VI Domingo del Tiempo Ordinario
P. Félix Jiménez Tutor, escolapio
Escritura:
Eclesiástico 15, 16-21; 1 Corintios 2, 6-10;
Mateo 5, 17-37
EVANGELIO
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: No creáis que he venido a abolir la ley
o los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Os aseguro que antes
pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la
ley. El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así
a los hombres, será el menos importante en el Reino de los cielos. Pero quien los
cumpla y enseñe, será grande en el Reino de los cielos.
Os lo aseguro: si no sois mejores que los letrados y fariseos, no entraréis en el
Reino de los cielos.
Habéis oído que se dijo a los antiguos: no matarás, y el que mate será procesado.
Pero yo os digo: todo el que esté peleado con su hermano será procesado. Y si uno
llama a su hermano "imbécil", tendrá que comparecer ante el sanedrín, y si lo llama
"renegado", merece la condena del fuego.
Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de
que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete
primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda.
Con el que te pone pleito procura arreglarte en seguida, mientras vas todavía de
camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la
cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último cuarto.
Habéis oído el mandamiento: No cometerás adulterio. Pues yo os digo: el que mira
a una mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella, en su interior.
Si tu ojo derecho te hace caer, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro
que ser echado entero en el abismo. Si tu mano derecha te hace caer, córtatela y
tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero al abismo.
Está mandado: "El que se divorcie de su mujer, que le dé acta de repudio". Pues yo
os digo: el que se divorcia de su mujer –excepto en caso de prostitución- la induce
al adulterio, y el que se case con la divorciada comete adulterio.
Sabéis que se mandó a los antiguos: "No jurarás en falso" y "Cumplirás tus votos al
Señor". Pues yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de
Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad
del Gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo
pelo.
A vosotros os basta decir sí o no. Lo que pasa de ahí viene del Maligno.
HOMILÍA
Érase una vez un escultor a quien un obispo le había encargado una estatua para la
catedral. Cuando llegó el día de entregarla, el escultor se sentía mal, no estaba
satisfecho de su trabajo y no le gustaba su estatua.
Llamó a su ayudante para que le ayudara a transportarla y le dijo: ya tenía ganas
de quitarme de encima este muerto.
Su ayudante de mal humor miró para otro lado. Entonces el escultor recordó las
veces que le había maltratado e insultado durante el trabajo. Éste le pidió perdón y
el viaje hasta la catedral se hizo más agradable.
En el camino se encontró con su mujer que le miró con desprecio y no quería viajar
con ellos. Pero el escultor, con humildad, le pidió perdón y ella con una sonrisa se lo
dio y se sentó junto a su marido.
Más adelante se encontró con el cantero que le había vendido la piedra para hacer
la estatua. El cantero le miró con ira porque no le había pagado a pesar de sus
promesas.
El escultor se disculpó una vez más y pagó su deuda y viajó con ellos a la catedral.
Cuando llegaron a la catedral, la mujer del escultor invitó al obispo para que viera
la estatua mientras el escultor, su ayudante y el cantero la descargaban.
Cuando la descubrieron todos se maravillaron de su extraordinaria belleza.
El más sorprendido fue el escultor y es que cada vez que pedía perdón y se
reconciliaba la estatua se hacía más hermosa.
El autor de la primera lectura, Ben Sirach, te dice que Dios te ha dado un poder
fascinante: el poder de elegir.
"Si quieres puedes guardar los mandamientos; actuar con fidelidad es cuestión de
tu propia elección".
No podemos culpar a Dios de nuestras malas decisiones, de los pecados que
cometemos. "Ante ti pongo la vida y la muerte, lo que elijas te será dado".
"Elije la vida" no significa elige 80, 90 o 100 años; no significa elije el lujo, la
pereza, el no hacer nada, el dinero, la irresponsabilidad…"Elige la vida" significa:
amar a Dios, obedecer a Dios, caminar con Dios, elegir a Dios.
Elegir la muerte no significa un ataque de corazón, un accidente o una bala perdida.
Elegir la muerte significa elegir la idolatría en sus mil formas, adorar las criaturas.
Si eliges la vida, Dios te la dará, Dios te dará la conversión del corazón para que
puedas vivir la ley del amor.
Jesús, en el evangelio, pone sangre y carne al hueso de la realidad.
En las diez palabras, los diez mandamientos, se dice: no matarás, no cometerás
adulterio, no dirás falso testimonio…
"Han oído que se dijo a los antiguos: no matarás…pero yo os digo…
Jesús habla a la profundidad de nuestra vida, a lo que nadie ve, a nuestro interior.
La superficie la vemos todos. La suciedad de nuestras calles la vemos todos…
Lo que no vemos es el corazón de las personas, las razones por las que muchos
hermanos eligen la muerte, eligen su destrucción y se despreocupan de todo.
Jesús habla de lo que no vemos, habla del interior. No habla del asesinato que
todos vemos, habla de esa emoción anterior al asesinato, habla de la ira, quiere
entrar en nosotros y cortar de raíz la actividad inmoral, liberarnos del pecado
interior para eliminar el pecado exterior.
"Se dijo a los antiguos: no cometerás adulterio, pero yo os digo…".
¿Quién ha dicho semejante tontería?
Hermanos, lo dijo Jesús. Sabía lo que decía y lo decía para todos nosotros.
Jesús habla de la profundidad de nuestra vida.
Mirar con lujuria, mirar con deseo está a millas de distancia a mirar con amor.
El deseo desordenado, en cualquier contexto de la vida, no es cristiano.
Jesús intenta decirnos qué es ser cristiano y cómo se comporta un cristiano.
Con su ayuda podemos hacer algo más que evitar el pecado, podemos luchar por
ser otros Cristos, podemos vivir el evangelio.
Nosotros no somos personas ordinarias. Somos personas iluminadas por Cristo y
siempre fortalecidas con su gracia.
Si eliges la vida, eliges a Cristo. La Vida con mayúscula. Disfrútala.
Padre Félix Jiménez Tutor, Sch.P