XXXIII DOMINGO ORDINARIO – A
Evangelio: Mat 25,14-30 Parábola de los talentos
Cercano ya el final del Año Litúrgico, o eclesiástico, la Liturgia de la Santa
Misa, propone a los cristianos para la reflexión y la meditación, los textos
evangélicos que hablan del fin del mundo y del juicio particular que tendremos a
la hora de la muerte. De esta manera Nuestra Santa Madre la Iglesia nos
recuerda y advierte de la necesidad de ser responsables con nuestra vida, de
aprovecharla bien, y de rendir en nuestro trabajo diario y de hacer todo el bien
que podamos.
Para eso disponemos de muchos “talentos”, cualidades intelectuales,
artísticas, deportivas, etc., así como de oportunidades suficientes, y muchos
medios materiales, propios y comunitarios. Se trata de rendir según la voluntad
de Díos, y no según nuestras meras preferencias personales. De ello habremos
de dar cuenta a Díos en el momento oportuno.
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Gracias, Señor, por estas lecciones, tan oportunas como
imprescindibles, que nos das con la parábola de las doncellas prudentes y
necias,
y hoy con la de los talentos. Si los mayores necesitan meditarlas
con frecuencia para aprender a conocerse mejor, para examinarse
y rectificar, para arrepentirse y renovar propósitos cada día;
los niños y jóvenes no pueden olvidarlas ni obviarlas por necesidad vital.
A todos nos enseñas, Señor, que para mantenernos siempre
jóvenes,
hemos de saber reconocer y apreciar los muchos “talentos”
que Tú nos das habitualmente y a largo plazo,
y los que puntualmente, como gracias actuales, nos vas proporcionando
cada día.
Que sea sincero, Señor, para reconocer mis “talentos”, mis
cualidades
y posibilidades, las que Tú me das y yo pueda conseguir;
y que sea responsable con ellas para darles el rendimiento oportuno
en mi santidad personal, en mi trabajo profesional, en mi familia y en mis
diversiones, y en tantos servicios sociales como, sin duda, puedo hacer,
si soy generoso y optimista, valiente y sacrificado como Tu esperas de mí.
Que no viva o me quede ensimismado, tonta y tristemente,
en mis “cosas”,en lo que soy y en lo que tengo,
sino que siempre piense más en lo que puedo y debo hacer por los
demás.
Y sobre todo, Señor, que fructifique el talento, que sostiene
y potencia a los demás: la fe en tu Palabra, la confianza en tu Persona,
y el amor a Ti y en consecuencia a los demás.
Deseo oír y saborear tus palabras:
“Muy bien; eres un empleado fiel y cumplidor. Como has sido fiel
en lo poco te daré un cargo importante: pasa al banquete de tu Señor”.
Padre Segismundo Fernandez Rodríguez