Comentario al evangelio del Viernes 20 de Mayo del 2011
Queridos amigos:
Jesús no es una senda perdida, sino el camino; no es un espejismo, sino la verdad; no es un muerto,
sino el Resucitado, la Vida. Comentemos solo el primer título.
Hemos cubierto el territorio nacional de sendas, caminos, carreteras, autovías, autopistas. Y
disponemos de mapas para orientarnos. Actualmente, muchos vehículos llevan incorporado un GPS.
Tiene que ser una experiencia angustiosa estar perdido en el bosque, sin puntos de referencia, sin
indicadores que permitan orientarse, sin un camino. El GPS es un recurso excelente para localizar a
personas extraviadas.
Pero en otro orden de cosas, el del sentido de la vida, hay tal oferta de mapas y estos son tan distintos
que mucha gente se siente perdida. Preguntamos: «¿Hay un adónde? ¿Es la vida una trampa? ¿Tiene un
sentido? ¿Vale la pena vivirla?». Por doquier nos salen al paso astrólogos, adivinos, echadores de
cartas, brujos. El tarot, la quiromancia y varias formas más de adivinación están a la orden del día. Con
otro ropaje, y con propósito mucho más racional, pululan las filosofías, que a menudo son extrañas
entre sí, cuando no están enfrentadas. Nos invitan a pensar y algunas trazan rutas de sabiduría que
pueden convencer. Tradiciones religiosas se abren camino y nos quieren abrir camino con sus
respectivas propuestas. En Jesús, sabiduría de Dios, hallamos la recapitulación y la superación de todas
estas conquistas.
Él, que ha subido al Padre y allí tiene preparadas muchas moradas, nos dice: «Sí, tu vida, vuestra vida,
tiene sentido. Tomadme como vuestro punto de referencia (vuestro GPS) y comprobaréis cómo vuestra
marcha es una peregrinación hacia la Vida, hacia la patria, hacia el Padre. Unidos a mí, vuestra vida
tendrá sabor a Pascua».
Podemos orar con Pablo VI: «Tú, Señor Jesús, eres el mediador entre Dios y los hombres; no
empalizada, sino paso; no obstáculo, sino Camino; no un sabio entre tantos, sino el único Maestro; no
un profeta cualquiera, sino el intérprete único y necesario del misterio religioso, el único que une a
Dios con el hombre y al hombre con Dios. Tú eres el Revelador auténtico».
Vuestro amigo:
Pablo Largo
Pablo Largo, cmf