I Domingo de Adviento, Ciclo C
P. Félix Jiménez Tutor, escolapio
Escritura:
Jeremías 33, 14-16; 1 Tesalonicenses 3, 12-4,2;
Lucas 21, 25-28.34-36
EVANGELIO
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: "Habrá signos en el sol y la luna y las
estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del
mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad ante
lo que se le viene encima al mundo, pues los astros se tambalearán. Entonces
verán al Hijo del Hombre venir en una nube, con gran poder y majestad. Cuando
empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación.
Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la
vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre
todos los habitantes de la tierra. Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para
escapar de todo lo que está por venir y manteneros en pie ante el Hijo del
Hombre".
PÓRTICO
LEVANTAOS, ALZAD LA CABEZA
Un nuevo Adviento llama a nuestra puerta,
un adviento que es portada
de un año surcado de recuerdos.
Adviento de un hombre que busca;
que ha desencantado muchas cosas,
pero que se siente internamente vacío;
que ha anunciado la muerte de Dios,
para crear nuevos dioses de mentira;
que se embota con objetos de oropel
y ha perdido el sabor de los sencillo…
Adviento de un Dios que nos busca
y sale siempre a nuestro encuentro;
que sigue creyendo en los hombres
a pesar de nuestros olvidos y rechazos;
que hace nacer nuevas esperanzas
de nuestras cenizas y desilusiones;
que siempre empuja a los hombres
a crear justicia y derecho en la tierra.
En un nuevo adviento más,
cargado de recuerdos y memorias,
Dios llama a nuestro corazón;
"Levantaos, alzad la cabeza";
no oteéis mares desconocidos;
mirad a vuestro interior;
allí hay una riqueza mayor
que la que cargaban las naves de Indias.
"Estad siempre despiertos";
porque hay una brújula y una estela
que lleva a puertos de esperanza
a pesar de nuestras quiebras y naufragios.
"Se acerca vuestra liberación";
no buscada con espadas y corazas,
sino con una cruz salvadora
que hermana a hombres de toda raza.
Adviento que nos dice quedamente:
"Levantaos, alzad la cabeza",
Dios sigue creyendo en el hombre;
el hombre puede navegar hacia Dios.
Timonel: endereza tu rumbo.
Alza la cabeza…
Alza el corazón ….
Javier Gafo
HOMILÍA
"Yo sé que estoy jugando con fuego".
Érase un bodeguero de Broadway al que, en una de mis visitas, le anuncié la buena
noticia de Jesucristo. Me escuchaba con educación pero con escaso interés. Y le
dije:
¿Sabe que la salvación es un don de Dios que nadie se gana aunque trabaje 14
horas diarias? ¿Sabe que Jesucristo murió para pagar el precio de todos sus
pecados?
¿Por qué no viene a celebrar con nosotros, en nuestra iglesia, el amor de Dios y el
regalo de su perdón?
El bodeguero de Guayubín, en su bodega de Broadway, me miró a los ojos y me
dijo: "Todavía no. Yo sé que estoy jugando con fuego aquí, pero me lo paso muy
bien. Me gusta el Brugal e ir de rumba con los amigos y tengo un par de novias
aquí y otra en mi país. Sonó el beeper y me dijo: escuche "la llamada de la carne".
La verdad es que no voy a esperar a tener ochenta años para cambiar pero de
momento esta vida loca me va y es para mí".
Cuántos bodegueros como éste circulan por la vida.
¿Saben cuál es el pecado más grande de nuestra comunidad?
El mayor pecado no es el Brugal o las Coronitas, ni el sexo, ni las drogas, …
El mayor pecado de los cristianos es "dejar para más tarde" el encuentro sincero
con el Señor, porque, hoy por hoy, la vida loca es para mí.
Sí, hermanos, vivimos como si esta telenovela que es nuestra vida no fuera a tener
final.
Imagínese que mañana tiene una cita con su médico y al final de la visita le dice:
tiene cáncer y le quedan unos meses de vida.
Seguro que esa noticia le abrirá los ojos al ayer, al hoy y al mañana. Y seguro que
nada ni nadie en su vida será como antes. Y seguro que comprará un Easy Pass
para cruzar el puente a la otra orilla.
La Palabra de Dios en este primer domingo de Adviento es nuestra cita con el
médico Jesucristo. Esta cita no es sólo personal, es también comunitaria y su receta
vale para todos nosotros.
Todos nosotros somos hombres y mujeres que estamos en la lista de espera.
