"Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba".
Lc 24, 13-35
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
1) UNA ALDEA LLAMADA EMAÚS.
El primer día de la semana, dos de los discípulos iban a un pequeño pueblo llamado
Emaús, el mismo día de la resurrección del Señor, en el cómputo judío el primer día de la
semana, dos de ellos, de los discípulos que estaban reunidos con los apóstoles tuvieron
que salir de camino de Jerusalén. Probablemente fuesen peregrinos que, cumplidos los
primeros ritos pascuales, se volvían a su pueblo. Era ésta una aldea llamada Emaús.
Para nuestro conocimiento, Emaús, dista a sesenta estadios de Jerusalén. La topografía de
esta aldea es dudosa, pues está sometida a un problema crítico. Hay dos lecturas del
mismo: unos manuscritos ponen que estaba situada a sesenta estadios, esto son 11:5 km.;
otros, a ciento sesenta estadios, es decir 30 km . Críticamente la primera lectura está
mucho más sostenida por los códices. Los que defienden la primera lectura ponen la
topografía en el actual El-Qubeibe, que está a esta distancia exacta; los otros lo sitúan a 32
kilómetros , en el actual Amwas.
2) SE LES UNE EN EL CAMINO, COMO UN VIAJERO MÁS, JESÚS.
En su caminar, preocupados por los acontecimientos, se les une en el camino, como un
viajero más, Jesús. Pero ellos no le reconocieron. El texto dice: pero sus ojos estaban
retenidos para no reconocerle. Algunos autores piensan que se trata de una acción
sobrenatural que les impedía reconocer a Jesús. La frase no debe de exigir una acción de
este tipo. Era sencillamente que la apariencia de Jesús resucitado, cuerpo glorioso, se les
mostró en una forma no ya la ordinaria. Como fue en el caso de Magdalena, recordemos
que ella piensa que es un hortelano y donde se dice que no le conoció, pero sin alegar una
acción sobrenatural que se lo impidiese; o cuando Jesús resucitado se les aparece junto al
Tiberíades, y de momento no le reconocieron los discípulos.
La conversación se inicia con la preocupación que les embaraza, por lo que pasó en
Jerusalén. El impacto tuvo que ser muy grande en la ciudad, pues Jesús era muy conocido,
los peregrinos de todo Israel estaban allí con motivo de la fiesta pascual y la crucifixión era
siempre un acto espectacular. El nombre de uno de ellos, Cleofás, acusa la información
histórica de san Lucas o su fuente.
3) EL DESÁNIMO EN ELLOS ESTÁ PATENTE.
Estos peregrinos hablan de Jesús Nazareno, nombre con que era conocido, pero como de
un profeta. Sin embargo, con este nombre piensan en el Mesías, pues esperaban que
rescataría a Israel. Estaban en la promesa mosaico-mesiánica. Y le reconocen poderoso en
obras y palabras, estilo de Lc (Act 7:22), con el que los peregrinos proclaman la obra
salvadora doctrinal de Jesús y su vida de milagros.
El desánimo en ellos está patente. Su esperanza no se ve. Esperaban que rescataría a
Israel, y van tres días de su muerte. Reflejan estos peregrinos la concepción judaica de la
escatología mesiánica de formas complejas o confusas, que ya aparece en la petición del
buen ladrón (Lc), y según la cual se esperaba que el gran período mesiánico se inauguraría
con la resurrección de los muertos. Y aunque aluden a la visita de las mujeres al sepulcro, y
que no hallaron el cuerpo de Jesús, y que habían tenido una visión de ángeles, que les
dijeron que vivía, y que algunos discípulos fueron al sepulcro y no hallaron el cuerpo del
Señor, el desánimo y la desilusión se acusa en ellos. La cifra de tres días, tan anunciada
por Jesús para su resurrección, estaba muy fija en ellos. El alma permanecía tres días
sobre el cadáver y lo abandonaba al cuarto (Talmud).
4) JESÚS LES EXPLICA LO QUE EN LAS ESCRITURAS
Este es el momento en que Jesús les explica lo que en las Escrituras se decía de El: que
por el sufrimiento entraría en su gloria. Hacía falta deshacer el concepto judío de un Mesías
triunfante política y nacionalmente; había de sufrir. Por eso apeló al gran argumento en
Israel: las Escrituras. Y comenzó por Moisés (Pentateuco) y los Profetas. No faltó en la
exposición, de seguro, la profecía mesiánica del Siervo de Yahvé. Así era preciso que el
plan del Padre, revelador de las Escrituras, se cumpliese. Y así el Mesías entraría en su
gloria. Pronto van a ver parte de esta vida sobrenatural que tiene en su aparición a ellos, a
pesar del desconocimiento que tienen de El y su misteriosa desaparición. A la hora en que
san Lucas lo refiere, no debe ser ajeno a él, en la expresión su gloria, la plena irradiación de
su divinidad a través de su humanidad.
En el resto del relato, Jesús esta la mesa con estos peregrinos, tiene la dificultad clásica de
la pregunta que nos hacemos al inicio del comentario. Jesús, como invitado, tomó el pan
(en sus manos), lo bendijo, lo partió y se lo dio. ¿Qué significa este acto? ¿Es la simple
bendición del pan ritual en la mesa? ¿O es que Jesús realizó allí el rito eucarístico? Estos
peregrinos le reconocieron en la fracción. Pero éstos no asistieron a la última Cena ni es
fácil que hubiesen oído explicar este rito a los apóstoles. Más, por otra parte, esta expresión
del relato parece una forma del rito eucarístico de la consagración del pan en los sinópticos
Si el relato se considera histórico en todos sus detalles, se impone el sentido no eucarístico,
ya que estos discípulos no habían asistido a la última Cena. Sería el rito ordinario de partir
el pan y bendecirlo en la comida, hecho, como invitado de honor, por Jesús. Si la expresión
viene a tener una coincidencia con la fórmula sinóptica eucarística, pudiera ser un Idea o
expresión demasiado repetidas o tópicas con el que se expresaba el rito de la bendición de
la mesa, de donde el mismo Jesús lo parece tomar para el rito nuevo eucarístico. Era una
buena semejanza, basada en la misma naturaleza de las cosas.
