XXXIV Domingo del Tiempo Ordinario A
Solemnidad. Jesucristo, Rey del Universo
P. Félix Jiménez Tutor, escolapio
Escritura:
Ezequiel 34, 11-12. 15-17; 1 Corintios 15, 20-26. 28;
Mateo 25, 31-46
EVANGELIO
En aquel tiempo Jesús dijo a sus discípulos: -Cuando venga en su gloria el hijo del
hombre y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria y serán
reunidas ante él todas las naciones. El separará a unos de otros, como un pastor
separa las ovejas de las cabras.
Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a
los de su derecha: Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino
preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me
disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis,
estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a
verme.
Entonces los justos le contestarán: -Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te
alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te
hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y
fuimos a verte?
Y el rey les dirá:- Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis
humildes hermanos, conmigo lo hicisteis
Y entonces dirá a los de su izquierda: - Apartaos de mi, malditos; id al fuego eterno
preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de
comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis,
estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis.
Entonces también éstos contestarán:- Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con
sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel y no te asistimos?
Y él replicará: Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos, los
humildes, tampoco lo hicisteis conmigo.
Y éstos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.
HOMILÍA
Cuentan que hace años, un soldado americano que viajaba en un autobús, en
Suecia, le dijo al hombre sentado junto a él: "América es el país más democrático
del mundo. Cualquier ciudadano puede ir a la Casa Blanca a ver al Presidente y
discutir los problemas con él".
Y el hombre le contestó: "Eso no es nada. En Suecia, el rey y la gente viajan en el
mismo autobús".
Cuando el hombre se bajó del autobús, le dijeron al americano que su compañero
de asiento era el mismo rey Gustav Adolf.
Yo elijo al Rey
Érase una vez un rey que quiso compartir sus bienes con todos sus súbditos.
Proclamó un bando invitándoles a reunirse en el patio de armas; allí, en el día
asignado, cada uno podría coger lo que quisiera.
Llegó el día y en el gran patio estaban expuestas todas las riquezas del rey: Joyas,
relojes, alfombras, muebles, coches…
En medio del patio, un gran trono desde el cual el rey examinaba a sus súbditos. En
sus ojos brillaba la avaricia mientras admiraban aquel enorme mercadillo gratis del
jueves real.
Una anciana se acercó al trono del rey y le preguntó: ¿Es verdad, majestad, que
puedo elegir lo que quiera de lo que aquí veo?
"Sí, puede elegir lo que usted quiera", le contestó el rey.
"Entonces, yo elijo al rey", dijo la anciana.
"Por haber elegido al rey, todo lo mío es también suyo".
La ancianita, sabia y nada avariciosa, eligió lo mejor, el rey, el dueño de de las
cosas, el señor del reino. Y entró a formar parte de la familia del Rey.
El año litúrgico, el año de la iglesia, termina con esta fiesta magnífica: Cristo Rey.
Cristo ayer, hoy, siempre.
Elegir al rey, elegir a Cristo es peligroso, exige asumir su vida y su destino.
Exige: servir, lavar los pies, mancharse las manos, comer con los pecadores,
obedecer al Padre, dar la vida.
Cuando leemos un libro o seguimos una telenovela nos pica la curiosidad y
queremos conocer el final. ¿Terminará bien? Y, a veces, hacemos trampas y leemos
la última página para conocer el final.
Hoy hemos proclamado el último discurso de Jesús, según San Mateo, el discurso
escatológico, en el capítulo 25.
"Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos sus ángeles se
sentará en su trono, como Rey glorioso. Delante de él se reunirán todas las
naciones".
San Mateo nos presenta el juicio final como si se tratara de una gran película de
Hollywood.
Jesús, rodeado de ángeles, sentado en su trono, revestido de gloria, y ante él todas
las naciones vestidas con sus trajes típicos. Y dejará a todos desnudos y hará una
gran hoguera con todas las ropas porque ha llegado la hora de la verdad. Y la
verdad no es la apariencia externa, sino la verdad de la vida y del corazón.
Y todos desnudos y todos iguales, todos seremos examinados sobre la única
materia, sobre la única exigencia, sobre el único mandamiento de Dios: el amor a
Dios y al prójimo.
Alguno pensará, fantástico, ese test lo paso yo.
O sea, padre, que no me preguntará: Cuántos adulterios he cometido, cuántas
cosas he robado en las tiendas, cuántas veces he faltado a misa, cuántas veces he
faltado al trabajo, cuántas veces me he emborrachado, masturbado, alejado de la
familia, despreocupado de los hijos...
Fantástico, porque esas son las preguntas que me dan miedo. Ahí sí que me da de
lleno. Ese test no lo pasa nadie.
No te preguntará eso porque el cristiano está llamado a vivir santamente y todo eso
lo ha superado con la gracia de Dios.
Evitar todo eso es el abc de la vida cristiana. El que no lo ha conseguido está aún
dando los primeros pasos de la fe.
Seremos examinados sobre lo positivo de la vida y lo positivo es el amor.
Cuando Dios se hizo hombre para darse a conocer no lo hizo espiritualmente sino
físicamente.
El evangelio de hoy nos recuerda que Dios sigue físicamente presente entre
nosotros.
"En verdad les digo que cuando lo hicieron con alguno de estos mis hermanos más
pequeños conmigo lo hicieron". "Y cuando no lo hicieron...
Identificación física.
El evangelio es más claro que el agua. La Palabra de Dios siempre nos recuerda lo
mismo: A Jesucristo lo podemos abrazar, servir, alimentar, visitar. Sí, hoy, aquí y
ahora.
¿Cómo? No sólo con el pensamiento, palabras...
Sí, está físicamente presente en "sus hermanos más pequeños". Con acciones
físicas.
"Entonces el Rey dirá a los que están a la derecha. Bendecidos por mi Padre,
vengan a tomar posesión del Reino que está preparado para ustedes desde el
principio del mundo porque estaba solo en casa y me visitaron y me hicieron la
compra, me dieron una paliza en la dehesa y me llevaron al hospital, era de otra
raza y me acogieron, sí, bendecidos porque me amaron a mi, presente y oculto en
los pequeños.
Y cuando venga el Rey en su gloria le podremos decir: yo te he visto en algún sitio.
Te he visto muchas veces a lo largo de mi vida.
El año litúrgico termina. Sólo Dios permanece para siempre. Sólo el amor es para
hoy y para siempre. Y nosotros permaneceremos siempre si amamos, lo demás...
Comía yo un día en el City College y un profesor me contó la siguiente historia.
Un famoso profesor de Los Angeles, premio Nóbel, había sido invitado a dar una
conferencia en Brasil. Como era muy meticuloso en todo dedicó dos meses a
estudiar español para entenderse con la gente. Sólo cuando llegó a Brasil se enteró
de que allí no se hablaba español sino portugués.
¿Aprendemos la lengua del evangelio y la del cielo?.
.Padre Félix Jiménez Tutor, Sch.P