XXVI DOMINGO ORDINARIO – A
Evangelio: Mat 21,28-32 - Trabajar en la viña del Señor
Con un ejemplo muy gráfico, Jesús, una vez mas, nos instruye –y
advierte- sobre las verdaderas coordenadas por las que ha de discurrir nuestra
respuesta a su llamada o vocación cristiana. No es suficiente hablar y prometer,
alardear de bondades y proyectos, creerse ya buenos porque en efecto ya
cumplimos “lo suficiente”, o porque realmente hacemos las cosas mejor que
otros.
Lo verdaderamente importante es cumplir el deber de cada momento con
humildad y generosidad, sin perder de vista el amor de Dios, y por tanto,
muchas veces, sin olvidarnos del arrepentimiento humilde y esperanzado.
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Gracias, Señor, por esta crítica que nos haces a tantos cristianos,
que nos creemos mejores, porque ya rezamos algunas veces,
participamos en la Eucaristía dominical, damos alguna limosna
y nunca robamos ni molestamos gravemente al prójimo.
Pero, Tú, Señor, quieres otras “bondades” más exigentes
y comprometidas, y por supuesto más valiosas y gratificantes.
¡Es tan fácil ensimismarse con las propias cualidades y virtudes!
¡Somos tan propensos a autojustificarnos y sobrevalorarnos en exceso!
¡Es tan fácil ver la paja en el ojo ajeno, que, aún sin darnos cuenta,
impedimos ver los defectos, pecados y limitaciones,
tan grandes como vigas, en nuestra cara!
Pero, Tu, Señor, nos abres un camino llano y carretero,
repleto de posibilidades y ayudas, para que todos podamos caminar por
él,
disfrutar del trayecto, y llegar felices y satisfechos a la meta.
Que la verdadera fe me ayude a conocerme como soy
y cómo debo caminar por la senda de la santidad y del apostolado.
Que la humildad y la sinceridad me ayuden
a reconocer mis defectos y fallos,
y a pedirte perdón cuando lo necesite.
Que la valentía y la generosidad me estimulen
a caminar sin parar haciendo el bien.
Que nunca me crea suficientemente bueno y santo,
ni me detenga, o me enfríe, en la lucha por la santidad.
Que mi oración de cada día me haga ver claro el camino de la vida.
Que la Eucaristía frecuente me estimule a no cejar en el empeño
por vivir la caridad con el prójimo.
Que nadie me gane en amarte y en servir a los demás por amor a Ti.
Padre Segismundo Fernandez Rodríguez