5) HOMBRES DUROS DE ENTENDIMIENTO, CÓMO LES CUESTA CREER
Sin embargo recordemos que Jesús les dijo: ¡Hombres duros de entendimiento, cómo les
cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías
soportara esos sufrimientos para entrar en su gloria?. Y comenzando por Moisés y
continuando con todos los profetas, les interpretó en todas las Escrituras lo que se refería a
él, es decir, primero Jesús se detiene en la enseñanza de las Escrituras, que llevan a Jesús,
y luego él, por la consagración eucarística, está ante ellos por su real presencia eucarística
y resucitado.
Lo que aquí se intenta no es, como en las apariciones de Jesús a sus apóstoles, el hecho
mismo de la aparición, el hecho que Jesús viene, se presenta, se muestra. Para los
discípulos de Emaús no basta que Jesús esté allí; es preciso aún más: que se le reconozca.
No es una narración con finalidad apologética, sino con un deliberado enfoque teológico.
Dada esta enseñanza, Jesús desaparece.
6) UNA CATEQUESIS, DONDE LAS EXPLICACIONES HABÍAN DE TENER
MAYOR VOLUMEN.
Pero San Lucas a veces no explica en su evangelio expresiones muy judías (Lc 20:17). El
evangelio procede, en parte, de una catequesis, donde las explicaciones habían de tener
mayor volumen. Por eso, la síntesis evangélica puede omitir cosas supuestas. Además, es
muy poco probable que los lectores de Lucas no conociesen este tipo de bendición judía de
la mesa cuando el mismo ágape debió de tener su origen en los preludios judíos de la cena
del Señor. Y esto suponía una explicación de lo mismo. Además, esta narración está
situada entre hechos manifiestamente apologéticos de este capítulo de Lucas.
Si la frase fracción del pan, anterior a su específico uso cristiano, es aquí síntesis de tomó
el pan, lo partió., ambas fórmulas son del rito judío. Y Jesús tenía su rito, como se ve en los
sinópticos. De aquí que la forma usual y repetida de la bendición del pan en Emaús
pudiese, por su uso eucarístico, revertir sobre la fórmula histórica primitiva de bendición de
la comida, evocando a esta hora, en cierto sentido, la Eucaristía , pero sin exigir, por ello, el
que fuese la Eucaristía este rito. Lo mismo que se lee, citado por San Jerónimo, en el
apócrifo Evangelio a los Hebreos: Jesús tomó pan, lo bendijo, lo partió y lo dio al Justo
Santiago, y le dijo: Hermano mío, come tu pan, porque resucitó el Hijo del hombre de entre
los muertos. Y no se trata de la Eucaristía.
7) CONOCIENDO A JESÚS EN EL RITO DEL PAN
Por último, la narración de la explicación que Jesús les hace de las Escrituras tiene un
manifiesto valor apologético: les trata de hacer ver el verdadero mesianismo profético.
Pero este hecho me recuerda algo muy importantes en nuestra celebración litúrgica,
primero se escucha a Jesús en la lectura y luego se entra en contacto con El por la
Eucaristía.
Estos discípulos, conociendo a Jesús en el rito del pan, por ser característica suya la
bendición, o el tono de voz, volvieron presurosos a Jerusalén. Allí encontraron a los Once y
a sus compañeros. Fácilmente podemos imaginar con que alegría, detalles y viveza
contaron su encuentro con Jesús. Estos les dijeron: Es verdad, ¡el Señor ha resucitado y se
apareció a Simón! Sin embargo no les creyeron (Mc 16:13), al menos en un principio. Pero
también ellos supieron que el Señor, el Kyrios, confesándose así la divinidad de Jesús,
como lo hacía con este nombre la Iglesia primitiva, se había aparecido a Pedro. Sólo por
san Lucas, en los evangelios, se sabe esta aparición. Acaso dependa de Pablo (1 Cor
15:5). Pero con ello se destaca a un tiempo el amor del perdón del Señor al Pedro negador
y el prestigio de éste en la comunidad cristiana.
8) "QUÉDATE CON NOSOTROS, PORQUE YA ES TARDE Y EL DÍA SE
ACABA".
Los discípulos, se sintieron atrapados por las palabras y la compañía de Jesús, así es como
le dijeron "Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba". Eso es lo que
queremos decirle hoy a Jesús, eso es lo que le rogamos, que se quede, porque sin el la
tarde se hace oscura, sin El queda vacía el alma, y El es Luz para la oscuridad, alegría y
consuelo para el espíritu.
Jesús se dio a conocer a los discípulos cuando estando a la mesa, tomó el pan y pronunció
la bendición; luego lo partió y se lo dio. Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo
reconocieron. Así hoy nosotros, es donde encontramos a Jesús, así se nos da a conocer en
la Eucaristía de cada día, allí es donde debemos abrir los ojos y reconocer a nuestro Señor
y donde nos arde nuestro corazón porque nos colma con su gracia.
Cristo es "nuestra paz" (Ef 2, 14), la Paz de Cristo Resucitado para todos