PREOCUPADO POR NOSOTROS
Por Javier Leoz
Se agradece, y hasta es causa de seguridad personal, el hecho de que otras
personas se preocupen de nosotros, sigan con cariño y con especial
atención el curso de nuestra vida o, simplemente, nos alerten de las
contradicciones y pruebas que pueden aparecer en el horizonte de nuestra
felicidad. ¿Tienes un amigo? ¡Guárdalo! ¿Hace algo por ti? ¡Dale las
gracias!
1.- La figura del Buen Pastor, en este cuarto domingo de Pascua, expresa muy a las
claras el alma interna de Jesús: vela por nosotros y sale con prontitud en los
caminos por donde avanzamos, pensamos, nos realizamos….o tropezamos.
--¿Que estamos heridos? Siempre tiene una palabra sanadora que infunde salud
y fortaleza
--¿Que nos encontramos abatidos ? Nos habla con palabras de esperanza y
valentía
--¿Que caemos en la decepción o en la tristeza? Se acerca y se convierte en
motivo de alegría y de confianza.
Jesús no es alguien que se desentiende de nosotros. Vive a nuestro lado y, además,
es bálsamo en multitud de ocasiones en las que nos sentimos perdidos, agobiados,
despistados o con hambre de otros alimentos que no sean los del mundo.
2.- La figura del Buen Pastor, en este tiempo de Pascua, nos advierte de igual
manera de los falsos pastores. De otras puertas que nos abren valles teñidos de
falsas felicidades, de palabras superficiales y de caprichos a la carta. Son muchos
de nuestros dirigentes que, constituyéndose en voz del pueblo, rompen y rasgan
con valores que han entretejido y dinamizado nuestra cultura, nuestra forma de ser
y que nos dejan sumidos en la inseguridad y en el fracaso, en el hastío y en la
desesperanza. Son aquellos que quieren un mundo sin Dios y sin más referencia
que el hombre por el hombre. También, de esos “falsos pastores” nos alerta y
previene el Señor.
La diferencia entre Jesús y los falsos pastores es que, a Jesús, le interesan todas
las ovejas, todas las personas. Para El no existen colores, ideologías ni partidos.
Para el Señor existen las almas. Y, las almas, sólo tienen un color: la fe.
3.- En un mundo tan desgajado y enfrentado por diferentes tendencias, se
agradece la Palabra de un Jesús que sale al paso del hombre por lo que es (por ser
hombre) y no por lo que piensa (por el matiz de su pensamiento).
En una sociedad tan resquebrajada y mediatizada por lo que nos divide, en la fiesta
del Buen Pastor, tenemos un gran reto: unirnos en torno a Aquel que nos hermana
y nos ama. Ojala seamos capaces de reconocer a Jesús como aquel Pastor que es
capaz de llevarnos por los caminos de la concordia. Aquel que da la vida, a través
de su Iglesia, sus sacerdotes y personas comprometidas en la evangelización, en
favor de toda la humanidad. Un Jesús que, desde el día de nuestro Bautismo, nos
conoce, nos ama y para el que --nuestra historia-- no le es indiferente y que, por lo
tanto, hemos de corresponderle desde nuestro compromiso activo de buscar y
trabajar por la unidad de todos aquellos que nos decimos cristianos. El, como Buen
Pastor, va por delante.
4.- ¡ABRE TU PUERTA, QUE TE ESCUCHO!
Creo en Ti, espero en Ti
y quiero entrar por Ti y contigo en el Valle Celestial
Tú, Señor, eres Buen Pastor
tu mano me indica los caminos a seguir
tus ojos se fijan en los míos
cuando me siento débil y enfermo.
Si me lanzo hacia el abismo, me socorres
Si me equivoco de senda, reconduces mis pasos
Creo en Ti y espero en Ti.
Tu presencia, es báculo que me da seguridad
Tu Palabra, es aliento y consejo certero
que empuja mi pensamiento y mi decisión
Tu huella, de Buen Pastor,
es guía que me compromete a vivir unido a Ti
y a trabajar por tu Reino.
Tu cayado, siempre firme y eterno,
es apoyo que necesito cada día que avanzo.
En la falsedad, me hace optar por la verdad
En la incredulidad, me sumerge en la fe
En la tibieza, me aporta fortaleza
En la oscuridad, me arroja hacia la luz
¡Abre tu puerta, Señor, que voy contigo!
Que te escucho, porque eres Pastor
Pastor que amas y te entregas por amor
Pastor que conoces, y llamas con amor
Pastor que alimentas, y lo haces por amor
Pastor que aguardas, y esperas con amor
Pastor que hablas, y das en el corazón.
¡ERES MI BUEN PASTOR, SEÑOR!
¡ABRE TU PUERTA Y ENTRO CONTIGO !