XXXI Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo B
P. Félix Jiménez Tutor, escolapio
Escritura:
Deuteronomio 6, 2-6; Hebreos 7, 23-28;
Marcos 12, 28-34
EVANGELIO
En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: "¿Qué mandamiento
es el primero de todos?"
Jesús le respondió: "El primero es: "Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el
único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con
toda tu mente, con todo tu ser". El segundo es éste: "Amarás a tu prójimo como a
ti mismo". No hay mandamiento mayor que éstos".
El escriba replicó: "Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es
uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el
entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más
que todos los holocaustos y sacrificios".
Jesús viendo que había respondido sensatamente, le dijo: "No estás lejos del Reino
de Dios". Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
HOMILÍA
Un padre llegó a casa cansado del trabajo, se sentó en el sofá y se puso a leer el
Heraldo Soria. Su hijo de pocos años no dejaba de importunarle con miles de
preguntas. El padre para quitárselo de encima cogió una página del periódico que
tenía una gran foto de la tierra, la cortó en trocitos y se la dio a su hijo para que la
recompusiera y lo dejara en paz.
Pasaron unos pocos minutos y el hijo volvió con el puzzle ya terminado. El padre
sorprendido le preguntó cómo lo había compuesto tan rápido.
Había una foto de una hermosa mujer en la otra cara y cuando la reconstruí, la
tierra también quedó reconstruida, contestó el hijo.
A nosotros nos pasa, a veces, lo mismo. Nos pasamos la vida importunando a Dios
y gritándole para atraer su atención y nos olvidamos de que se hace presente en
las personas. Cada cara lleva una huella de Dios, es una foto de Dios que hay que
recomponer. Cuando recomponemos nuestras relaciones humanas, recomponemos,
al mismo tiempo, el rostro de Dios.
Una pregunta más para Jesús. ¿Cuál es el primer mandamiento? Pregunta fácil para
Jesús y también para nosotros que conocemos la Escritura.
"Escucha Israel…"
La primera invitación que se hace al pueblo es la de la escucha. Tener hambre de la
Palabra de Dios.
"Escucha", pueblo del Pilar. La comunidad se reúne para contar la historia de la
salvación. Somos una comunidad convocada a escuchar una historia de amor.
La historia de Dios que nos amó el primero. Por eso decimos antes de proclamar la
Palabra: escuchemos la proclamación de la Palabra de Dios.
Con el oído y el corazón abiertos, la Palabra sabe mejor y produce más impacto.
"Escucha", pueblo del Pilar, la respuesta de Jesús.
"Amarás al Seor tu Dios con todo tu corazn…." Y amarás a tu prjimo…
Cuando vemos en la cara de los hermanos la cara de Dios completamos el puzzle
de la creación. No podemos elegir una sola dimensión del amor. No podemos decir
que amamos a Dios y decir mi hermano es peor que un virus que no puedo amar.
Dios y el hermano, unidos para siempre en la vida del creyente. Difícil pero así es la
voluntad de Dios.
El Señor no sólo vino a recordarnos este su gran y único mandamiento. Vino a
decirnos que tenemos que cumplirlo. Nos manda y exige vivir el amor.
Si el amor fuera como el de las canciones o las novelas, si fuera sólo un
sentimiento, o cosa de hormonas o de la sangre que hierve o de la bolsa que se
hincha, entonces no se podría mandar.
Pero Jesús nos manda amar con el corazón, el alma y la mente, es decir,
compromiso asumido por todo mi ser. Yo entero, inteligente y libre, estoy llamado a
amar a Dios y al hermano.
El mandamiento de Jesús se dirige a la persona: su corazón, su alma y su mente,
no al instinto. Los animales obedecen al instinto. Nosotros obedecemos al Dios que
nos amó y nos ha hecho a su imagen.
Dios es maravilloso. Nos ha creado a todos distintos: altos o bajos, blancos o
negros, listos o un poco faltos… pero a todos a todos nos ha creado con la
capacidad de amar y la necesidad de ser amados. Esa sed y ese hambre de amor la
llevamos todos dentro. Otra cosa es cómo y dónde la saciamos.
El amor humano es como un diamante en bruto, con muchas aristas, corta, hiere y
hace daño.
Cuando la gente dice: "amo mi ciudad, amo la Biblia… o simplemente te amo, está
diciendo, tú satisfaces mi deseo. Cuando nos vamos haciendo a imagen de Jesús,
esos "amo" van perdiendo sus aristas y dicen te amo como te ama Jesús.
¿Quién es el maestro del amor?
¿Quién tiene autoridad para mandarnos amar?
¿Quién es la fuente de todo amor?
Nosotros decimos: Jesús. Jesús nos amó y nos demostró su amor muriendo por
nosotros.
Jesús, maestro del amor al que tenemos que conocer y amar.
"Si no tengo amor, no soy nada".
Cuenta Juan Segura un caso real que puede servir para profundizar en la rivalidad
de los dineros frete a Dios.
"Un hombre, un buen hombre, le contaba a su párroco que acaba de vender una
finca por valor de 600.000 euros. El pobre cura, que andaba con la parroquia
endeudada a causa de las obras, escuchaba atento esperando que esa revelación
terminase en alguna pequeña o no tan pequeña cantidad que su interlocutor
hubiera decidido donar para las obras de su iglesia.
Tras un breve espacio de silencio y una mirada profunda al párroco, el feligrés
añadió: -Ojalá me tocara un día la lotería y entonces podría ayudar a la iglesia. Ahí
el cura perdió toda esperanza de poder llevar un donativo a su templo parroquial.
Y ése es el problema: daríamos de lo que no tenemos, pero nos cuesta dar de lo
que tenemos".
Padre Félix Jiménez Tutor, Sch.P