CRISTO, PASTOR Y PUERTA
DOMINGO 4º DE PASCUA.
15 de Mayo de 2.011
En aquel tiempo, dijo Jesús: Os aseguro que el que no entra por la puerta en el
aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero
el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda, y las
ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca
fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas lo
siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él,
porque no conocen la voz de los extraños.
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por
eso añadió Jesús: Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han
venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. Yo
soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará
pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido
para que tengan vida y la tengan abundante. Juan 10, 1-10
La imagen del pastor ha marcado en forma profunda la piedad del pueblo de Israel,
sobre todo en los tiempos de calamidad. El Salmo 23 (El Señor es mi Pastor, nada
me puede faltar) transmite consuelo y confianza,, siendo el profeta Ezequiel el que
con más abundancia desarrolla más la imagen de Dios pastor (34-37). Los
evangelios presentan varias parábolas sobre el tema del pastor y las ovejas. En San
Juan 10 se escucha la voz directa de Jesús cuando dice: Yo soy el Buen Pastor
Sorprendentemente este discurso no empieza con estas palabras, sino con otra
imagen: la imagen de la puerta: Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas.
Dice esto después de haber afirmado: Os aseguro que el que no entra por la puerta
en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido;
pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. La explicación es que para
ser buen pastor hay que entrar a través de Jesús, entendido como la puerta. De
esta forma, Jesús sigue siendo el pastor, y por tanto el rebaño le pertenece sólo a
Él.
El ladrón viene para robar, matar y hacer estragos. Ve las ovejas como algo de su
propiedad, que las puede poseer y aprovechar para su uso. El verdadero pastor no
quita la vida, sino que la da: Yo he venido para que tengan vida y la tengan en
abundancia. El verdadero pastor conoce sus ovejas, él las llama y estas lo siguen
porque lo conocen a él. La palabra conocer y pertenecer están entrelazadas,
porque, en el texto griego, son básicamente lo mismo. El verdadero pastor no
“posee” las ovejas como un objeto cualquiera que se usa y se consume; ellas le
“pertenecen” precisamente en ese conocerse mutuamente. Este conocimiento lleva
a un pertenecer interior mucho más profundo que el poseer de las cosas.
Es el caso de los hijos, que no son “propiedad” de los padres; el caso de los
esposos, que no son “propiedad” uno del otro; o el de los alumnos y súbditos… de
los que no son “propietarios” el maestro y el gobernante. Si bien los unos y los
otros se “pertenecen” de un modo más profundo. Cada uno es una criatura libre de
Dios, no se pertenecen como una posesión, sino en la responsabilidad. Se
pertenecen precisamente porque aceptan la libertad del otro y se sostienen el uno
al otro en el conocerse y amarse. En cambio para el ladrón, para los dictadores…
las personas son cosas que poseen., propiedades que manipulan, objetos, y no
sujetos privados de dignidad y respeto, de propuesta y respuesta, de donación y
acogida vitales y vivificadoras. Todo lo contrario que sucede con el verdadero
pastor para el que las personas son seres libres, a las que conoce y ama queriendo
que vivan en la libertad de la verdad.
En Ezequiel 34, 14 se lee la promesa del pastor: Las apacentaré en pastizales
escogidos… Promesa ésta, que en la primera parte de su Jesús de Nazaret le hace a
Benedicto XVI afirmar y preguntar: “Ya sabemos de qué viven las ovejas, pero, ¿de
qué vive el hombre?” A lo que él nos responde que el hombre vive de la verdad y
de ser amado por la Verdad.; que, ciertamente, el hombre necesita alimentar su
cuerpo, pero en lo más profundo necesita sobre todo la Palabra, el Amor de Dios…
Maravillosa e iluminadora la relación que, a este respecto, el Papa hace entre el
sermón sobre el pan de vida del capítulo 6 de San Juan y su capítulo X sobre el
pastor: Jesús, en efecto, como Palabra de Dios hecha carne, no es sólo el pastor,
sino también el alimento, el verdadero “pasto”, el cordero sacrificado que se
entrega a sí mismo para darnos la vida en abundancia y plenitud, para concluir así
su reflexión sobre la figura del buen pastor; Jesús, el Verbo hecho hombre, el
verdadero portador de la oveja, el Pastor que nos sigue por las zarzas y los
desiertos de nuestra vida llevándonos en sus hombros hacia la Casa Patria abierta
de par en par, hacia el acogedor Aprisco universal para apacentarnos y pacer en la
Ciudad –Redil de 12 puertas , la gloriosa vivencia y convivencia de Hijos, de
Hermanos y de Amigos de Dios..
Juan Sánchez Trujillo