PASTOR FRENTE A LADRONES
(IV DOMINGO DE PASCUA)
17 abril 2005
"Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de
mí son ladrones y bandidos... Yo soy la puerta: quien entra por mí se salvará y
podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar
y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante". (Jn
10,1-10)
Tomando pie de la experiencia de Israel, el título de pastor suena para muchos,
hoy, a dirigismo, a autoridad, a mando... y, como consecuencia, a obediencia y
sometimiento. De la experiencia nómada, en que el pastor guía a su rebaño, el
pueblo hebreo transporta este contenido a los que reciben cierta responsabilidad
sobre el pueblo: reyes, profetas... Y, por la experiencia vivida con estos, lanzan su
mirada hacia el futuro atribuyendo al tema del pastor un sabor claramente
escatológico: Yahvé intervendrá definitivamente a favor de su pueblo. Aquí
enganchan, y desde ahí se explican, las palabras de Jesús en textos evangélicos
como el de hoy.
Jesús es el único que puede atribuirse el título de pastor, dada su entrega total a su
rebaño. Él se preocupa de procurar buenos pastos a su rebaño, él lo hace entrar en
una nueva vida, él conoce personalmente a sus ovejas, él da su vida por ellas... En
definitiva, él vive por y para el rebaño, sin aprovecharse para nada de él. Por eso,
todos los hombres están llamados a entrar en el único rebaño del único pastor.
Sólo desde ahí, podrá el hombre contemporáneo aceptar a Jesús como el centro de
su vida. No resulta tarea fácil. Porque ondeamos con tanta fuerza la bandera de la
libertad, que no admitimos nada que interpretemos como recorte para la misma.
Porque nos vemos tan autosuficientes, que no soportamos la presencia de nadie
que consideremos como competidor. Porque estamos convencidos de tener las
ideas tan claras, que no estamos dispuestos a someternos a ningún dirigismo...
Esta es la gran dificultad del hombre de nuestros días: su excesiva autosuficiencia.
Por eso está en crisis la figura del padre, del maestro, del líder político o religioso...
Casi todos luchamos por que no nos roben nuestra autonomía, nuestra capacidad
de opinión y de decisión. Sin darnos cuenta (o sin querer reconocerlo) de que, y
esto es lo grave, no ha habido, quizá, ninguna época en que el hombre haya sido
más esclavo y más dependiente que ahora. ¿No habla de esto la moda, la música,
los modos de diversión...? Nunca hemos estado tan uniformados como ahora, que
alardeamos, más que nunca, de ser libres.
La certeza de los creyentes es que el único que no se busca a sí mismo
buscándonos a nosotros es Jesucristo, que el único que nos ofrece verdaderos
caminos de libertad y de superación es Jesucristo, que el único que potencia
nuestras capacidades sin anularlas lo más mínimo es Jesucristo... Todos los demás,
frente a él, son "ladrones y bandidos", que nos roban lo que más estimamos,
porque se buscan a ellos y a sus intereses, sin que nosotros les preocupemos nada
en absoluto.
Es una buena ocasión para que cada uno examine la experiencia de libertad y de
realización personal que ha conquistado siguiendo las voces a las que dado cabida
en su vida. Y, por supuesto, una buena ocasión de experimentar a dónde conduce
el seguimiento de Jesucristo, el Buen Pastor.
Miguel Esparza Fernández