Adviento es tiempo de espera y de purificación, de vigilancia y de alerta.
"Estén alerta, no sea que se endurezcan sus corazones en los vicios, borracheras y
preocupaciones de la vida. No sea que ese día caiga de repente sobre ustedes"…
¡Qué difícil vivir la tensión de la espera!
¡Qué difícil la espera de una visita segura pero sin fecha!
¡Qué difícil la escucha de la Palabra de Jesús: estén alerta!
Adviento es tiempo de vivir comunitariamente las tres citas que tenemos con el
Señor Jesús.
Adviento es tiempo de recuerdo y de memoria.
Jesús vino. En este hoy hacemos memoria de aquella primera visita, aquella
primera cita de Dios con los hombres. ¡Que está lejos, cierto!. ¡Que nosotros no
fuimos testigos, cierto! Pero aquí venimos a hacer memoria de aquel día en que
todo cambió y aunque aparentemente todo sigue igual: guerra, cárceles, drogas,
injusticias… Nosotros sabemos que lo malo ha sido vencido y sabemos que cada
uno de nosotros somos distintos y nos definimos como hijos de Dios. Recordamos
que Jesús vino y recuerdo que yo soy, gracias a su visita, un hombre nuevo, un
hombre libre, un hombre perdonado, un hombre amado y un hombre con futuro.
Adviento es tiempo de misterio.
Jesús viene en el misterio. Es la cita diaria con el Señor. Jesús es mucho más que
un recuerdo de hace dos mil años. Jesús es presencia viva hoy.
Hoy viene a mi encuentro en el misterio de la comunidad del Pilar aquí reunida, en
el empujón de la Palabra de Dios compartida, en el misterio grande del pan y del
vino, en el amor de los hermanos. Hoy, Jesús está aquí con nosotros, en esta
fiesta, en esta asamblea eucarística.
Jesús viene hoy y me invita a estar alerta, a no embrutecerme y me invita a tomar
control de las cosas que puedo controlar: mi familia, mi trabajo, mis hijos, mis
relaciones, mi dinero, mis vicios… El resto se lo dejo a Dios.
Adviento es tiempo de majestad y de ensayo.
Jesús vendrá en majestad.
Esta es la tercera cita con el Señor.
Este es el anuncio de la Palabra de Dios y del adviento. Vendrá, hay un final,
vendrá a juzgar a vivos y a muertos. Vendrá en majestad.
Vino en la debilidad de la carne.
Viene en la oscuridad del misterio.
Vendrá en majestad, vestido de gloria y de poder.
La mejor manera de ensayar este encuentro es prepararlo, es dejar que Dios entre
en el caos de nuestra vida y vivir la esperanza de la salvación.
¿Cuántos bodegueros hay entre nosotros?
¿Cuántos dejan para mañana la cita con el Señor?
¿Cuántos dicen: comamos, bebamos…porque quién sabe si vendrá o no vendrá el
Señor?
Muchos prefieren jugar con fuego.
Nosotros, los aquí reunidos, queremos celebrar al Señor que vino, queremos acoger
al Señor que viene hoy y queremos celebrar su venida en gloria porque la
preparamos, la esperamos y la deseamos.
Ayer es historia.
Mañana es misterio.
Hoy es un regalo.
Por eso a veces le llamamos un presente.
El Adviento es tiempo de espera. No la espera de la dulce Navidad ni la amarga
espera del final. Es la espera de la felicidad prometida por Dios y del
acontecimiento de Cristo, nuestro Salvador.
Evento revestido de un ropaje de película de terror. Pero el terror y la muerte
están siempre al acecho en nuestra vida. Ya estamos acostumbrados.
"Creía que este amor duraría siempre y me equivocaba. De ahora en adelante, los
astros están de más: apágalos todos: cubre la luna y deshaz el sol; seca el océano
y barre los bosques; ya que, de ahora en adelante, nada podrá ya serme
favorable", escribe el poeta.
Cuando la tragedia nos golpea a través de la muerte o la desgracia, cuando un
amor nos deja, entonces es cuando tenemos que afrontar nuestra crisis, nuestro
final, nuestra muerte, interior.
El evangelio es siempre buena noticia. Pero hay que perseverar y seguir creyendo
que el amor de Dios es más fuerte que la muerte y que no tenemos nada que temer
cuando el Señor venga en su gloria. Nos sentará a la mesa de los amigos y nos
saludará con palabras que no pasarán.
Padre Félix Jiménez Tutor, Sch.P