IV Domingo de Adviento, Ciclo B
P. Félix Jiménez Tutor, escolapio
Escritura:
2 Samuel 7, 1-5.8-12.14.16; Romanos 16, 25-27;
Lucas 1, 26-38
EVANGELIO
A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea,
llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la
estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando a su presencia, dijo: -Alégrate, llena de gracia, el Señor está
contigo; bendita tú entre las mujeres.
Ella se turbó ante estas palabras, y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo: -No temas María, porque has encontrado gracia ante Dios.
Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Será
grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David su
padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin.
Y María dijo al ángel: -¿Cómo será eso, pues no conozco varón?
El ángel le contestó: -El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te
cubrirá con su sombra; por eso el santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.
Ahí tienes a tu pariente Isabel que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya
está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.
María contestó: -Aquí está la esclava del Señor, hágase en mi según su palabra.
HOMILÍA
Un día un hombre encontró a un amigo de rodillas en el suelo buscando algo y le
preguntó: ¿Qué estás buscando? La llave. He perdido la llave de casa. Los dos
arrodillados buscaban y buscaban la llave sin encontrarla. Al cabo de un rato, le
preguntó al amigo: ¿Dónde la has perdido? Y le contestó: en la casa.
Dios mío, ¿por qué la buscas aquí?
Porque aquí hay más luz.
Hermanos, ¿estamos aquí en la iglesia del Pilar porque está bien iluminada y hay
más luz?
¿Estamos aquí porque es más fácil encontrar a Dios en un lugar sagrado?
¿Estamos aquí porque es la casa donde Dios habla?
Déjame que te diga una cosa: no encontrarás aquí a Dios si lo has perdido en tu
corazón. Es ahí donde tienes que buscarlo. En tu corazón Dios ha hecho su primer
templo. Búscalo ahí. Si ahí no vive tampoco lo encontrarás aquí.
¿Quién puede construir un templo más magnífico que el templo del corazón
humano?
Estos días escribía yo cartas a familiares y amigos y les decía: un virus puede
paralizar y desprogramar todas las computadoras del mundo, pero no puede
desprogramar mi corazón, está programado por Dios y Dios lo ha programado para
amarle y amaros a vosotros.
¿Está tu corazón programado para amar a Dios y a los hermanos?
El pecado: la envidia, la lujuria, la avaricia... es el virus que te puede
desprogramar.
El corazón, tu corazón, es el templo que Dios quiere construir, el templo en el que
Dios quiere habitar.
Tal vez te preguntes y ¿a qué viene todo esto?
El Rey David, nos ha contado el 2 libro de Samuel, dijo al profeta Natán: "Yo vivo
en una casa cubierta de madera de cedro mientras que el Arca del Señor vive en
una tienda de campaña". Voy a hacer un templo para mi Dios.
Dios dijo a David: "Yo te daré un descendiente, yo engrandecerá a tu hijo, sangre
de tu sangre y consolidaré tu reino".
Yo te daré un hijo, no un templo.
Yo te daré un corazón de carne, no de piedra.
Ahí estaré vivo, mi espíritu será la sangre.
Mi hijo será el templo en el que todos caben.
¿Quién puede construir un templo más magnífico que el templo del corazón
humano? Sólo Dios.
Dios ha programado tu corazón para que lo busques, ¿sabes manejar el ratón?
Dios ha programado tu corazón para que lo ames, ¿tienes el virus del enemigo?
Dios ha programado tu corazón para vivir en él, ¿le haces sitio?
El Señor dice en el evangelio, si cuando vas al templo a presentar tu ofrenda, te
acuerdas de que estás enemistado con alguien deja... porque Dios no está donde
tiene que estar en primer lugar: en tu corazón.
Todos nos desprogramamos alguna vez.
Todos vivimos en la frontera del amor alguna vez.
Todos hacemos incómoda la vida a Dios alguna vez.
Todos ponemos en off la voz de Dios alguna vez.
¿Todos?
Hubo una mujer nos dice el evangelio de Lucas, llamada María, de un pueblecito ,
Nazaret, escogida por Dios y programada por Dios para ser la madre de Jesús y
para ser el templo vivo de Jesús.
"Alégrate tú, la amada y favorecida. El Señor está contigo".
María no es una anciana, no es estéril como su prima Isabel. Es joven y virgen,
tiene novio pero no ha tenido relación carnal con ningún hombre.
Y Dios, de puntillas, le pide su colaboración para ser madre, la madre de Jesús.
Y Dios, conteniendo la respiración espera ansioso la respuesta de esta virgen que
tiene novio y es la envidia de todos los mozos de Nazaret.
Y Dios está en vilo, esperando su respuesta.
Tú y yo sabemos que dijo "sí".
Pero, cuánto cuesta un sí de verdad y para siempre.
Recuerdas la primera vez que le preguntaste a tu novia: ¿me quieres? ¿Te quieres
casar conmigo?
Ese sí que te ata y te compromete.
Ese sí libre y gozoso que te abre las puertas del amor y de la vida.
Ese sí que salva y orienta la historia.
Cuando dejaste de preguntar, de decir: ¿me quieres? Ese primer sí se iba
convirtiendo poco a poco en menos sí, en más no.
Tú y yo sabemos que María dijo sí siempre.
Siempre abierta a Dios.
Siempre cubierta por la nube de la presencia de Dios.
Siempre fecundada por el esperma de la Palabra de Dios.
Siempre guiada por el Espíritu Santo.
Hoy es también la Anunciación de Dios a nuestra parroquia.
No hay Navidad sin tu sí, sin nuestro sí.
Dios nos necesita para hacer Navidad.
Padre Félix Jiménez Tutor, Sch.P