XXIII DOMINGO ORDINARIO – A
Evangelio: Mat 18,15-20 - La corrección fraterna
Jesús quiere reforzar los lazos espirituales -que son los más importantes-
entre sus discípulos y cuantos iban a aceptar la pertenencia a la comunidad
cristiana. La verdadera caridad tiene que llegar hasta la reprensión de quien
obra mal y la oportuna corrección fraterna.
Esto crea unos lazos tan fuertes y profundos, que Dios bendice siempre a
quienes así se aman y se ayudan mutuamente y con la confianza de los
hermanos. La oración, que se hace en común y con el corazón, siempre es
puntualmente atendida por Dios.
_____________________________________________________
Señor, que quieres que nos ayudemos como hermanos,
y como tales nos ayudemos con la reprensión y con la corrección fraterna.
Te pido la humildad profunda y la sinceridad consiguiente
para reconocer mis faltas y pecados, mis debilidades y tibieza,
y también, Señor, para tener la valentía,
y al mismo tiempo la nobleza y gallardía para aceptar
las correcciones de mis hermanos, sobre todo los demás cristianos.
Quiero ver en quien me avisa y corrige al hermano que me quiere
y busca mi bien y mi santidad. Y sobre todo si son mis familiares
cercanos
o quienes dirigen y orientan mi vida espiritual: sacerdotes o director
espiritual.
También necesito, Señor, tu Espíritu, para ayudar yo a quienes me
rodean:
amigos, familiares, compañeros de trabajo, profesión o diversión,
con la prudente y siempre caritativa reprensión y corrección fraterna.
Que al hacerla aprenda yo a examinarme, para no caer en los mismos
defectos,
sino al contrario, para dar ejemplo de santidad y alegría, de cariño y
generosidad.
Con la fuerza que da la unidad, quiero apoyarme en la oración
de los demás cristianos para urgirte en mis necesidades personales y
familiares. Para todos te pido lo mejor: tu paz y tu amor, tu bendición y tu
perdón.
Quiero apoyar estas súplicas en mi oración frecuente y piadosa,
confiada y humilde, perseverante y comprometida;
y así puedan los demás cristianos, y todos los humanos,
sentirse apoyados por mi palanca de oración y de trabajo, convertido en
oración,
y de caridad y apostolado ofrecidos como alabanza y gratitud a Dios.
Que todos los días tenga mi rato de oración y de trato contigo,
y que a lo largo de la jornada me acuerde de Ti con las jaculatorias
o breves e incisivas oraciones, que tanto te agradan
y tanto me ayudan a santificarme en mi vida ordinaria.
Padre Segismundo Fernandez Rodríguez