XII Domingo del Tiempo Ordinario A
P. Félix Jiménez Tutor, escolapio
Escritura:
Jeremías 20, 10-13; Romanos 5, 12-15;
Mateo 10, 26-33
EVANGELIO
En aquel tiempo dijo Jesús a sus apóstoles: -No tengáis miedo a los hombres,
porque nada hay cubierto que no llegue a descubrirse; nada hay escondido que no
llegue a saberse. Lo que os digo de noche decidlo en pleno día, y lo que os digo al
oído pregonadlo desde la azotea. No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero
no pueden matar el alma. No; temed al que puede destruir con el fuego alma y
cuerpo. ¿No se venden un par de gorriones por unos cuartos?; y, sin embargo, ni
uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los
cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo, no hay
comparación entre vosotros y los gorriones.
Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte
ante mi Padre del cielo.
Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo.
HOMILÍA
El pequeño Jaime recuerda una noche en casa de su abuela, la recuerda como la
noche de la gran tormenta. Su padre tuvo que ir a buscarlo.
Viento, agua, truenos y rayos llenaban el cielo oscuro y tenebroso.
El padre de Jaime llegó con un impermeable grande y azul y le dijo: “Hijo, vamos a
casa”.
Cubrió a su hijo con su impermeable y los dos se enfrentaron a la tormenta. A
pesar de la ferocidad de la tormenta el pequeño Jaime no tenía miedo. Sabía que su
padre veía, abrazado a su padre, se sentía seguro. Poco después el impermeable se
abrió y estaban en casa.
“No teman a los que sólo pueden matar el cuerpo”.
Jesús dice tres veces a sus discípulos que no tengan miedo. Y envía a estos
hombres miedosos e incultos a continuar su obra.
La cosecha es inmensa y los obreros pocos. Jesús no los llama para formar un
grupo de amistad o un círculo de oración. Jesús llama para la misión, para el envío,
para hacer presente el Reino de Dios y vivir en el amor.
Jesús llama para enviar a sus discípulos a vender el mejor producto, la mejor
noticia, Dios es amor.
Todos los que aquí estamos reunidos, hoy, hombres y mujeres somos llamados y
enviados. Y a todos nos dice Jesús, tres y mil veces: “No tengan miedo”.
¿A qué tenemos miedo?
Todos tenemos miedos que vencer. Hay miedos que son inevitables.
Miedo a subir en un ascensor con un extraño.
Miedo a perder el trabajo.
Miedo a las locuras de los hijos.
Miedo a perder el esposo.
Miedo a lo que piensen de nosotros, a que no nos consideren
Yo no sé si Jesús habla de esos miedos que son comprensibles. La vida del cuerpo
siempre está amenazada. Es nuestra condición humana.
¿Puede un cristiano tener miedos en las cosas del espíritu?
¿Puede un cristiano tener miedo a vivir con alegría su fe?
¿Puede un cristiano tener miedo a dar testimonio de su Señor?
Jesús habla del miedo profundo e interior del discípulo: el miedo a dar la vida por el
Señor, el miedo a dar la cara por el evangelio, el miedo a decir a los hermanos: yo
soy cristiano, yo voy a la iglesia, yo leo la Biblia, yo amo a Dios y a mis hermanos.
Mi fe en Jesús me complica la vida, me impide hacer el mal, hablar mal de los
demás…
Jesús te dice hoy: ten miedo al demonio, tu enemigo. No tengas miedo a tu Padre,
Dios.
Ten miedo a los vicios que te encadenan. No tengas miedo a mi amor que libera.
Ten miedo a la pereza, al dinero fácil, al placer animal. No tengas miedo al
sacrificio, a la virtud, a una vida limpia.
Ten miedo a los malvados. No tengas miedo a mis amigos.
Ten miedo a tus instintos pecadores. No tengas miedo al Espíritu Santo liberador y
dador de vida.
Lo opuesto al miedo es el valor. ¿Son ustedes valientes?
Sí, hay mucha gente valiente, es el macho man.
Valientes en la pelea, en la bebida, en golpear a la esposa, en hablar mal, en
traficar con drogas…
El Señor en este envío nos dice que tenemos que ser valientes.
Valientes para gritar el mensaje, proclamar la fe, hablar de Jesús, invitar a la
eucaristía, formar comunidad, edificar la iglesia.
Valientes para defender su matrimonio, educar a sus hijos, enfrentarse a los
malvados.
¿Dónde sacaremos fuerzas y valor?
En el circo los trapecistas se lanzan al vacío sin miedo y hacen sus números con
maestría y valor, pero saben que si fallan hay una red que los protege y recoge.
En este circo de la vida el cristiano puede demostrar el mismo valor porque Dios es
nuestra red protectora.
Dios es el padre que viene a rescatarnos los días de las grandes tormentas para
llevarnos en sus brazos a la seguridad de su casa.
Padre Félix Jiménez Tutor, Sch.P