El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que Yo daré es mi carne para
la Vida del mundo”
Jn 6,51-59
Comentario y Estudio
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
Lectio Divina
DIOS ESCOGE A SUS DISCÍPULOS COMO Y CUANDO QUIERE Y DEL MODO MÁS
IMPREVISTO.
Es posible contar innumerables casos de hombres que han experimentado un cambio
inesperado e impensable en la orientación de sus energías. Antes las dedicaban a otra cosa y
después las han consagrado a la causa del evangelio.
La lista podrían encabezarla Saulo, Agustín y otros casos menos clamorosos, más o menos
conocidos. Eso significa que la misión está en las manos de Dios, que sabe recoger a sus
colaboradores donde le parece mejor. Esto mismo nos hace pensar en ciertas inquietudes
vocacionales, en ciertas intemperancias misioneras, en ciertos catastrofismos apostólicos, más
bien extendidos, que casi dan a entender algo así como si “el brazo de Dios se hubiera...
acortado”. Como si casi fuera imposible que se produjera hoy la sorpresa de grandes cambios
decisivos en la misión.
El Dios que puede hacer surgir de las piedras hijos de Abrahán, el Dios que pudo transformar a
un violento perseguidor en un misionero imparable, puede hacer surgir también hoy,
precisamente en nuestro mundo secularizado y secularizador, nuevas personalidades capaces
de “llevar su nombre a las naciones” y de “proclamar a Jesús Hijo de Dios”.
A nosotros quizás se nos pida, sobre todo en este momento, rezar y dar testimonio: rezar para
que de nuestra constatada impotencia, pueda hacer brotar el Señor nuevos apóstoles, y dar
testimonio para que -cual modestos Ananías- podamos servir de ayuda a los nuevos apóstoles
que el poder del Señor quiera suscitar
ORACION
Señor, mi pecado más cotidiano es la poca esperanza. Mis ojos ven sobre todo el mal que
invade el mundo: el odio, las luchas fratricidas, la vulgaridad, la pornografía, la droga, las
separaciones... y no sigo porque tú conoces bien mi lamento cotidiano. Y si bien estás contento
de que te recuerde en la oración estas miserias, nosé si lo estás también cuando te digo, con
sentido de desconfianza: “¿Hasta cuándo, Señor?”.
Incluso cuando te rezo por las vocaciones, lo hago porque tú me lo has mandado, sin que esté
convencido del todo de que tú me escuchas. Y es que te he rezado mucho, pero con tan
escasos resultados, si es que no ha sido en vano. Hoy, no obstante, me animas
presentándome tu acción poderosa en Saulo. Permíteme que te diga una sola cosa: renueva
tus prodigios en medio de nosotros. Muestra una vez más tu poder y suscita grandes
evangelizadores. Yo seguiré rezando en medio del silencio y en público, pero tú no me dejes
decepcionado. Muestra tu poder, para bien del pueblo.