Comentario al evangelio del Lunes 16 de Mayo del 2011
Queridos amigos:
En los últimos años se propone, aquí en España, que tantas madres de familia que de hecho ejercen de
amas de casa debieran recibir una remuneración. Desempeñan un papel importante en la marcha de la
economía. Como todo trabajador, también ellas merecen su salario. El asunto probablemente está
aparcado a causa de la presente crisis económica.
En estas madres amas de casa podemos percibir un reflejo del buen Pastor. Conocen a los suyos, están
muy al tanto de las necesidades que tienen, de las dificultades que atraviesan, de los empeños que
llevan adelante y de los frutos de su trabajo. Vibran con la alegría de los hijos y comparten sus dolores.
La vida de la comunidad familiar depende en gran medida de ellas, con su capacidad para crear hogar y
para afrontar lo cotidiano. No son unas asalariadas que cumplen correctamente su función; si recibieran
un salario, revertiría sobre el bien de la familia. Su preocupación es por todos y por cada uno. Son
luchadoras y afrontan riesgos. Defienden la vida, salud y alegría de los que tienen confiados.
Hace años, una firma comercial se anunciaba con este eslogan: “Especialistas en ti”. Era un decir.
Todo lo más podrían ser especialistas en ofrecer y prepararle al cliente la prenda o el complemento
adecuado. De una madre de familia podemos afirmarlo con mucha más confianza y con mucha más
verdad. Hoy el Señor nos hace saber que es especialista en ti, en mí, en cada cual: se ha desvivido por
nosotros, somos su familia, nos conoce personalmente, le importamos y le podemos decir: «Guárdanos,
Señor, como a la niña de tus ojos». Para él no somos un número, ni un siquiera un cliente anónimo.
Esta familia, esta grey del Buen Pastor, puede y debe crecer ilimitadamente. No envidia a las familias
con un solo hijo: el Buen Pastor quiere tener una multitud de hermanos y no dejará de ser especialista
en cada uno. Estamos bajo su cuidado.
Vuestro amigo
Pablo Largo
Pablo Largo