XXII DOMINGO ORDINARIO – A
Evangelio: Mat 16,1-27 - La cruz de cada día
Pedro, que ya estaba propuesto para ser quien hiciese cabeza en el grupo
apostólico, es ahora rechazado por Jesús, pues no acaba de entender del todo
algunas afirmaciones y planes del Maestro. Jesús será maltratado y ejecutado. El
mal le dominará aparentemente, pero al final vencerá resucitando. Y ahí está la
lección que Pedro provocó, para que todos aprendiéramos a vivir.
“Si alguno quiere venir en pos de Mí, que renuncie a sí mismo, cargue con
su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que
pierda su vida por Mí, la conservará”.
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Señor, que, aprovechando la terquedad de Pedro,
abriste la mejor página de la vida y de la santidad,
y el recetario más oportuno de la salud y de la felicidad.
Quiero aprender a ser feliz, y hacer la vida más feliz a los demás.
Sé que tengo que cargar con las cruces de cada día, pues “no hay día sin
cruz”, pero sé que con tus enseñanzas, y caminando a tu lado, todo es
fácil y llevadero.
A la vez que aprendo, Señor, de la terquedad de Pedro,
quiero saborear tus palabras, para que nunca las olvide:
Si alguno quiere venir en pos de Mí, que renuncie a sí mismo,
cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la
perderá;
pero el que pierda su vida por Mí, la conservará.
Pues ¿de qué le sirve al hombre ganar todo el mundo, si pierde su vida?
¿O qué puede dar a cambio de su vida?
El Hijo del Hombre está a punto de venir con la gloria de su Padre
y con sus ángeles. Entonces tratará a cada uno según su conducta”.
Son muchos, Señor, los que planean su vida equivocadamente,
rehuyendo alocada e inconscientemente de las cruces y problemas
que la vida conlleva; y cuando éstas se les presentan
no saben aceptarlas con garbo humano y sentido sobrenatural.
Te pido por todos los que soportan cruces reales,
como enfermedades, violencias o incomprensiones,
para que se unan a Ti, y así las lleven mejor y con más paz y alegría.
Te pido, Señor, por los que se inventan cruces falsas o imaginarias,
por su inconsciencia y superficialidad, para que, conscientes de su error,
abracen el deber de cada día con responsabilidad y entrega.
También de pido, Señor, que cuando vea tus cruces,
aprenda a clavarme yo en ellas, y así también pueda disfrutarlas
con la alegría de tu Resurrección.
Padre Segismundo Fernandez Rodríguez