III Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo B
P. Félix Jiménez Tutor, escolapio
Escritura:
Jonás 3, 1-5.10; 1 Corintios 7, 29-31;
Marcos 1, 14-20
EVANGELIO
Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el evangelio de
Dios. Decía: -Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios: Convertíos y
creed la Buena Noticia.
Pasando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que eran
pescadores y estaban echando el copo en el lago.
Jesús les dijo: -Venid conmigo y os haré pescadores de hombres. Inmediatamente
dejaron las redes y lo siguieron.
Un poco más adelante vio a Santiago, hijo del Zebedeo, y a su hermano Juan, que
estaban en la barca repasando las redes. Los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en
la barca con los jornaleros y se marcharon con él.
HOMILÍA
Durante la segunda guerra mundial un pueblecito de Baviera fue destruido por las
bombas. La iglesia también quedó reducida a escombros. Entre las ruinas, los
vecinos encontraron una imagen de Jesús sin brazos ni piernas. Terminada la
guerra reconstruyeron el pueblo y la iglesia. Dudaban entre reconstruir la imagen o
dejarla tal como la encontraron. Optaron por dejarla como la encontraron y le
pusieron esta inscripción: "Ahora no tengo manos ni pies. A partir de hoy, ustedes
serán mis brazos y mis pies para ayudar y curar este mundo roto."
El domingo anterior la Palabra de Dios nos invitaba a seguir estas cuatro consignas:
Dejar hablar a Dios.
Escucharle a El.
Tener valor para cambiar.
Dejarse guiar en las cosas del Espíritu.
Yo creo que ninguno de nosotros podemos vivir con fuerza e ilusión el seguimiento
de Jesús si no practicamos estas cuatro consignas.
A veces creemos ser más sabios que la Palabra de Dios y tenemos nuestros propios
criterios, nuestro almacén de sabiduría y nos rebelamos contra Dios.
Muchos padres no entienden por qué tiene que existir una catequesis bautismal, de
primera comunión o de confirmación. Lo arreglarían todo con celebraciones
privadas aunque tuvieran que pagar más.
Y yo les digo, ojalá hermanos, hubiera catequesis, palabra de Dios, comunidad
cristiana para todos, para todos los días, para toda la vida..
Como un hombre nunca está hecho del todo, un cristiano nunca se acaba de hacer
del todo.
El cristiano no se gradúa. Nunca recibe el diploma de licenciado.
La Palabra de Dios, hoy, nos invita a dar un quinto paso. RESPONDER.
Todos hemos sido llamados pero no todos hemos respondido.
Los Ninivitas respondieron.
Los Corintios respondieron al "tiempo es corto".
Y Jesús nos dice: "el plazo está vencido. El Reino de Dios está llegando".
El tiempo es ahora, ya.
Simón y Andrés, Santiago y Juan "inmediatamente dejaron las redes y siguieron a
Jesús".
Dejaron familia, trabajo, amigos... y comenzaron a aprender un nuevo oficio:
servidores del Reino de Dios. ¿Fueron los primeros llamados por Jesús? Tal vez sí,
tal vez no, Sí fueron los primeros en responder y seguir al nuevo Maestro.
Y toda persona que lea los evangelios leerá estos nombres, nombres que inspiran
asombro y confianza, valor y fe, atrevimiento y riesgo, llamada y respuesta, vida y
destino, vida y muerte entregadas al servicio de su único Señor.
Estamos reunidos en la iglesia del Pilar de Soria no sólo para decir: ¡qué hermoso,
qué grande es mi Salvador! Estamos aquí para responder a la llamada de Jesús.
Ahora están de moda los concursos en televisión. Hizo furor el titulado:¿quiere ser
usted un millonario?
Y uno piensa, eso no es para mi. No estoy preparado para responder a semejantes
preguntas. Nos alegramos con el nuevo millonario pero, nos decimos, yo no seré
nunca ese ganador.
En la vida cristiana, muchas veces, tenemos esa misma sensación. Y pensamos en
la suerte que tuvieron Andrés, Simón, Juan y Santiago. Sí les tocó el millón pero el
millón que otros no quisieron.
Muchos son los llamados, pocos los que responden. Así fue en el tiempo de Jesús,
el evangelio nos cuenta la historia del joven rico que le dio la espalda. Y así es en
nuestro tiempo.
Muchos escuchan el mensaje.
Muchos admiran a Jesús.
Muchos leen los evangelio.
Muchos van a las iglesias.
Pocos responden a Jesús. Pocos se ponen al servicio de Jesús. Muy pocos darían la
vida por Jesús.
Y no olvides que la respuesta nace en un corazón limpio y libre y se da con gozo.
Y no olvides que la respuesta se da cada día, en el trabajo, en la familia...
Y no olvides que la respuesta es servicio humilde a los hermanos.
Érase una vez una mujer muy devota y llena de amor a Dios. Solía ir a la iglesia
todas las mañanas, y por el camino solían acosarla los niños y los mendigos, pero
ella iba tan absorta en sus devociones que ni siquiera los veía.
Un buen día, tras haber recorrido el camino acostumbrado, llegó a la iglesia en el
preciso momento en que iba a empezar el culto. Empujó la puerta pero ésta no se
abrió. Volvió a empujar, esta vez con más fuerza, y comprobó que la puerta estaba
cerrada con llave.
Afligida por no poder haber asistido al culto por primera vez en muchos años, y no
sabiendo qué hacer, miró hacia arriba... y justamente allí, frente a sus ojos, vio una
nota clavada en la puerta con una chincheta.
La nota decía:"Estoy ahí afuera". (La oración de la rana)
Padre Félix Jiménez Tutor, Sch.P