III Domingo de Cuaresma, Ciclo C
P. Félix Jiménez Tutor, escolapio
Escritura:
Éxodo 3, 1-8.13-15; 1 Corintios 10, 1-6.10-12;
Lucas 13, 1-9
EVANGELIO
En aquella ocasión se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos, cuya
sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús les contestó: -
¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque
acabaron así? Os digo que no; y si no os convertís, todos pereceréis lo mismo.
Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé ¿pensáis que
eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no. Y si no
os convertís, todos pereceréis de la misma manera.
Y les dijo esta parábola: Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar
fruto en ella, y no lo encontró.
Dijo entonces al viñador: -Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta
higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?
Pero el viñador contestó: -Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le
echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, el año que viene la cortarás.
HOMILÍA
Las cosas no son siempre como parecen
Érase una vez dos ángeles que viajaban por Soria. Llamaron a la puerta de una
familia rica y ésta los alojó en el sótano. Mientras hacían la cama en el duro suelo el
ángel más viejo vio un pequeño agujero en la pared y lo tapó. El más joven le
preguntó porqué lo hacía y le contestó: las cosas no son siempre como parecen.
Al día siguiente viajaron a un pueblecito y una familia pobre les ofreció de cenar y
les dieron la mejor cama para pasar la noche.
A la mañana siguiente los dos ángeles encontraron al matrimonio llorando. Su única
vaca había muerto.
El ángel más joven indignado y furioso le dijo a su compañero: ¿Cómo has
permitido semejante desgracia? Ayudaste a los ricos que nos trataron tan mal y por
esta familia que nos ha dado todo no has hecho nada. Las cosas no son siempre
como parecen, le contestó el ángel más viejo.
Cuando nos hospedamos en Soria vi que había oro en el agujero y lo tapé para que
esa familia egoísta y avariciosa nunca lo encontrara.
Y esta noche cuando dormíamos, el ángel de la muerte vino a buscar a la esposa de
esta casa. Yo le dije que se llevara a la vaca en lugar de la esposa.
Como ves las cosas no son siempre como parecen.
Cuando a Jesús le preguntaron por esos dieciocho muertos también pudo contestar
las cosas no son siempre como parecen.
Todo lo que sucede podemos convertirlo en gracia de Dios, en acontecimiento
positivo si lo vemos desde el lado de Dios.
Padre, no soy feliz. No me encuentro a gusto en este cuerpo. No me acepto como
soy. Así se expresaba un joven con el que conversaba unas semanas atrás.
Dime, ¿qué es lo que no te gusta de ti?
No me gusta el color de mi pelo. No me gusta mi nariz. No me gustan mis padres
que no me entienden.
"Pero yo les digo, a ustedes les ocurrirá lo mismo que a esos galileos y a los
dieciocho muertos por la torre de Siloé, si no empiezan a cambiar".
Ese joven no está satisfecho con su aspecto físico ni con las cosas que tiene ni con
su vida de cada día. Le preocupa lo exterior, lo que ve y lo que los otros ven. Le
preocupa lo efímero, la imagen, la foto que los otros toman con la cámara de sus
ojos cada vez que lo miran.
Le preocupa su cuerpo. No le preocupa su espíritu.
Le preocupa su vida física. No le preocupa su vida interior.
Le preocupa la superficie. No le preocupa la profundidad.
Nuestra insatisfacción no tiene que mirar sólo al exterior, tiene que mirar también
al interior: al corazón, al alma.
Para vernos por fuera tenemos espejos, fotos, vídeos, revistas y los ojos de los
otros que nos dicen: ¡qué fotogénico eres!
Una cosa es 80 kilos de carne y otra ser persona.
Para vernos por dentro tenemos: nuestros propios ojos, la Palabra de Dios y el
espejo de Jesucristo.
"Pero yo les digo, a ustedes les ocurrirá lo mismo que a esos galileos, si no
empiezan a cambiar".
Para cambiar no uses solamente "just for men" usa también la Palabra de Dios, la
oración, el exit eucaristía…
Algunos dicen, Padre, yo soy un caso serio y no sé por dónde empezar.
Nos cuenta el evangelio que unos testigos corrieron a contarle a Jesús las noticias
del día.
Jesús, ¿sabes que unos galileos fueron degollados por Pilato mientras ofrecían sus
sacrificios?
¿Sabes que se hundió la torre de Siloé y mató a dieciocho personas?
Jesús, ¿no vas a hacer nada?¿No vas a organizar una manifestación? ¿No vas a
pedir la dimisión del gobernador Pilato?
En tiempo de Jesús las aguas sociales y políticas eran tan turbias como las
nuestras. Había asesinatos, terroristas, divisiones, Herodes, Judas…
Jesús ante la noticia del día parece no tomar partido. Simplemente pregunta;
"¿Creen ustedes que esos galileos degollados eran los más grandes pecadores?"
Yo les digo que todos terminarán igual si no cambian.
Jesús nos dice a todos que la desgracia, el accidente, la enfermedad, la muerte no
van unidas al hecho de ser pecador. Los justos y los inocentes también sufren y, a
veces más que los pecadores.
Hay un juicio que sólo pertenece a Dios. Dejemos hacer justicia a Dios.
¿Eran más pecadores esos muertos? Jesús nos responde, más pecadores son
ustedes.
Jesús mira al interior de los corazones de las personas con las que entra en
contacto. Y les dice, si no cambias…
Hermano, ¿tienes poder para cambiar la dirección del viento, para evitar las
guerras, para cambiar el corazón de tu marido…?
Cuán impotente te sientes ante tantos problemas y ante el gran poder de los otros.
Hermano, ¿sabes cuál es el verdadero poder que Dios te ha dado?
Tú puedes cambiar tu conducta, tu interior, el rumbo de tu vida, de dueño.
Dios te ha dado una llave para manejar el coche de tu vida. Tú sólo tienes la llave.
Hay que usarla bien y no culpar a Dios de tus accidentes y multas.
Tú tiene poder para organizar tu vida.
Tú puedes orientarla hacia Dios o hacia el vacío.
Tú puedes cambiar tu look físico o el interior
Tú puedes invertirlo todo en esta vida o en la vida venidera.
Tú tienes la palabra.
Jesús está aquí para señalar el camino, acompañarte en el sufrimiento, ilusionarte
por su estilo de vida y decirte, si no cambias…
El exit del pasado domingo se llamaba oración. El de este domingo se llama
conversión.
La conversión es un acto de dios. Dios me cambia. Dios me convierte. Dios me
guía. Dios me da el poder y el querer cambiar. Yo tengo el poder de decir sí o decir
no.
Mi conversión es mi diálogo de amor con Dios.
No digas que cambien los otros que son peores que yo. Di, yo necesito conversión.
Punto. Porque si no cambias serás cortado como la higuera presumida, hermosa
por fuera, piropeada por todos, pero sin corazón, sin frutos, sin amor.
Daba sombra a todos pero no daba amor a su Señor. Y el amor de Dios es paciente
pero exigente.
Cuaresma, tiempo de avisos, de cambio interior, de conversión y, como siempre,
tiempo de amor.
Padre Félix Jiménez Tutor, Sch.P