XVII Domingo del Tiempo Ordinario A
P. Félix Jiménez Tutor, escolapio
Escritura:
1 Reyes 3, 5.7-12; Romanos 8, 28-30;
Mateo 13, 44-52
1 LIBRO DE LOS REYES
En aquellos días, el Señor se apareció en sueños a Salomón y le dijo: -Pídeme lo
que quieras.
Respondió Salomón: -Señor, Dios mío, tú has hecho que tu siervo suceda a David,
mi padre, en el trono, aunque yo soy un muchacho y no sé desenvolverme. Tu
siervo se encuentra en medio de tu pueblo, un pueblo inmenso, incontable,
innumerable. Da a tu siervo un corazón dócil para gobernar a tu pueblo, para
discernir el mal del bien, pues ¿quién sería capaz de gobernar a este pueblo tan
numeroso?
Al Señor le agradó que Salomón hubiera pedido aquello, y Dios le dijo: -Por haber
pedido esto y no haber pedido para ti vida larga, ni riquezas, ni la vida de tus
enemigos, sino que pediste discernimiento para escuchar y gobernar, te cumplo tu
petición: te doy un corazón sabio e inteligente como no lo ha habido antes ni lo
habrá después de ti.
EVANGELIO
En aquel tiempo dijo Jesús a la gente: -El Reino de los cielos se parece a un tesoro
escondido en el campo: el que lo encuentra, lo vuelve a esconder, y, lleno de
alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.
El Reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas, que, al
encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.
HOMILÍA
Según una antigua leyenda, el rey Salomón tenía que tomar una decisión muy
importante. Reunió a todas las criaturas existentes para que le aconsejaran.
Salomón tenía en la mano una hermosa copa que estaba llena del agua de la vida
para siempre. El que bebiera de esa agua no moriría, viviría siempre.
Todas las criaturas estuvieron de acuerdo en que el rey debería beberla. Todas a
coro dijeron: Bebe. Oh rey. Y vive siempre.
Salomón preguntó si todas estaban presentes y le dijeron que la paloma no había
llegado.
Cuando llegó la paloma, Salomón le preguntó su opinión y ésta le dijo: Señor, si mi
compañero muere yo también debo morir. ¿De qué me serviría vivir siempre y ser
inmortal si todos mueren y muere todo lo que yo amo?
Escuchado el consejo de la paloma, Salomón derramó el agua de la vida sin fin y no
la probó.
Póngase usted en el lugar de Salomón ¿cómo respondería a la propuesta de Dios?
“Pídame lo que quiera y yo se lo concederé”.
¿Ya se ha puesto a soñar?
¿Ya sabe lo que pediría?
Yo pediría la luna, yo la tarjeta Visa Oro, yo una casita junto al mar, yo un gran
amor, yo no tener que usar ninguna pastilla ni azul ni rosa…
No sabemos lo que pasó por la cabeza de Salomón en aquella visión cuando estaba
en el templo de Gibeón ofreciendo su sacrificio a Dios.
Sí sabemos, lo dice la Palabra, lo que pidió.
“Da a tu siervo un corazón que sepa escuchar para juzgar a las personas y
distinguir el bien del mal”.
Salomón no cayó en la trampa de peticiones egoístas: salud, dinero y amor.
Pidió un corazón que sepa escuchar, una mente atenta a la mente de Dios, saber
tomar decisiones que agraden a Dios, sabiduría para distinguir lo bueno de lo malo.
Eligió vivir en armonía con la voluntad de Dios.
Dios le concedió la sabiduría y un corazón atento y todo lo demás.
Pidió lo que Dios puede y quiere dar a sus hijos.
Para todas esas cosas que usted pediría está el trabajo, la ambición, la suerte, el
robo, el engaño y los negocios sucios del mundo.
La Palabra de Dios nos avisa hoy: “cuidado con sus deseos, cuidado con lo que
piden”.
Para pedir bien necesitamos un sistema de valores sano y cristiano y tener claras
nuestras prioridades. Sólo desde la sabiduría de Dios nuestras prioridades serán
justas.
Salomón pidió bien porque pidió lo que Dios puede dar.
El evangelio nos habla de un tesoro escondido y de una perla que hay que buscar y
hay que darlo todo para hacerse con ella. El Reino de Dios, Jesucristo.
Buscar no en los catálogos, en las iglesias…
Apreciar, convencerse de su valor.
Darlo todo para quedarse con lo esencial.
Sólo un corazón que escucha puede encontrar lo esencial.
Usted es el único hombre célebre. No olvide que Jesús es su mayor fan.
Padre Félix Jiménez Tutor, Sch.P