“Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo Único para que todo el que cree
en él no muera”
Jn 3, 13-17
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
“Miremos al Traspasado”, para ser salvado y liberado, hay que contemplar a Cristo
levantado en la Cruz , esto es, creer con mucha Fe, que él es Hijo de Dios, así, seremos
purificado por el agua del costado del traspasado.
El dueño absoluto de la vida, nuestro amado Dios Padre, ha trasmitido su autoridad al
hijo, Cristo mismo es la vida, y él la dará a los que creen en él. Dice el Señor: “En
verdad, en verdad os digo: el que escucha mi Palabra y cree en el que me ha enviado,
tiene vida eterna y no incurre en juicio, sino que ha pasado de la muerte a la vida. (Jn 5,
24)
La palabra de Jesús, es la palabra de Padre, y El nos pide creer en ella, permanecer y
atesorarla, esto es guardarla con fidelidad, así seremos fieles apóstoles de nuestro
hermano Jesús. Para que todos los que creen en el tengan vida eterna. Así es, Jesús es
testimonio de la verdad, y nos da testimonio de nuestro Padre Dios, amando, aceptando,
conociendo a Jesús, amamos, aceptamos y conocemos al Padre Dios, nuestra fe en
Jesús, y así, nos llevara a la vida que tanto esperamos.
Nuestra fe, consiste en recibir a Jesús, en conocerlo y en El conocer al Padre, en
conocer en El al enviado del Padre. Jesús mismo nos dice en este fragmento del
evangelio, para que todos los que crean en él tengan vida eterna.
Dios, todo bueno y bondad en El , absolutamente misericordioso, lleno de amor por los
hombres, y por el gran amor que nos tiene, sabiendo de nuestras faltas, fue tan bueno
que nos trajo a Jesús, y nos ha hecho vivir con El. Pero no solo hizo eso, además, nos
entrego a su propio hijo para que nos salváramos.
Si fuéramos capaces de poder entender bien lo que hizo Dios por nosotros, si
pudiéramos sentir de verdad en nuestro corazón todo el amor que Dios nos tiene, sería
entonces más sencillo darse cuenta de su amor infinito y su gran ideal de salvarnos.
Para eso nos mando a Jesús, su buen Hijo, no para condenarnos, sino que todo lo
contrario, para el que crea en El, no muera.
El evangelio nos esta diciendo con mucha claridad, el que desprecia el amor de
Dios, se condena a si mismo, es decir Dios no tiene interés en condenarnos, por que El
puro amor, amor total, es tan extremo que llega a entregar a su hijo al mundo por ese
amor. Ahora el resto esta en nosotros, si aceptamos o no ese amor, o si ante la luz que
vino al mundo, preferimos la oscuridad y ocultarnos en ella. Si así fuera, el preferir la
oscuridad, es detestar la Luz , esto es no querer recibir el verdadero amor que se nos
ofrece, y por este motivo, ya estamos condenados, pero no por Dios, sino que por
nosotros mismos.
Escribe Teresa de Jesús: ¿Es posible, Señor, que exista algún alma que haya llegado
a que Vos le hagáis mercedes semejantes y regalos y haya entendido que Vos os
gozáis con ella, que os haya vuelto a ofender después de tantos favores y de tan
grandes muestras del amor que le tenéis, de lo cual no puede dudar, pues las obras se
han visto claras? ((V 14, 11)
En una ocasión, alguien me dijo que conocía algo de Dios, y que oía mucho que El nos
amaba, pero no había creído que fuera para tanto, entonces el no quería acercarse a
Dios, porque se reconocía un gran pecador, entonces si se dejaba ver mucho por Dios,
pensaba que iba a ser castigado, en otras palabras, sus faltas eran un obstáculo para
buscar recibir un poco de amor de Dios, pero luego en una situación de peligro, puso
toda su fe en mirar al Señor, y sintió que Dios, no le quitaba su mirada, y que recibió
tanta misericordia ante su necesidad, que descubrió que Dios solo sabe perdonar, y que
el al alejarse de Dios, sólo se castigaba a si mismo.
Nosotros debemos agradecer esta fineza del amor de Dios, y una gran forma de dar
gracias, es aprovechar todo el cariño que nos ofrece, y amarlo del mismo modo que el
nos ama. El por amor nos entrego a su propio hijo, nosotros por amor nos entregamos a
El.
Reza Teresa de Jesús: Oh, Señor mío! ¡Qué delicada y fina y sabrosamente sabéis
tratar a quienes os aman! ¡Quién nunca se hubiera entregado a amar a nadie sino a
Vos!. Parece, Señor, que probáis con rigor a quien os ama, para que en la mayor
intensidad del sufrimiento se manifieste la mayor intensidad de vuestro amor (V 25, 17).
¡Oh, Jesús y Señor mío! ¡Cuánto nos ayuda aquí vuestro amor!, porque éste tiene
cogido al nuestro, que no le deja libertad para amar en aquel momento a nadie y nada,
más que a Vos! (V 14, 2; CN 4).
Que Cristo Jesús María y José, vivan es sus corazones