Comentario al evangelio del Lunes 09 de Mayo del 2011
Tras haber elegido a siete «servidores», hoy se nos narra en la primera lectura el ministerio propio del
primero de ellos. Esteban lleva a cabo su ministerio en profunda continuidad con el del Señor,
haciendo suyo el modo de vivir de Jesús. Al no hablar por cuenta propia, sino como enviado,
desprende un estar «lleno de gracia y poder», de «sabiduría y espíritu». Esa sabiduría que brota en
nuestra vida cuando permitimos a Dios llevar las riendas y hacemos del Evangelio nuestro latir. O en
palabras del Salmo de hoy, quien recorre el camino de la voluntad del Señor, de lo que con profundo
amor quiere Él para nosotros, sentirá la dicha de ver su vida como gracia, presencia, amistad y
compañía de Dios.
Por eso el Evangelio sostiene dos puntos especialmente importantes: es preciso buscar a Jesús cada día
y preguntarnos cómo llevar a cabo lo que Dios quiere de nosotros. Necesitamos buscar a Jesús donde
Él está, porque no basta con sabernos todo de carrerilla; muchas veces, o cruzamos a la orilla de Jesús
buscándole con tiempo, confianza y esfuerzo o nos quedamos sin el alimento de vida, consuelo y
fortaleza que Él nos puede dar. Y es preciso preguntarnos —y preguntarle— cada día cómo ocuparnos de
los trabajos que Dios quiere. Para Jesús es clara la respuesta: creer en Él. Creernos que no actúa porque
sí, sino como enviado y testigo del Padre. Creernos de verdad la Buena Noticia como lo que es: una
novedad buena, anhelada, humanizadora. Confiar en Él y confiarnos a Él cada día. He aquí la mayor
obra que está en nuestra mano. Esta lógica fue la que descubrió Esteban en Jesús e hizo suya, la lógica
de la eucaristía, que no nos alimenta en vano.
Samuel Sueiro, cmf