XVI Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo B
P. Félix Jiménez Tutor, escolapio
Escritura:
Jeremías 23, 1-6; Efesios 2, 13-18;
Marcos 6, 30-34
EVANGELIO
En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús, y le contaron todo lo
que habían hecho y enseñado. Él les dijo: - Venid vosotros solos a un sitio tranquilo
a descansar un poco. Porque eran tantos los que iban y venían, que no encontraban
tiempo ni para comer.
Se fueron en barca a un sitio tranquilo y apartado. Muchos los vieron marcharse y
los reconocieron; entonces, de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel
sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima
de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con
calma.
HOMILÍA sobre el texto a los Efesios
La primera piedra.
A principios del siglo 19, en 1800, se puso la primera piedra del Capitolio en
Washington. Con el paso del tiempo se hundió tanto que ahora no la encuentran.
Hay una comisión encargada de localizarla.
La primera piedra es un signo, un símbolo de la finalidad del edificio.
No podemos perder de vista "nuestra primera piedra", nos ayuda a saber por qué
estamos aquí.
Dios quiso y quiere hacer una nueva casa, una nueva familia, un nuevo pueblo. Y
Dios puso muchas piedras… pero puso la primera y la última cuando envió a Jesús.
No podemos perder de vista nuestra primera piedra. Por Él estamos aquí. Para Él
estamos aquí. Con Él estamos aquí.
"Cristo, el que de los dos pueblos ha hecho uno solo, destruyendo, en su propio
cuerpo el muro, el odio, que los separaba. Reunió los dos pueblos en su persona
creando de los dos un solo hombre nuevo".
Cristo es la primera piedra de este nuevo pueblo, su iglesia..
Dos pueblos: judíos y gentiles.
Dos mundos: elegidos y los otros.
Un muro que los separaba, el odio.
Un templo con dos patios: para judíos y para paganos.
Cristo vino a destruir ese muro para hacer un pueblo, una casa, una iglesia, un
mundo.
La historia humana es la historia de los muros que los hombres siguen levantando.
La historia de la separación, de la división y del odio.
Uno no nace cristiano, uno se hace cristiano. Y nadie está aquí por nacimiento, por
derecho propio. Tenemos que ser adoptados por Dios. El nos edifica, nos hace
piedras vivas de esta nueva casa, su familia.
Algunos dicen "cuando Yo entregué mi vida a Cristo", "cuando Yo pedía a Cristo que
viniera a mi vida". Como si Yo fuera el agente de la salvación, como si Yo lo hiciera
todo.
Todo es gracia de Dios. Él nos ha llamado. Él es la cabeza de su iglesia. Él es la
primera piedra, sin ella ninguno de nosotros estaríamos aquí.
Cristo sigue edificando su iglesia, pastoreando su familia, santificando a sus hijos,
entusiasmando a todos los que quieren vivir según Él: amar, perdonar, servir.
Padre Félix Jiménez Tutor, Sch.P