IV DOMINGO DE PASCUA
Hch 2, 14. 36-41; Sal 22; 1P 2, 20-25; Jn 10, 1-10
“En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el redil de las
ovejas, sino que escala por otro lado, ése es un ladrón y un salteador, pero el que
entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el portero, y las ovejas
escuchan su voz; y a sus ovejas las llama una por una y las saca fuera. Cuando ha
sacado todas las suyas, va delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque conocen
su voz. Pero no seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen la
voz de los extraos.” Jesús les dijo esta parábola, pero ellos no comprendieron lo
que les hablaba.
Entonces Jesús les dijo de nuevo: “En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta
de las ovejas. Todos los que han venido delante de mí son ladrones y salteadores;
pero las ovejas no les escucharon. Yo soy la puerta; si uno entra por mí, estará a
salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto. El ladrón no viene más que a robar,
matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia.
En este cuarto domingo de Pascua la Iglesia de una manera particular se acoge a
las palabras de Cristo: “...pedid al dueo de la mies que envíe obreros a su
mies...”; pues este domingo de una manera especial es dedicado a pedir a Dios por
las vocaciones sacerdotales. Al respecto nos dice el Papa Benedicto XVI: vuestro
esfuerzo en la promoción y cuidado de las vocaciones adquiere plenitud de sentido
y de eficacia pastoral cuando se realiza en la unidad de la Iglesia y va dirigido al
servicio de la comunión. Por eso, cada momento de la vida de la comunidad eclesial
catequesis, encuentros de formación, oración litúrgica, peregrinaciones a los
santuarios es una preciosa oportunidad para suscitar en el Pueblo de Dios,
particularmente entre los más pequeños y en los jóvenes, el sentido de pertenencia
a la Iglesia y la responsabilidad de la respuesta a la llamada al sacerdocio y a la
vida consagrada, llevada a cabo con elección libre y consciente. La capacidad de
cultivar las vocaciones es un signo característico de la vitalidad de una Iglesia
local (Benedicto XVI, Mensaje por la XLVIII Jornada Mundial de Oracin por las
Vocaciones 2011).
Hoy celebramos la fiesta del Buen Pastor. La Iglesia, por eso, nos invita a todos los
creyentes, sea cual sea nuestra condición, a escuchar la voz de nuestro Pastor que
es Cristo. Este día debemos alegrarnos, ya que también en el cuarto domingo de
Pascua Cristo se presenta ante nosotros revestido de gloria. Él es el verdadero
Pastor porque puede hacer pasar a los hombres de la esclavitud a la libertad, de las
tinieblas a la luz, de la muerte a la vida. Es el Buen Pastor porque ya en su tarde
gloriosa ha experimentado todas las tribulaciones que nosotros padecemos. No hay
nada que pueda atentar contra nuestra vida porque Él es nuestra fortaleza, nuestra
esperanza, porque Él es el Señor.
En el libro del profeta Ezequiel 34, 14 se lee la promesa del pastor: “Las
apacentaré en pastizales escogidos” Nosotros sabemos de qué viven las ovejas,
pero, ¿de qué vivimos nosotros los hombres? La palabra nos hace presente que el
verdadero creyente vive de la verdad y de ser amado por la Verdad. Es cierto que
el hombre necesita alimentar su cuerpo, pero en lo más profundo necesita sobre
todo la Palabra, el Amor de Dios. Aquí podemos encontrar la relación entre el
sermón sobre el pan de vida del capítulo 6 de San Juan y el capítulo del buen
pastor. Jesús nos explica que tal como palabra de Dios hecha carne, no es sólo el
pastor, sino también el alimento, el verdadero “pasto” que se entrega a sí mismo
para darnos la vida. Por ello es que el pastor sale en busca de la oveja perdida, la
carga sobre sus hombros y la trae de vuelta a casa. Este pastor es Cristo que se
encarna como hombre para cargar la oveja, que representa a la humanidad, sobre
sus hombros. En su encarnación y en su cruz conduce a la oveja perdida. El Papa
Benedicto XVI reflexiona sobre la figura del pastor diciendo: El Verbo hecho
hombre es el verdadero portador de la oveja, el Pastor que nos sigue por las zarzas
y los desiertos de nuestra vida. Llevados en sus hombros llegamos a casa. Ha dado
la vida por nosotros. Él mismo es la vida (Benedicto XVI, Jesús de Nazareth)
Sobre la figura del Pastor; podemos decir además que los padres de la Iglesia: San
Agustín como San León Magno al explicar este pasaje del evangelio, resaltan la
cualidad de este buen pastor contrastándolo con lo que no es el buen pastor. El
sentido que el evangelio busca darle a esta imagen del pastor, está en relación vital
entre lo que el pastor puede dispensar a la oveja, dicho en otras palabras, la vida
de las ovejas y el bien de ellas depende esencialmente del pastor.
Luego de haber expresado muy literariamente esta relación entre el pastor y la
oveja, Cristo dice de sí mismo en el evangelio “...yo soy el camino, la verdad y la
vida...”; en otro pasaje del mismo evangelio de San Juan sigue diciendo Cristo:
“...nadie puede ir al Padre si no es por mí...”. Lo importante de poder comprender
este evangelio es que Cristo ha querido expresar el significado sustancial y vital del
sentido de la vida cristiana, pues el creyente, el cristiano es uno que está llamado a
dejarse conducir y guiar con la verdad de Dios; y no dejarse guiar por sus propias
opiniones. Como bien dice la Constitución Lumen gentium, 10,11; el sacerdocio
ministerial está en función de ejercer un servicio para todos los fieles cristianos; de
esta manera el pastor-sacerdote es uno que está llamado a servir y no a ser
servido; y los fieles cristianos por lo tanto deben comprender y entender que el
pastor no nos ha sido concedido por Dios para gobernarnos al modo humano que
entendemos como autoridad, sino que ha sido puesto por Dios para que nos haga
un servicio poniéndonos de cara a nuestra realidad y conduciéndonos a la verdad
que es Cristo y Dios mismo.
La Iglesia antigua encontró en la escultura de su tiempo la figura del pastor que
lleva una oveja sobre sus hombros. Quizá esas imágenes formen parte del sueño
idílico de la vida campestre, que había fascinado a la sociedad de entonces. Pero
para los cristianos esta figura se ha transformado con toda naturalidad en la
imagen de Aquel que ha salido en busca de la oveja perdida, la humanidad; en la
imagen de Aquel que nos sigue hasta nuestros desiertos y nuestras confusiones; en
la imagen de Aquel que ha cargado sobre sus hombros a la oveja perdida, que es la
humanidad, y la lleva a casa. Se ha convertido en la imagen del verdadero Pastor,
Jesucristo, a quien nos encomendamos. A él os encomendamos a vosotros,
queridos hermanos, especialmente en esta hora, para que os conduzca y os lleve
todos los días; para que os ayude a ser, por él y con él, buenos pastores de su
rebao (Benedicto XVI, Homilía en la santa misa de ordenacin sacerdotal de
quince diáconos de la diócesis de Roma en la Basílica de San Pedro,7 de mayo de
2006).
Pbro. Oscar Balcázar Balcázar