XXIX Domingo del Tiempo Ordinario A
P. Félix Jiménez Tutor, escolapio
Escritura:
Isaías 45, 1.4-6; 1 Tesalonicenses 1, 1-5;
Mateo 22, 15-21
EVANGELIO
En aquel tiempo, los fariseos se retiraron y llegaron a un acuerdo para
comprometer a Jesús con una pregunta. Le enviaron unos discípulos, con unos
partidarios de Herodes, y le dijeron: -Maestro, sabemos que eres sincero y que
enseñas el camino de Dios conforme a la verdad; sin que te importe nadie, porque
no te fijas en las apariencias. Dinos, pues, qué opinas; ¿es lícito pagar impuesto al
César o no?
Comprendiendo su mala voluntad, les dijo Jesús: -¡Hipócritas!, ¿por qué me
tentáis? Enseñadme la moneda del impuesto.
Le presentaron un denario. Él les preguntó: ¿De quién son esta cara y esta
inscripción?
Le respondieron: -Del César.
Entonces les replicó: -Pues pagadle al César lo que es del César, y a Dios lo que es
de Dios.
HOMILÍA
A un hombre de negocios le preguntaron una vez: ¿Cuál es su ocupación?
-Soy un cristiano, contestó.
No, no, ¿cuál es su trabajo?
-Soy un cristiano.
No, usted no entiende, dijo el periodista, ¿cómo se gana usted la vida?
Mire, mi trabajo, a tiempo completo, es ser cristiano y además tengo una tienda
para poder pagar las facturas.
Ese hombre entendía el evangelio de hoy. Daba al César lo suyo y a Dios también.
A Jesús, sus enemigos, siempre le andaban buscando las cosquillas con preguntas
comprometidas para ver si era un buen judío, si era un buen patriota, si colaboraba
con los romanos, si lo podían acusar de terrorista…
Hoy, le preguntan: Jesús qué opinas, ¿hay que pagar el impuesto al César?
Hoy, el César es Bush, Putin, Zapatero ...., es decir, la autoridad, los gobiernos de
este mundo.
Jesús responde con otra pregunta; ¿De quién es la imagen que está en las monedas
y billetes que ustedes usan?
Dios y el César no son dos opciones que estén al mismo nivel
Lo que pertenece al César es local, temporal, caduco y lleva su imagen y su
inscripción. Y nos identificamos con esas imágenes y le pagamos nuestro tributo:
en dinero, en tiempo, en propaganda, en ropas… Son nuestras lealtades a las cosas
que pasan, a los Césares del momento, a las modas, a los partidos políticos y todos
nos piden un impuesto.
Jesús no quiere entrar en ese juego, no quiere caer en la trampa de las pequeñas
lealtades de lo temporal y caduco.
Dios no es temporal sino eterno, de un lugar o nación sino universal, no pasa como
las monedas, permanece siempre, no cambia cada cuatro años como los gobiernos,
Dios es siempre.
La imagen de Dios no está grabada en una moneda. La imagen de Dios está grabad
en el corazón.
“Den a Dios lo que es de Dios”. Aquí es donde se sitúa el mensaje de Jesús, en Dios
su Padre.
Jesús no vino a dirimir pleitos ni a ser el juez de los negocios humanos, vino a
hacernos partícipes del negocio de Dios, la vida divina.
Y Jesús nos pregunta hoy, ¿quién lleva la imagen de Dios? ¿Quién fue hecho a
imagen de Dios?
Nosotros, todo ser humano es imagen de Dios.
Nosotros somos, por decirlo de alguna manera, nosotros somos la moneda que Dios
hizo y que lleva grabada su imagen.
Si el dólar le pertenece a Washington por llevar su imagen, todo hombre por llevar
la imagen de Dios le pertenece a Él.
¿Ha caído en la cuenta de que usted lleva grabada la imagen de Dios y que ha sido
creado a su imagen y semejanza? Y la inscripción en torno a esa imagen dice; “Tú
eres mi hijo, te quiero”.
Nosotros todos somos imagen de Dios, no somos imagen de ningún César.
“Den a Dios lo que es de Dios”.
Nosotros, los portadores de la imagen de Dios, debemos total lealtad y obediencia a
Dios, no al César.
“Den a Dios lo que es de Dios”.
Jesús vino y viene para restaurar esa imagen manchada por el pecado, para
recordarnos que somos obra suya y destinados a la gloria.
Jesús vino para vincularnos con nuestro origen.
Jesús vino para decirnos:
Ustedes son lo que son porque llevan y son imagen de Dios.
“Den a Dios lo que es de Dios”.
¿Y qué le puedo dar a Dios? Nada y todo.
Dios no necesita ninguna de las cosas que nos piden los Césares de este mundo: no
necesita su voto, ni sus aplausos, ni sus regalos, ni sus impuestos…
Dios le necesita a usted, todo, entero, su amor, su lealtad, su obediencia, su
testimonio…
Dios quiere que su imagen brille en su vida cada día más.
Dios quiere que usted sea a tiempo completo su hijo.
Dios quiere que usted sea su imagen siempre.
Hable de Él con verdadero entusiasmo.
Y lo muestre a los que no lo conocen.
Y después, trabaje en su negocio, en su… para pagar sus facturas.
Padre Félix Jiménez Tutor, Sch.P