 'Muéstranos al
Padre'?
¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que
digo no son mías: el Padre que habita en mí es el que hace las obras.
Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanlo, al menos, por las
obras.
Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago, y aún
mayores, porque yo me voy al Padre.
Y yo haré todo lo que ustedes pidan en mi Nombre, para que el Padre sea
glorificado en el Hijo.
Si ustedes me piden algo en mi Nombre, yo lo haré.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
Concilio Vaticano II
Constitución dogmática sobre la Iglesia « Lumen gentium » §23
Los Obispos, sucesores de los apóstoles
Cada uno de los Obispos que es puesto al frente de una Iglesia particular,
ejerce su poder pastoral sobre la porción del Pueblo de Dios a él encomendada, no
sobre las otras Iglesias ni sobre la Iglesia universal. Pero en cuanto miembros del
Colegio episcopal y como legítimos sucesores de los Apóstoles, todos y cada uno,
en virtud de la institución y precepto de Cristo, están obligados a tener por la
Iglesia universal aquella solicitud que, aunque no se ejerza por acto de jurisdicción,
contribuye, sin embargo, en gran manera al desarrollo de la Iglesia universal.
Deben, pues, todos los Obispos promover y defender la unidad de la fe y la
disciplina común de toda la Iglesia, instruir a los fieles en el amor de todo el Cuerpo
místico de Cristo, especialmente de los miembros pobres, de los que sufren y de los
que son perseguidos por la justicia ( Mt 5,10); promover, en fin, toda actividad que
sea común a toda la Iglesia, particularmente en orden a la dilatación de la fe y a la
difusión de la luz de la verdad plena entre todos los hombres.
El cuidado de anunciar el Evangelio en todo el mundo pertenece al Cuerpo de
los Pastores, ya que a todos ellos, en común, dio Cristo el mandato, imponiéndoles
un oficio común, según explicó ya el papa Celestino a los Padres del Concilio de
Éfeso. Por tanto, todos los Obispos, en cuanto se lo permite el desempeño de su
propio oficio, están obligados a colaborar entre sí y con el sucesor de Pedro, a quien
particularmente le ha sido confiado el oficio excelso de propagar el nombre
cristiano.
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